Los misterios de Dios

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Si me voy antes que tú hay tres cosas que no debes olvidar, la primera es que eres maravillosa, no importa lo que diga la gente o que tu pienses lo contrario, ser tú te vuelve asombrosa, no permitas que nadie te diga lo contrario, la segunda es que las cosas cambian más rápido de lo que nos gustaría, pero que sin embargo tienes la opción de aprender a flotar o ahogarte, es más sabio lo primero, nos salva de tempestades futuras y nos dota de la paciencia para esperar a que el mar vuelva a la calma, la tercera es que aunque sea verdad que te amo y que me amas, tienes el derecho de volver a sentir lo mismo por alguien más, porque tu lugar en mi es irreemplazable y mi lugar en ti también lo es.

                                                                                                    ...

Era la mañana del quince de febrero de mil seiscientos noventa y dos, el pueblo de Ipswich había sido asolado por sucesos extraños varias noches atrás, por lo menos eso decían los rumores, cantos demoníacos inundaban los cielos y extraños indicios aparecían en las puertas de los vecinos del lugar. El miedo latente poco a poco se volvía más real, dos personas halladas muertas, una en su propio lecho y el otro, Hannes el tabernero, en una vereda a las afueras del pueblo, con una estrella de apariencia extraña sobre el pecho.

Aquel mismo día la única hija de Rod Reiss gobernador del lugar cumplía quince años, también se cumplían quince años desde que el hombre enviudó, aquella niña había llevado la desgracia a su familia su hermana mayor había muerto meses después en circunstancias extrañas y la madre había muerto al darla a luz.

Por su parte el hombre jamás había estado del todo seguro de la pureza de aquella criatura que se presumía hija suya, obró según le dictaba su corazón, la había presentado en la iglesia buscando el consejo del sacerdote, fue entonces que decidió llamarla Christa ''la que sigue a Dios'' creyendo que con aquello se dirigiría por el camino del bien.

Como cada año en esa fecha y a primera hora de la mañana ambos iban al templo a orar en agradecimiento y a pedir que la muchacha siguiera por aquel camino admirable de castidad y pureza de alma.

—Señor tu que eres tan grande y bondadoso quiero agradecerte por tenerla un año más conmigo, porque en el transcurso de estos la has bendecido con tu gracia conduciéndola por el camino del bien, te pido que la conserves más tiempo conmigo y que le concedas la castidad para que llegada la edad pueda consagrar su vida a ti. —El silencio se hizo presente tras aquella plegaria, sólo interrumpido por el soplo del viento, el hombre dirigió su mirada hacia su hija esperando escuchar la acostumbrada oración.

—Dios misericordioso, tu que eres tan bueno y sólo me has traído dichas en el transcurso de mi vida te pido por el bienestar del pueblo, sobre todo por el bien del gobernador mi padre y; ruego como todos los días que le hayas concedido a mi madre la gloria eterna, que goce junto a ti de las dichas que solo los bienaventurados son capaces, que la conserves en esa eternidad a la que todos aspiramos, te pido por los desdichados, por los huérfanos, por los pobres, pero sobre todo por los pobres de corazón y por los que aún no te conocen, que por tu gracia comprendan que el sufrimiento de este mundo terrenal es pasajero.

La joven dio un paso hacia el altar y se arrodilló juntando las manos, a ojos cerrados y continuando su oración en silencio.

Christa era una criatura hermosa, los cabellos rubios ahora cubiertos por el velo le llegaban a la cintura, sus grandes ojos azules no expresaban otra cosa que bondad; era menuda aunque conservaba las curvas femeninas de una joven de su edad, y su piel era tan blanca y sin rastro de imperfección que relucía.

La pequeña rubia era pretendida por varios hombres tanto del propio como de los aledaños, sin embargo ella estaba tan decidida de entregar su vida al servicio de Dios que tenía la vista puesta en el próximo año para poder ser aspirante y a los diecisiete convertirse en novicia. Su padre veía aquello con buenos ojos, aunque no descartaba la idea de que contrajese nupcias y se convirtiera en la perfecta ama de casa.

Si me voy antes que tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora