O N E

382 31 1
                                    

Las normas son sencillas y las conoces bien: no debes abandonar nunca las murallas del castillo. Que no te vean. Que no sepan que estás ahí; que existes. Y si lo descubren no dejes que lo cuenten.
Las has memorizado desde pequeño; las tienes grabadas en el alma; a fuego.
Sí, son sencillas, joven Golden. O al menos lo eran hasta que apareció él.
Desde entonces to sencillo se ha vuelto complicado y ahora te preguntas qué hay más allá. Por qué tus padres nunca te dejaron salir. De qué te protegían. Qué temían. Qué ocultaban. Y por qué, si ellos siguieron sus normas al pie de la letra acabaron muertos igualmente.
De tu madre no guardas más recuerdo que el retrato que hay en el salón y las historias de Padre. De él, el miedo a desobedecer, su olor a pipa incluso cuando no estaba fumando y sus gritos en la noche cuando le desvelaban las pesadillas.
También las noches en vela cuidándole cuando enfermó el invierno pasado, los delirios de la fiebre y los continuos baños de agua tibia que no sirvieron para nada. ¿Fue una pulmonía lo que le mató o tu incompetencia? No tener a nadie que pueda responder a esta pregunta es lo que más te pesa.
Ahora estás solo, aunque no tienes tiempo para aburrirte. El caserón es grande, un castillo en miniatura. Y el jardín que lo rodea es suficientemente amplio para tener varios huertos y un establo con dos caballos, tres gallinas y dos vacas. Por lo que a ti respecta, el mundo, tu mundo, se reduce a esto. Y nunca has querido descubrir lo que hay más allá de las murallas, ni tampoco que te descubra a ti.
Hasta ahora.

Garden; GoldentrapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora