Capítulo 6

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Salimos de la escuela,  y le pregunté a dónde íbamos ya que nos estamos dirigiendo hacia estacionamiento.

-Por mi auto- me dijo, y era un alivio porque el mío lo dejé en casa debido a que Caroline trajo el suyo y nos fuimos en él.

-Te llevaré a los mejores tacos de Washington

-¿A sí?- le dije - Pues yo también conozco unos deliciosos por aquí- de informe.

Usa cara de asombro y me abrió la puerta de su auto, el cuerpo por dentro olía kiwi fresa, muy relajante. Era cítrico y dulce simultáneamente.

Cerrar la puerta y cruzó para después entrar y cerrar la suya de sí, para después comenzar a manejar.
Los sillones eran muy cómodos y bastante limpios, empezamos a platicar de nuestro día, obvio burlandonos de los maestros infernales, bastante peligrosos.

Pero no más que "

Mis ojos Se abrieron como platos al escuchar esa voz en mi cabeza. Era la voz de la asesina.

"Cállate" orden y mentalmente, tenía miedo de que decidiera salir ahora y atacara a  Drake o cualquier otra persona.

- ¿Te pasa algo?- dijo Drake, por su expresión algo preocupado.

-¿Qué?- le dije,  tratando de no titubear, lo cual logré con facilidad.

-¿Que si te pasa algo?- repitió.

-Aah no, descuida- traté de zanjar el tema.

-Es que de pronto callaste parecías asustada, pensé que te había sucedido alguna cosa o algo por el estilo.

- No- dije en una risa nerviosa.

-¿Segura?- preguntó bastante intrigado.

-Segura- aseguré.

-Bueno- dijo y con eso seguimos conversando.  Cuando llegamos pedimos nuestra orden, Yo casi no pedirlo acostumbrado,  ya que mi apetito se había esfumado completamente pero no podía quedar mal o hacerle una descortesía Drake y decirle que ya no quiere ir a comer y que me llevara a casa.

Eso hasta a mí me desconcertaría.

-Estoy que reviento- dijo sobando su estómago y levantando un poco su camiseta y...

¡Santo Cristo!

Este hombre tiene un abdomen muy trabajado por lo que alcancé a ver accidentalmente y ya sentía el color apoderarse de mis mejillas, así que retire mi mirada rápidamente y trate de ocultar mis mejillas coloradas con mi cabello negro que cae en pequeñas ondas por mis hombros.

De pronto sentí una mirada Así que voltea hacia Drake y en efecto era él.

-¿Qué?- dije a un roja.

-Me gustan mucho tus ojos, azules, azules como el mar al atardecer- dijo él.

-Que poeta- respondí divertida, pero si el efecto yo tenía ojos azules, qué contrastadas muy bien con mi piel de un tono, mis ojos resaltan más que cualquier otra cosa que yo poseo, incluso más que me figura que sin presumir o halagarme tengo buen cuerpo, es a veces me incomoda y otras veces me gusta, porque la ropa el noventa por ciento de tiempo me queda bien, esa debo admitirlo.

-Que puedo decir, George Washington, me queda corto- dijo y yo estalle en risas.

- George Washington no escribía poesía, él fue el primer presidente de los Estados Unidos entre 1789 y 1797- aclare entre risas, por lo cual se me unió.

-Que lista- dijo aún riendo.

-Por algo soy la mejor en mi clase de historia universal- dije orgullosa.

-Que presumida- dijo con una ceja levantada.

-JA JA, ahora estamos debatiendo mis defectos y virtudes, por lo que veo.

-No, claro que no- dijo con ironía por lo cual entrar cerré los ojos en su dirección.

-Por supuesto- finalicé.

-Bueno, ¿quieres que te lleve a tu casa?

-Claro

-En una bonita carroza

-¿Desde cuándo se le dice carroza a un auto?- cuestioné.

-Desde hoy- me sonrió.

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