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La ira de Madara era algo que jamás querrías enfrentar, y eso Hashirama lo sabía perfectamente. O por lo menos fue algo que ignoró tomando decisiones arriesgadas.

Madara estaba cruzado de brazos, observando fijamente a Hashirama con el ceño fruncido. Parecía que Madara quisiera matarlo sólo con cruzar sus miradas, pero Hashirama era incapaz de verle a los ojos en ese momento.

Estaba temblando; se encontraba bastante nervioso por la repentina actitud de Madara, además de asustado y preocupado de pensar a dónde iba a parar su relación. No podía siquiera soltar una palabra para intentar tranquilizar a su esposo. Pero tampoco podía sólo pensar que su relación se podría echar a perder.

—M-Madara, yo... —tartamudeó Hashirama, en un intento inútil de explicar la situación.

—Hashirama, no trates de inventarte más excusas. La traición de hoy es imperdonable.

Hashirama guardó silencio, cabizbajo. Sabía que si seguía liberando estupideces Madara no le dejaría ni balbucear.

Madara no pensaba seguir en la misma habitación que Hashirama. Sólo sentir su presencia le deprimía. Pensar que su esposo lo había traicionado de esa manera.

Ya se encontraba abandonando la habitación, cuando sintió la mano de Hashirama sobre su hombro, llenándose de valor para finalmente hacerle frente al Demonio Madara.

—Escúchame, por favor —Hashirama frunció el ceño, dignándose a mirar a Madara a los ojos, el cual se giró a devolverle la mirada—. Jamás fue mi intención.

—Entonces... ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? —preguntó Madara, al borde del llanto. Estaba deprimido y el tacto de Hashirama que tanto extrañaría no hacía más que empeorar esa situación.

—Sólo... No pude evitarlo, Madara.

—Hm, ni el mismísimo Senju Hashirama puede resistirse a las tentaciones por el supuesto amor de su vida —recrimino Madara, citando palabras del antes mencionado.

—¡P-pero esto se puede solucionar! —trato de negociar Hashirama. Lo último que quisiera en esta vida es apartarse totalmente de Madara por lo que a el le parecía una estupidez.

—No lo entiendes. Esto es un asunto serio, Hashirama.

Madara afirmó con total seguridad lo que a Hashirama le parecía un poco confuso, algo que demostró con su mirada que Madara comprendió al instante.

—Te comiste mi chocolate.

Drabbles HashimadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora