-Aëristdul- susurró acercándose a su hermanita lentamente, los enrojecidos ojos de la elfa se posaron en él, sin embargo no lo reconocieron. Intentó alejarse de él pero estaba fuertemente atada, y lastimada; Thranduil continuó mirándola a los ojos, luchando por serenarse a sí mismo y no asustarla más; ella lo necesitaba más que nunca, y lo necesitaba firme y calmo para devolverle algo de cordura; no tenía que cegarse por la cólera y reaccionar sin pensar; no, tenía que ser el fuerte de los dos- Im Thranduil (Soy Thranduil)- continuó aún acercándose a paso lento hacia ella-. Telin le thaed (He venido a ayudarte)- dijo tan calmado como pudo; aún veía rojo por la ira, pero respiraba pausadamente para darse fuerzas y seguir. Cuando volvió a hablar le tembló la voz- Onónë. (hermana)
La elfa no se movió más lejos, quizás porque no podía, quizás porque no vió amenaza en sus ojos. El príncipe se arrodilló al lado de su hermana y le quitó la mordaza gentilmente, cuando volvió a mirarla a los ojos notó que aún no lo reconocía y sintió que se le partía el corazón otra vez. Tomó la daga del interior de su bota y procedió a cortar sus ataduras siendo tan cuidadoso como pudo. La tranquila mirada de su hermana había desaparecido bajo su miedo, nublando el hermoso brillo de sus ojos color tanzanita. Se quitó la capa en un fluido movimiento y la envolvió con ella intentando no hacerle más daño.
-Hîr vuin- rugió un guerrero entrando a la pequeña habitación. Aëristdul reaccionó al instante alejándose del príncipe y pegándose a la pared como si quisiera fundirse con ella. Thranduil respiró tan hondo como pudo y se volteó lentamente con un severo rictus en sus labios.
-sal de aquí y olvida lo que has visto- dijo casi sin mover los labios; el guerrero solo atinó a asentir y salió del lugar sin más. Thranduil volvió a concentrarse en su hermanita y trató de sonreírle pero estaba tan angustiado que probablemente pareció una horrible mueca- Onónë, tolo dan na nbar (hermana, vuelve a casa)- volvió a hablarle pero la elfa no se movió, no obstante, él era conocido por ser el elfo más cabezota de toda la familia, de todo el reino quizás, y no se rendiría jamás, menos tratándose de su hermana- Aëristdul, por favor hermanita- susurró tendiendole su blanca mano derecha; la elfa la miró con desconfianza, sin embargo eso no lo desanimó, dejó su brazo extendido en una silenciosa súplica. Poco más tarde, o quizás mucho, la pequeña mano de su hermana se juntó con la suya; estaba helada y eso lo inquietó un poco, pero no hizo nada solo dejó que ella se acercara a él lentamente.
Los brazos de Aëristdul lo abrazaron por el cuello, hundiendo ambas manos en su cabello rubio y rompiendo a llorar. Thranduil la abrazó en respuesta y la mecío de adelante hacia atrás acariciando el sucio y enmarañado cabello rubio de su hermanita.
-shh. Uuma dela (ya pasó todo)- susurró en su oído intentando calmarla, en vano-. Te llevaré a casa, tú no te preocupes por nada, ya estas conmigo- continuó diciendole mientras la cargaba para sacarla fuera de aquella construcción medio derruida. Se aseguró de que su capa la cubriera bien antes de salir y no dejó que nadie la tocase, ni siquiera para ayudarlo a subirla en su montura; él bien podía arreglarselas solo- Losto vae onónë, losto vae (duerme bien hermana,duerme bien)- le susurró antes de espolear a su caballo dirigiéndose hacia Mirkwood a toda velocidad, seguido de sus guerreros. No se detuvo por nada ni nadie y los guerreros apostados en las puertas del reino no osaron detenerlo, pues todos sabían muy bien sobre el temperamento del príncipe.
-Llamen al rey y la reina, y suban toallas limpias y agua tibia- comenzó a dar instrucciones mientras desmontaba- que vayan a la alcoba de Aëristdul- terminó de decir y sin más, corrió hasta la recámara de su hermanita y la dejó cuidadosamente sobre la cama, aún cubierta por su capa. Se quitó la armadura tan rápido como fué capaz hasta quedar solo con su camisa y sus pantalones dejando todo lo demás en una desordenada pila.
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Gélidos latidos
FanfictionAl principio estaba vivo, era calido, divertido, salvaje; era un refugio; pero su corazón fue perdiendo partes en el camino. Se hizo frio, estructurado, serio; se cerró y aunque seguía viviendo, ya no se sentía vivo, solo respiraba.