6ta parte

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A vos no te importa si despega

aterriza o cae un vuelo de American Airlines

si el transporte público es impuntual

a la hora que lo esperás

si hay gente repartiendo volantes políticas

en las aceras,

si hay tráfico,

de igual forma aprendiste a caminar

sin que ellos sepan de vos.

A vos no te importan las calles

las avenidas

la arquitectura

las iglesias

a mí tampoco me importa.

Somos tan paralelos.

—Me gusta el poema —me dijo Renata.

A mí me gustaba verla desnuda mientras recitaba mi poema.

—Es un epigrama muy bonito. Qué lástima que nunca me has dedicado un poema a mí.

Salté de la cama y empecé a rebatir la casa, rincón por rincón.

—¿Qué buscás?

Renata estaba intrigada.

—Esto —le dije al enseñarle un marcador negro.

—Nunca había visto un marcador —me dijo, burlándose.

—Acostate —le pedí.

—¿Qué vas a hacer?

—Te voy a escribir un poema en la espalda.

—¿Un haiku?

—Eso creo.

Se acostó.

Terminé de escribir.

—Listo —le dije.

—Decime qué dice.

Tomé la cámara de la Rubí le hice una foto a su espalda.

Me gustás

por las razones

equivocadas.

—Y pensar que creí que eras un escritor barriobajero, pero te salen tus cosas buenas. Este poema es lindo, aunque no cumpla con las reglas del haikú.

—Quiero ser tan cosmopolita como Edwin Yllescas.

—Milagro no dijiste ser tan radical como Beltrán Morales.

—No me gusta los textos de Beltrán Morales, prefiero a Juan Chow.

—Era su discípulo.

—Además, me parece que merece más relevancia GRN que Beltrán.

Dudó durante unos segundos y soltó su respuesta.

—Es válida tu observación. Me diste un anterior y otro posterior. Esto lo discutimos en otra ocasión.

Por fin pegué una.

—Entonces seré como alguno de ellos.

—Se vale soñar.

La PerseguidoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora