Capítulo uno.

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-Diciembre 2005.

-Repite conmigo. -Pronunció en un acento español terriblemente mal que logré comprender difícilmente. -Annyeonghaseyo.

Ladeé mi cabeza mirándolo fijamente, era claro que no podría repetir ese trabalenguas tan extraño.

Hace pocos días me había mudado a Daegu a mi corta edad -o era lo que escuchaba a mis padres hablar-. No comprendía que tan lejos me encontraba de mi ciudad natal, pero según mis padres era casi al otro lado del mundo. Todos hablaban raro, no lograba entender lo que me decían, puesto que solo sabía hablar español.

Unos días después de llegar conocí a Yung, un chico mayor que yo que intentaba enseñarme a hablar como él. Era extraño porque mis padres podían hablar con él, pero yo no.

Bajé mi mirada a mis manos sintiéndome de inmediato derrotada, no podría pronunciar eso. Elevé la antes mencionada al sentir sus manos en mis mejillas, provocó que lo mirara fijamente y repitió.

-Annyeonghaseyo. A n n y e o n g h a s e y o.

-Aniónaceyo. -Traté de repetir, el mayor soltó una carcajada acompañada de la de mis padres.

Mi papá le dijo unas cuantas palabras a Yung, claramente que no entendí. Mi mamá se puso de cuclillas frente a mi después de escuchar lo que Yung le había dicho para repetirlo en español.

-Yung dice que vendrá mañana a tratar de enseñarte más palabras.

Inevitablemente formé un puchero con mis labios y la forma más rápida que pude me sujeté de su pierna evitando que se fuera. Los niños de aquí no querían jugar conmigo, siempre me sacaban la lengua o me lanzaban tierra cuando intentaba acercarme a ellos; Yung es el único que desde que llegué juega conmigo. Aunque no lo entienda ni él a mi, es muy divertido ver sus expresiones o las voces raras que hace al jugar con mis muñecas.

El mayor sonrió mostrando sus dientes, esa sonrisa me la contagió a mi e inevitablemente a mis padres. Era una de esas sonrisas que nunca en mi vida había visto; tan sincera y real.

Yung le dijo unas cuantas palabras a mis padres, ellos asintieron a lo que dijo y entraron nuevamente a la casa para dejarnos a solas

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Yung le dijo unas cuantas palabras a mis padres, ellos asintieron a lo que dijo y entraron nuevamente a la casa para dejarnos a solas. El mayor se colocó de cuclillas frente a mi e hizo señas raras indicándome que se quedaría un poco más.

Por la alegría empecé a saltar y rodeé su cuello con mis brazos dándole un abrazo lo más fuerte que podía. Tomé su mano tirando de él hacia la casita de madera que se encontraba en el jardín, por lo que sabía era la casita en la que solían jugar las anteriores dueñas de la casa, antes que mis tíos y nosotros llegaramos aquí.

Me metí en la casa e hice que Yung se sentara. Comencé a preparar una deliciosa cena para él, que consistía en tierra, agua, césped y algunas piedras; la pizza más perfecta de la historia. Coloqué la pizza encima de uno de mis platos de juguete, rápidamente llené la tetera de agua para después poner en las pequeñas tazas de plástico.

Llevé la comida junto a la bebida al lugar donde había dejado sentado a Yung, fruncí el ceño al no verlo ahí, sin embargo, dejé la comida para buscarlo. Comencé a gritar su nombre mirando a todos lados en busca de ese cabello rebelde tan característico de él, pero no había nada. Regresé al lugar donde estaba la comida sentándome ahí, crucé mis brazos con enojo de solo pensar que se hubiese ido sin despedirse de mi.

-¡BUUUUUU! -Gritó el mayor a la misma vez que tocaba mis hombros.

Fruncí el ceño sin inmutarme ni un poquito. Me levanté y tomé asiento en otro lado dándole la espalda aún con mis brazos cruzados encima de mi pecho. Yung, como era de esperarse, me siguió hasta colocarse en frente de mi de rodillas con un puchero en sus labios, estaba haciendo una cara de cachorrito pidiéndome disculpas sin palabras.

Negué con la cabeza dando media vuelta, una vez más le di la espalda

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Negué con la cabeza dando media vuelta, una vez más le di la espalda. Sentía su cálido aliento chocar contra mi oreja y cabello, lo siguiente que sentí fueron sus manos en mi cintura, dando paso a que sus dedos me hicieran cosquillas en esa zona. Sin poder evitarlo solté más de una carcajada, no podía enojarme con mi compañero de crímenes eternamente.

Pasamos lo que quedaba de la tarde entre risas y una que otra maldad por parte de ambos hacia el vecino calvo que siempre traía consigo un mal genio. La siguiente mañana la pasé jugando con mis muñecas mirando a cada rato el reloj de pared, papá me había enseñado como debían estar las manecillas justamente en la hora que Yung salía de su escuela. Solía esperarle cada mañana para jugar con él, puesto que al ser "diferente" los niños no se interesaban en hablar conmigo.

-Princesa, ¿puedes traerle a mami el periódico?

-¡Claro, mami! -Respondí asintiendo a la vez que limpiaba mi vestido una vez me encontraba de pie.

Con dificultad logré abrir la puerta de entrada, asomé mi cabeza mirando en todas las direcciones, no quería tener que toparme con esos niños molestos. Al no tener señales suyas accedí a terminar mi recorrido por el patio para tomar el periódico, pero justo lo que evitaba pasó.

Los tres niños me miraban fijamente arrugando la nariz con asco, bajé la mirada apretando mis labios sintiéndome mal. ¿Por qué no querían jugar conmigo? Nunca les había hecho algo malo que recordara.

Abrí la boca en una perfecta "o" al momento de sentir algo caerme, bajé mi mirada para encontrarme con tierra en mi vestido. Elevé mi mirada, los niños me lanzaban tierra sin ningún remordimiento, ni mostraban señales de querer detenerse. Di un sorbo por la nariz comenzando a llorar, la tierra estaba por todo mi cuerpo, incluyendo mi cabello.

Escuché un grito, seguido de mi nombre. Mi mirada fue a parar en el dueño de la voz, Yung. Vestía su uniforme escolar y lucía un tanto enojado con los niños, quiénes hacían muecas ante lo que yo creía eran regaños.

-¡Yung!

Casi por inercia el mayor dejó de regañarlos para venir en mi encuentro, sacudió mi vestido junto a mi cabello sonriendome en un intento de decirme que todo estaba bien.

Fue ahí donde me puse a pensar. Yung era como mi súper héroe, llegaba en el tiempo correcto para salvarme o inclusive cuando lo necesitaba. Esperaba nunca perderlo.

¿La mejor amiga de V? | Kim Taehyung; BTS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora