Capitulo 1

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Era de noche en una común granja de rocas propiedad de la familia Pie conocidos por su gran seriedad entre todos los ponis. La noche parecía una tranquila noche como otras de no ser por...

PUM! PUM!

Unos disparos al aire hicieron huir a tres ponis en la oscuridad con lo que parecía una pequeña caja de madera; no se podía apreciar la apariencia de eso desconocidos ponis.

-¡Vuelvan aquí ladrones! – grito un poni terrestre de pelaje color marrón claro, crin gris y Cutie Mark de un pico; llevaba un sombrero y grandes patillas. Aquel poni no era otro que el miembro masculino de la familia Pie, Igneous Rock el cual tenía una escopeta entre sus cascos.

-Querido tendremos que llamar a la guardia real, es la tercera vez que nos roban – dijo una yegua terrestre de pelaje gris pálido, crin verde grisáceo y Cutie Mark de tres rocas; lleva unos anteojos dorados. Ella era la esposa del poni Igneous Rock, su nombre Cloudy Quartz.

-Ya te dije que conmigo basta y sobra para acabar con esos maleantes, además dudo que la princesa les brinde ayuda a unos simples granjeros.

-Pero tienes que saber que tenemos 4 hijas a las que cuidar – el poni pareció reconsiderarlo – además nada perdemos con intentarlo querido.

-Mamá, papá ya se fueron esos sujetos – dijo la voz preocupada de una potrilla de pelo rosado, crin del mismo color pero esponjado con una Cutie Mark de globos de distintos colores.

Su padre rápidamente guardo la escopeta y cambiando a un semblante más tranquilo se acerco a su hija.

-Descuida Pinkamena, ya se fueron, tu madre y yo nos aseguraremos que no se atrevan a acercarse – una linda sonrisa adorno el rostro de la potrilla – ahora porque no vas a dormir con tu hermana Maud.

-De acuerdo papá – fue lo último que dijo dando saltos hacia el cuarto de su hermana mayor.

-Traeré un papel, la pluma y la tinta; mejor tener listo la carta que mañana temprano pasa el cartero.

-De acuerdo – soltó un pesado suspiro y se fue a la sala.

...

Temprano en la mañana en el castillo de Canterlot la monarca se encontraba en el balcón de su cuarto elevando el sol como siempre lo hacía para sus queridos ponis.

Luego de eso bajo yendo a la sala del trono mientras los soldados y sirvientes le deseaban los buenos días haciendo la típica reverencia a pesar de que a ella no le gustaba ese tipo de formalidades.
Una vez llegado a su trono tomo asiento preparándose para sus deberes reales que eran el papeleo y unas que otras veces tener una reunión con los ponis aristócratas, aunque hoy no era el caso.

-Manehattan necesita urgentemente guardias – leyó la carta que tenia sostenía frente a ella con su magia mientras se llevaba una taza de té a su boca – *últimamente los guardias son muy pedidos, extraños los viejos tiempos donde no abundaba tanto la violencia* – vio con mucha pena al costado de su trono – *Como quisiera que estés aquí hermana* – pensó decaída la princesa, luego se sacudió la cabeza y siguió leyendo el resto de cartas; de nada serviría lamentarse, lo hecho, hecho esta.

Curiosamente todas las cartas eran del resto de ciudades o pueblos que necesitaban guardias o soldados ya que la tasa de crimen en Equestria había subido a niveles alarmantes estos últimos años.

-No me gusta esto pero tendré que enviar a los nuevos reclutas a pesar que no estén totalmente entrenados – dijo para sí misma ya teniendo una idea de cómo dividir sus tropas pero en eso se percato de la última carta la cual comenzó a leer.

Shining SmileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora