-Agosto 2009.
Hoy mamá me había levantado muy temprano, era tan temprano que ni siquiera el sol había despertado, tampoco los pájaros que en las mañanas hacían sonidos bonitos cada que despertaba para ir a la escuela.
Tomé una ducha y cepillé mis dientes junto a mi cabello, al salir me puse la ropa que mamá había dejado en la cama. Ladeé la cabeza por la chamarra que también estaba en la cama junto a mi mochila, ¿íbamos a salir? No era lo único extraño, mis peluches no estaban en donde yo los había dejado. ¿Los habrá tirado a la basura?
Negué con la cabeza, mamá no haría eso, no me había portado mal los últimos días.
Bajé las escaleras tallando mis ojos con mis manos, aún tenía mucho sueño, el día anterior había ido al parque con Yung; corrimos, saltamos, bailamos, cantamos, hicimos de todo un poco como para terminar tan cansada.
Como sí fuera magia, Yung se encontraba sentado en el sofá, reconocía su cabello hasta de espaldas. Di la vuelta al sofá para mirarlo de frente, estaba hablando con mis padres y no lucía feliz como días anteriores, mantenía su semblante serio. Volteó a mirarme unos segundos para después volver a mirar a mis padres, así consecutivamente durante su charla.
Tomé asiento a su lado sin saber muy bien qué era lo que pasaba. Miré a mamá por unos segundos tratando de averiguar qué era lo que le decían a Yung, y por qué estaba tan serio/enojado. Mamá comenzó a llorar, escondió su rostro en el pecho de papá, a lo que el último la abrazó para tranquilizarla. Desvié mi mirada hacia Yung, no me devolvió la mirada, miraba fijamente el suelo como sí fuera lo más divertido de hacer a ésta hora.
Me molestaba mucho ser yo, no entendía las cosas de los adultos, aunque mayormente era porque hablaban en el idioma de Yung. Aún así, sabía que no comprendería lo que pasa por sus cabezas aburridas sin diversión. Pensándolo bien, Yung era una persona casi adulta para mi pero siempre era divertido y jugaba conmigo, ¿en qué se diferenciaba de papá y mamá?
Papá y mamá la mayor parte del tiempo se la pasaban serios, sonríen a menudo pero no tanto como Yung que es todo lo opuesto, sonríe mucho y de ser serio no lo es, o al menos era la segunda vez que lo veía tan serio. La primera vez fue después de lo que pasó con los chicos hace un tiempo, era un asunto serio e importante, el de ahora quizá también lo era y por eso también estaba serio.
Para no verlo tan serio me subí a sus piernas, piqué su mejilla con mi dedo, le di un leve pellizo a su nariz hasta que logré hacerlo reír.
Fue una risa muy corta, no una carcajada como las que solía soltar conmigo, me conformaba con eso por ahora. Pocos segundos después volvió a su semblante serio para seguir la conversación con mis padres.
-Princesa, ve a desayunar, ¿sí? En un momento voy. -Dijo mamá, poniendo la mejor de sus sonrisas en sus labios.
Asentí bajando de las piernas de Yung. Al llegar a la cocina tomé el cereal y lo serví en un plato junto a leche. Mi desayuno fue tan tranquilo a diferencia de los otros días en que mamá me apuraba porque llegaríamos tarde a la escuela y ella a su trabajo, ¿hoy no trabajaría?
Yo estaba de vacaciones, según lo que papá dijo. Pero mamá no tenía vacaciones, solo día libre los domingos y ayer había sido domingo puesto que pasamos el día juntos asando carne con mis tíos. ¿Qué estaba pasando?
Dejé lo que utilicé en el lavabo volviendo a donde se encontraban los tres, Yung ahora estaba cruzado de brazos negando aún con el semblante serio. Mamá dejó de hablar para mirarme.
-Cariño, ve por tu mochila, tenemos que irnos.
-¿A dónde vamos, mami?
Yung desvió la mirada, se levantó y abandonó la casa. En verdad, ¿qué estaba pasando?
-Saldremos un rato. -Murmuró nerviosa, su voz temblaba.
-Has caso a tu madre, ve por tu mochila. -Ordenó papá también con el semblante serio, no tanto como el de Yung.
Subí la escalera y fui por mi mochila, la coloqué en mi espalda. Al bajar mamá me esperaba en la puerta principal, corrí hacia ella y tomé su mano hasta el auto, me sorprendió ver a Yung ahí, creí que se había ido a su casa.
Durante el trayecto me la pasé jugando con Yung a veo veo, moría de risa por cada vez que le tocaba a él, siempre elegía lo mismo, la respuesta era el cielo. O lo hacía porque era tonto o lo hacía para dejarme ganar.
-Llegamos, me adelantaré a entregar las maletas. -Susurró mi papá para mi mamá, pero lo había escuchado perfectamente.
Maletas, ¿a qué se refería con eso? ¿Mamá va a viajar? ¿Papá va a viajar?
Caminamos por minutos en silencio, tomaba la mano de Yung, él me sujetaba con fuerzas sin lastimarme, con el miedo de que me fuese a perder entre tanta gente que había aquí. ¿Qué era aquí?
Escuché una voz parecida a la de un computador, había escuchado esa voz en algún lugar, me inquietaba mucho. Recordé, cuando era más pequeña, la primera vez que viajamos hacia donde ahora vivimos.
Mamá y Yung se detuvieron, el último se puso de cuclillas, de mi estatura, y dejó un beso en mi frente. Acomodó un cabello rebelde que caía encima de la misma, colocándolo detrás de mi oreja; lo solía hacer muy seguido. Papá llegó a los minutos.
-Tenemos que irnos ahora.
Mamá tendió su mano hacia mi, fruncí el ceño. ¿Por qué quiere llevarme sí allá no puedo pasar, solo quien va a viajar?
-Pero allá no puedo ir, mami.
La lógica me cayó como un balde de agua fría.
Nos iríamos.
Quizá no regresaríamos.
Yung se queda aquí.
Yo me voy.
Estaba enojado porque me iría.
En un impulso me sujeté a Yung con fuerza comenzando a llorar sin parar, sorbía escandalosamente por la nariz.
-Cariño, tenemos que irnos. -Repitió mamá las palabras de papá.
-¡No! ¡Yung no va, tampoco yo! -Grité con toda la fuerza que podía.Perderíamos el vuelo por mi culpa, por lo que papá me sujeto de la cintura y comenzó a tirar de mi para que soltara a Yung, no lo hice. No voy a dejarlo.
-¡No me voy!
-Vamos a perder el avión. -Dijo papá, su cara estaba muy roja, estaba enojándose.
Regresé mi mirada a Yung, apretaba sus labios con fuerza e hizo lo que nunca creí que iba a hacer.
Soltó mi agarre de su camisa.
Grité con toda la fuerza que podía mientras papá me alejaba cada vez más de Yung. Estaba dejando atrás al chico que me salvaba del aburrimiento, de los niños malos, el único que jugaba conmigo a pesar de no entenderme. No me entendía con palabras, pero me entendía inexplicablemente más que mis propios padres, con los que estuve toda la vida.
Una lágrima resbaló por su mejilla y no estaba allí para secarla. Cubrió su rostro con sus manos, seguía ahí de cuclillas como si aún estuviera ahí.
Cada vez se veía más pequeño, no se movía de esa posición. De un momento a otro ya no podía verlo, pero sabía que seguía ahí. ¿Lo volvería a ver alguna vez? Quería pensar que sí, que mis padres no eran tan malos como para no querer venir nuevamente a Corea. Pero por lo pronto, me espera una vida larga sin mi compañero de crímenes.
Adiós, Yung.
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¿La mejor amiga de V? | Kim Taehyung; BTS.
FanfictionKim Taehyung. V. Integrante de BTS. El chico adorable con voz de hombre que pasó por la pubertad cinco veces. Mira, su mejor amigo. Mira, su familia. Esperen, ¿y la mejor amiga de V? Queda prohibido la copia total y/o parcial de ésta obra. Derechos...