BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA

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La noticia corrió rápido, el alcalde detenido por la muerte de un cuerpo sin identificar encontrado en su propiedad, los interrogatorios, los rumores sobre la inscripción con sangre, el cura que los exhortaba a todos a abandonar el camino del pecado y que les aseguraba que aquello no podía ser obra de Dios, sino del maligno y que en tiempos oscuros había que orar y permanecer fieles a su credo.

Era el tercer día que los mantenían en resguardo, el tercer día que Reiner trataba de persuadir a Christa de tomar la salida fácil, les habían quitado el alimento por lo que el hambre, el sueño y la preocupación comenzaban a mermar su espíritu, más la falta de noticias de Ymir ¿Seguía ahí? ¿La abandonó y puso como prioridad su seguridad? No la culparía, sin embargo ansiaba que hubiese esperado por ella.

La noche llegó pronto y con ello las malas noticias, no sabían a ciencia cierta como, pero la salud del alcalde se había vuelto precaria y le concedieron hablar con su hija, en efecto sin preguntarle la llevaron ante él y para su sorpresa los dejaron a solas ¿Qué sentido tenía espiarlos? De cualquier forma ''las cartas estaban echadas'' y ninguna de sus palabras cambiaría los planes futuros.

El aspecto del alcalde no podía ser más diferente, había envejecido de golpe, se le veía exhausto, tenía moratones por donde la ropa dejaba ver, y muy probablemente bajo esta tenía más, le faltaba un par de dientes y tenía un cardenal en el ojo izquierdo, se notaba a leguas las golpizas a las que fue sometido a fin de sacarle una confesión falsa, su voz apenas era un hilo audible; pero a pesar de eso estaba sentado con la mejor cara que podía poner en su situación.

--¡Padre! – La pequeña rubia entró corriendo en la habitación y se arrodillo besándole la mano antes de incorporarse -- ¿Qué te han hecho? Si lo hubiera sabido, habría aceptado su trato.

El hombre le hizo un gesto para que se pusiera de pie y negó.

--Lo que sea que te propuso, no... los escuché hablar de un alcalde interino, bien parece que lo único que ha querido siempre es acceder al poder por medio de ti. – Susurró el alcalde. – Y yo que pensé que era un buen hombre que cuidaría de ti cuando yo faltara.

El mayor tosió cubriéndose con la manga para que no viera la sangre, las encías no habían parado de sangrarle.

--Es una trampa, ese hombre en el granero, no puede sino ser obra del asesino de Hannes y Carla, he visto al teniente Braun portando símbolos extraños, lo he escuchado hablar en idiomas que no reconozco. – Los ojos del hombre mostraban miedo y preocupación. – Christa, no me queda mucho tiempo, no aceptes su trato, aunque lo hagas... mi muerte ya está pactada. ¡No te cases con él! Sonará a un disparate, pero estoy seguro de que Reiner es un Br...

Dos guardias irrumpieron en ese momento y la voz de Braun resonaba fuera molesto porque los habían dejado solos.

--¡No te cases con él! – Gritó una última vez, justo antes de que el guardia le asestara un puñetazo y el otro sacara a la rubia a tirones de la sala.

--¡Padre! – No pudo volver, solo escuchaba el sonido de los golpes y los quejidos contenidos de su progenitor.

--Si hubieses aceptado mi trato, esto no habría sido necesario ¿Lo entiendes? – Llamó el rubio desde una esquina. – Aún no está perdido, puedes decir que si y él seguirá simulando ser el alcalde, sería bondadoso de mi parte, Es un asesino ¿De qué otra forma entrarían al granero? Según se solo existe una llave y la tenía él.

--Antes tendrías que matarme para que te obedeciera, no seré tu esposa nunca.

--Ya veremos, aún no juego todas mis cartas, a la fuerza o por voluntad propia serás mía.

Si me voy antes que tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora