Capítulo 2

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Después de tomar una larga ducha, bajo a la cocina a preparar el almuerzo.

—¿Mamá? —. No recibo respuesta.

Llamo a su celular. Uno, dos, tres, cuatro, buzón de voz. Llamo de nuevo. Uno, dos, buzón de voz. Llamo de nuevo. Uno, buzón de voz.

Siempre llamo tres veces, si en la primera o en la segunda no recibo respuesta, es muy probable que en la tercera tampoco lo haga. Y entonces comprendo que está: o enojada u ocupada. Yo pienso que la primera.

Dejo el celular en la barra y me preparo comida sólo para mí.

***

Subo a mi Camaro blanco convertible y arranco con velocidad hacia el centro comercial.

Hacía años le había pedido a mi madre un auto ya los días —todos— que ella tenía que pasar por mí al colegio, lo olvidaba. Ella no me lo compraba porque era una niña y obviamente no debía manejar. Después cuando cumplí 14 años se lo volví a pedir y ella se negó igualmente por la edad legal de conducir. Pacientemente me esperé hasta los 16 y finalmente me lo compró. Yo no esperara que me comprara un carro lujoso como el Camaro, pero creo que se sentía culpable por todos esos días que me tuve que esperar hasta muy tarde en el colegio.

Llego al centro comercial en menos de 5 minutos, bajo del auto y me dirijo a la nevería.

—Hola —, saludo a mi amiga— adivina qué.

- Hola amiga, también me da mucho gusto verte. ¿Mis vacaciones? Pues ya sabes, mi padre quiere que me haga cargo por completo de la nevería ¿Y tú? – me responde Farah.

Farah es una persona muy amable y educada. Para tener una conversación con ella se tiene que seguir todo el protocolo de hola, cómo estás, qué tal tu día. Cuando yo no lo hago, ella siempre responde a las preguntas que nunca le formulo.

—Mi mamá me va a presentar a su novio y a su hijo esta noche.

—¿Su hijo? ¿Es otro niñito de 9 años? —. Ah sí, las parejas de mi madre siempre son hombres sin hijos, o hijos muy menores que yo.

—No, dice que tiene 20 creo—. Ella levanta las cejas sorprendida.

—Tu madre tiene un gusto muy peculiar por los hombres, muchas veces sus novios me parecen atractivos —, asiento. Cuando ella conoce a algún novio de mi mamá, me menciona que no es feo—. Algo me dice que su hijo ha de estar guapo, si tu no le haces caso Skye, me lo tiene que presentar a mí.

—Cállate, obviamente no me parecerá guapo. Ha de ser como todos los novios de mi madre, un patán.

Me da un cono de nieve de fresa y me siento con ella en una de las mesitas.

—Tuve otros de esos sueños—, le digo a Farah.

—¿De los de la mafia?

—Algo así. Soñé que iba en el carro y traía a tres chicos en la parte trasera y un Mustang nos perseguía entonces los chicos que venían detrás le disparaban en las llantas y el Mustang se volcaba y en eso mientras veía como se volcaba me desviaba de la carretera y moríamos. Fue ahí cuando mi mamá me despertó.

—Wow, está muy cool ¿Y quiénes eran los chicos?

—Uno era James, otro tenía el cabello castaño, quizás fue un tipo cualquiera que vi en la calle, del otro no me acuerdo bien.

Llega un cliente de la nevería y Farah se va a atenderlo. Yo me levanto de la silla y le digo adiós con la mano y salgo de la nevería. Subo nuevamente a mi auto y manejo en dirección a la casa de James.

Abro la puerta con una la llave que me regaló la Navidad anterior.

James y yo llevamos siendo amigos desde que nuestras madres estaban embarazadas de nosotros, él nació una semana antes que yo. Desde niños hemos asistido a las mismas escuelas, siempre fuimos a los mismos cursos de verano. En vacaciones de navidad siempre estábamos juntos, nos íbamos con mis abuelos o con los abuelos de él. Tenemos los mismos amigos, vamos a las mismas fiestas. Hacemos prácticamente todo juntos.

En la cocina esta Christine, su madre.

—Hola hija, ¿cómo estás? Pensé que eras James.

—Hola mamá, bien ¿y usted? —, le doy un beso en la mejilla.

—Me alegro hija, bien también. Estoy preparando el desayuda ¿gustas? —, me señala una torre de pancakes, nunca me puedo resistir a sus pancakes.

—Sí, usted sabe que nunca le digo que no a su comida. Entonces, ¿James no está en casa? —, me siento en uno de los altos taburetes que se encuentran en la barra de la cocina.

—No, fue a comprar un par de cosas ya no ha de tardar ¿venías a verle?

—Sí, pero no importa, esperaré.

Christine se sienta frente a mí en la barra y comenzamos a comer. Platicamos de unas cosas, me pregunta por mi mamá, aunque realmente todo lo que le diga Christine ya lo sabe, es mejor amiga de mi mamá.

—Cuando salí de casa no estaba. Le llamé y no contestó el teléfono.

—¿Le volviste a llamar? —, me pregunta preocupada.

—Te llamé tres veces y nunca respondió...

Ella sabe lo de las tres llamadas, esa regla también la aplica con James. Christine se levanta y toma su teléfono, le llama y al parecer no obtiene respuesta, vuelve a llamar y finalmente escucho un suspiro de alivio.

—¿Por qué no contestabas el teléfono Linette? —. Ella escucha la explicación de mi mamá—. Aquí está Skye y me dijo que no le habías contestado y te llamo yo y tampoco me contestas, imagínate como nos preocupamos.

Bueno, en realidad, yo no estaba preocupada. Christine sigue hablando con mi mamá de no sé qué cosa cuando la puerta se abre, es James. Entra con muchas bolsas y va directamente a la cocina sin percatarse de que yo estoy ahí.

—Mamá, vi el carro de Skype afuera ¿está aqu... —, en eso me ve—. Hola —, sonríe.

—Buenos días, James—, me acerco a darle un beso en la mejilla.

—Pasé con Farah y me dijo que hacía dos minutos te habías ido de ahí, nunca pensé que estarías aquí.

—Me dieron ganas de venir a verte—, me encojo de hombros.

—Mira, si tienes sentimientos—, me estruja los cachetes.

—Me dieron ganas de venir a verte para asesinarte—, le regalo mi mejor sonrisa.

—Loca—, toma un pancake—. Farah me contó tu sueño ¿yo era el que disparaba verdad?

—Eran tres, no creo que tu hayas atinado para hacer que el auto se volcara.

—Cállate, que yo te gano en los videojuegos.

—Los videojuegos no es la vida real, amiguito.

James sube las escaleras y yo lo sigo. Christine sigue hablando con mi mamá por teléfono. Le digo adiós con la mano y ella me responde.

—Mi mamá me dijo que vas a conocer al novio de tu mamá.

Asiento, —esta noche.

Se sienta en su cama, da una mordida a su pancake, —también vas a conocer a Connor, —inclino la cabeza —, el hijo del tipo ese.

—¿Los conoces?

—Sí, Simon es amigo de mi papá. Creo que gracias a ello se conocieron Lin y Simon, y Connor es su hijo, tiene 19 años. Nunca le he hablado, es raro, te gustará.

—Cállate James, no me va a gustar.

—A que sí —. Me conoce tan bien como para decir una cosa así. Tengo miedo de que tenga razón

Me aviento en la cama y comienzo a ver el sistema solar que James tiene el techo hasta que finalmente mis ojos se cierran.

Tell No OneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora