7ma Parte

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Después del quinto toque a la puerta, Renata abrió llave. Me encontró desnudo en la sala, acostado sobre el colchón. El haz de luz me hirió los ojos.

—¿Qué día es hoy? —le pregunté.

—Hoy es sábado ocho de septiembre.

—Ala, ha pasado mucho tiempo —le dije mientras me levantaba.

—Sí, casi llevás nueve días encerrado; tengo cinco días de querer contactarte y solo lo dejás repicar —me regañó.

—Ni sé qué hice el celular.

—Josué me dijo que no querías salir a ninguna parte, pero no que estabas hecho una piltrafa humana y esta sala está peor.

La sala estaba llena de recipientes vacíos de maruchan, cafés instantáneos, avena, sopas Maggui, bolsas de galletas, un par de libros, cuadernos de notas, y un trabajo engargolado; al centro, la botella de la ron plata, intacta.

—Tal vez limpiás.

—Eso haré.

—Ponete ropa, que por esa dieta de productos que veo por lo menos bajaste siete libras.

Non bisogna dimenticarsi che sotto l'uomo è nudo —le dije.

Tardó unos segundos en entenderme.

—Pavese se habría arrepentido de esa frase al verte en ese estado. Tan mal estás que hasta hablás otro idioma.

—Es lo único que recuerdo de mis clases de italiano.

Si ricordi fare poesia è come fare all' amore: mai si saprà se la propia allegria è condivisa.

Volvíamos al principio de la vez que la conocí: que siempre me ganara en todo.

—Yo también se hablar italiano, y a Pavese lo leí en su idioma original.

Ponchado otra vez por Renata.

—Ya aprendí la lección: no vuelvo a presumir italiano delante de una burguesa intelectual —le dije mientras buscaba ropa interior.

—Me gusta el término «burguesa intelectual», es lo más lindo que me has dicho en estos meses.

—Tengo una duda filosófica.

—Ajá, decime.

—¿Por qué hay gente que le gusta con la misma pasión Benedetti que Sabina, si son polos opuestos? El primero cursi, y el segundo, descarado.

—A ver: Eso se llama «Eros y el principio de destrucción», es una teoría freudiana que afirma que uno siente el mismo placer en comer que en defecar. ¿Te aclara un poco eso? Y eso pasa con esos dos al ser opuestos, o lo que pasa con vos cuando decís que te gusta Miguel Aceves Mejía, Nat King Cole y ...

—... Los voceros de Cristo.

—Exacto. Ellos.

—Guao. Pase muchos días en desvelo tratando de hallarle lógica al asunto.

—Gracias, Renata, por todo lo que me has enseñado el día de hoy; no sé qué habría hecho sin vos —me dijo ella, burlándose.

Cuento los días en silencio.

—¿No era que tu marido debía estar en casa en estos días? —le pregunté.

—Cierto. Lo que pasa es que adelantó su viaje y vino dos días después que te vi; estuvo cinco días en casa y se marchó de nuevo.

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⏰ Última actualización: Aug 14, 2017 ⏰

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