Capítulo 1 | Mystic Falls.

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—Madre, nada malo pasa en Mystic Falls.

Es lo que le había dicho antes de salir de aquella oficina hace dos meses. Estaba furiosa, podía sentir el odio y la frustración corriendo por mis venas. Todo a mi alrededor carecía de sentido al sentirme prisionera de una madre sobreprotectora y paranoica. Se llenaba la cabeza de todo lo que se escuchaba por allí esos días, historias, mitos, leyendas de seres sobrenaturales que simplemente no tenían explicación ni fundamento.

No estaba dispuesta a creerme ninguno de esos cuentos de hadas, ¿Vampiros?, ¿Lobos?, ¿Brujas?, no podía ser real.

Y vaya lo tonta que era.

—Care— escucho mi nombre y doy la vuelta bruscamente —Tranquila, soy yo.

La observo sin mediar palabra y le doy a entender que puede quedarse. Sabia donde encontrarme cuando las cosas no iban demasiado bien.

—¿Qué ha pasado esta vez?— pregunta Lindsey, una prima de Stefan que había venido a pasar el verano con nosotros. No nos costó mucho hacernos buenas amigas.

—Simplemente no puedo— agaché la cabeza, conteniendo una lágrima. Ella se recostó por mi hombro, y suspiró.

—¿De nuevo pasó?

—No puedo controlarlo Lindsey, sé que se lo prometí a Stefan, pero no puedo, no soy como él.

—Cuentame. Tal vez desahogandote podrás sentirte mejor.

—Fue esta mañana, iba caminando para casa cuando lo presencie. Un auto había chocado con un árbol en medio de una calle desolada. Me asusté al principio, pero me dije a mi misma que tal vez podría arreglarlo. Entonces me acerqué y miré si había sobrevivientes, pero no se encontraba nadie en el coche.

—¿Nadie? ¿No que había pasado de nuevo?

—Deja que te cuente toda la historia. Entonces vi en la carretera gotas de sangre que dirigian hacia el bosque, pensé que quien había chocado estaría desorientado y no sabría por donde ir, así que fui tras el problema. Después de caminar un poco, me encontré con un chico, era lindo, llevaba puesto un traje blanco manchado de sangre, y parecía estar algo borracho. Me acerqué para poder cargarlo y traerlo hasta el hospital, pero ahí fue que sentí de nuevo ese deseo, ese deseo de subsionar hasta la última gota de su sangre, escuchaba sus latidos, su corazón bombear, estaba por volverme loca. Lo tomé del cuello y le clavé los dientes, se sentía tan bien, después de un tiempo volver a sentir la sangre humana, era incontrolable. Cuando acabé sentía una felicidad indescriptible, ni una pizca de culpa, hasta que miré de nuevo hacia el frente, y vi a Stefan, parado frente a mi con los brazos cruzados, y una cara de decepción que no había visto hace mucho tiempo.

—¿Stefan te había seguido?

—Se supone que deberíamos vernos, pero como yo no asistí, el debió preocuparse, y siguió mis rastros. Al encontrar el auto, tal vez supo lo que podía significar.

—El chico, ¿murió?— preguntó ella, algo agobiada.

—No. Luego de que Stefan me separara de él sólo me dijo que me fuera. Y aquí estoy.

—¿Crees que esté enojado contigo?

—No lo sé Lin, pero observe en sus ojos una expresión de decepción y enojo. Como si le hubiera fallado, y es que si lo hice— otra lágrima cayó.

—Oye, ya esta— me abrazó suavemente —Fue solo un desliz.

—Pude haberlo matado Lin, pude haberlo hecho.

—Pero no lo hiciste. Hay veces en las que caemos Caroline, es normal, a pesar de que somos vampiros, igual seguimos siendo humanos de alguna forma, y nos equivocamos. No es fácil hacer lo que haces, el control, beber de animales, yo no podría. No debes sentirte culpable por eso, está en nuestra naturaleza. Ser un vampiro puede ser un don, o una maldición Care, solo depende de la forma en que la veas.

—¿Sabes que?— me sequé las lágrimas.

—Dime— sonrió.

—Tienes razón. Solo fue un desliz— me levanté y sacudí todas las hojas que se habían quedado enganchadas a mi chaqueta —Iré a ver a Stefan, y de paso preguntar que pasó con el chico.

—Esa es la Caroline que yo conozco.

—No sé que haría sin ti Lin, ahora que no está Elena, ni Bonnie, eres la única persona con la que podría hablar de todo sin culpa.

—Para eso estamos. Sé que a veces Stefan puede ser muy odioso, y nunca viene mal una mano amiga— sonrió y le devolví la sonrisa.

KLAUS.

—¡TE DIJE QUE ME DIGAS TODO LO QUE SABES!— estampé a ese insolente brujo contra la pared tomándolo del cuello, dejándolo casi sin respirar, quería que muera por haber mentido, pero aún no, no antes de conseguir lo que queria.

—Yo no sé nada, por favor, sueltame— dijo sollozando, podía ver el miedo en sus ojos, la desesperación. Y eso me hacia sentir muy bien.

—Si no quieres morir es mejor que me digas la verdad— lo apreté más contra la pared, sus ojos me miraban fijamente, pidiendo misericordia.

—Está bien— alcanzó a decir casi sin voz. Lo arrojé al otro lado de la tienda, causando así que todas sus baratijas se desplomaran en el suelo y le cortaran una parte de la cara.

—Prometeme que me dejaras ir después de que te lo diga.

—Te doy mi palabra— sonreí, e hice un gesto para que prosiguiera.

—Elijah ha venido antes que tú. Dijo que no hablara contigo sobre la piedra, ni de su ubicación. También dejó instrucciones por si venías, diciéndome que tenía que darte una dirección equivocada.

—Elijah, siempre metiéndose en asuntos ajenos.

—Lo que sea que busques, está en Mystic Falls.

Me sorprendí al pensar que tal vez tuve que haber buscado antes allí. No en vano era el lugar donde todo mi sufrimiento empezó, de alguna forma tenia que estar conectado a la maldición.

—¿Es todo lo que sabes?— tomé un barrote de la silla y lo rompí en dos pedazos.

—Espera, espera— dijo tapándose la cara aterrado —Solo sé que una familia la proteje, tal vez sean más. No sé si es real pero cuentan que hay un grupo de familias fundadoras de esa ciudad que se hacen cargo de esas reliquias, como la que tu buscas. Si es muy antiguo, y es tan mágico como para romper una maldición, tal vez estará en Mystic Falls.

El brujo tenia razón, estaba seguro de que aquella cosa podría estar allí, y ya tenía a quien acudir para averiguarlo.

—Mi buen Henry, eres un excelente brujo, tenías mucho futuro de hecho— me acerqué a él y lo apreté contra el suelo.

—¡Soy amigo de la familia, Klaus! ¡Prometiste que no me matarias! ¡Me diste tu palabra!

—Lamentablemente para ti, yo no soy el hermano que honra su palabra.

Salpicaduras de sangre cubrieron instantáneamente mi rosto. La estaca estaba clavada justo en su corazón. Me hubiera gustado saborear más la satisfacción de una tan esperada muerte, pero habían cosas más importantes que hacer, y un lugar específico a donde ir.

Mystic Falls.

Debility || Klaroline Donde viven las historias. Descúbrelo ahora