5

11 0 0
                                    

Hace como dos horas que mamá está cocinando una comida argentina según ella, para no extrañar, lo que me deja bastante tiempo a solas con esa laptop y poder husmear mis cosas.

Es tan emocionante como husmeársela a alguien más, pero lo feo es que si descubrís cosas bochornosas la vergüenza es tuya.

Tendría que averiguar mis contraseñas para poder entrar a mis cuentas en las redes, quiero más que todo entrar a Skype para contactar a Emily y ver si me puede ayudar un poco.

-Sofa, sabes que pude haber puesto de contraseña en Skype? - ella eleva la cabeza de sus libros y me mira incrédula, parece que se cansó de que la interrumpa cada cinco minutos preguntando casi lo mismo, pero con diferentes aplicaciones.

- A ver Lía Marcela, te voy a pasar a explicar algo que creo, no te quedo claro- oh oh, esta chica me empezó a dar miedo, su mirada me esta asesinando. Creo que encontré su parte maligna sin querer- Eras la persona más reservada del mundo entero con esas cosas, no confiabas en nadie, ni siquiera dejabas las cuentas abiertas en tu propia laptop por miedo. Tenías una contraseña súper larga en esa cosa que le costó días sacar a Santi, así que déjame tranquila que necesito estudiar por favor- y después de eso me sonrió de la manera más fría que alguien lo puede hacer.

Okey, cuando necesite a alguien irónico y que de miedo sé a quién llamar.

Dejo pasar unos minutos y entiendo que nombro a alguien que no conozco que pudo desbloquear mi laptop, por ende, mi cuenta de Skype también puede seguramente.

-Oye, no te enojes, pero, ¿quién es Santi?

En ese mismo instante creo que desate la mismísima tercera guerra mundial dentro de mi departamento.

Sofi comenzó a hacer ruidos raros como Marg Simpsons cuando se enoja y me tiro todos los útiles de su cartuchera de a uno hasta terminar turandome la cartuchera vacía.

Obviamente yo solo me limite a tapar mi preciosa cara para que no me lastime.

-Aggggrgrrr, eres exasperante cuando n sabes algo Lía, mi vida desde ahora va a ser un infierno hasta que no sepas toda tu vida entera. ¿Porque carajos no le paso a otra persona esto? ¿Quién me manda a ser tu amiga?, porque podría haber sido la odiosa compañera de cuarto que pensaba ser con cualquier idiota que se me cruzara en este departamento. Pero no, tuviste que venir vos con tus encantos de buena niña, que nadie te cree, NADIE. 

En ello, la puerta se abre con un estruendo y se asoma el chico este lindo gritando.

- ¡¿Te calmas por favor?! – Le grita mirándola acusativamente
¿Estos son amigos o qué? Parecen llevarse bien, porque para que alguien entre así a una casa ajena, es porque se llevan bien. Es tan lindo, tiene unos labios rosados preciosos y ese pelo, con aspecto sedoso, me gustaría tocarlo.

-Es que esta exasperante! ¡No puedo estudiar si me vive preguntando cosas! - esos gritos me sobresaltan por demás.

-Oye niña alocada, estoy aquí, ¡no hablen así de mi mientras estoy presente! - dije haciéndome la enojona y cruzando mis brazos en el pecho. Claramente no estoy enojada, en realidad me produce diversión sus reacciones histéricas.

Ellos voltean los dos hacia mí, Sofi todavía enojona, pero Roy me mira como si me tuviera cariño, me gusta esa mirada. Es como si lo conociera hace mucho, como si no tuviera que contarle mis secretos. ¡Secretos que ni yo sé! Deberían de contratarme para guardarlos.

Él sonríe, yo también – Hola Lía, ¿cómo estás?

-Muy bien niñito rico, vos? - me pareció gracioso decirle a sí, pero no sé el porqué. Igualmente, ya me acostumbré a esa sensación, la dejo de lado rápidamente. Aunque para los demás no fue gracioso, o eso creo.

LÍA* (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora