Los días siguientes los pasáis sin abandonar la protección de los muros. ¿Para que? Cultivar el huerto, plantar nuevas flores, cortar malas hierbas y las lecturas nocturnas os mantenían entretenidos.
Poco a poco, os vais abriendo el uno al otro, como si aquel abrazo hubiera sido la llave que necesitabais. Tú le hablas de como era Padre, la admiración y el cariño que le profesabas, a pesar de su aparente frialdad; él te hablaba de sus "brothers" (que eran como sus hermanos), a quienes quiere, pero a los que no entiende porque siempre tienen suficiente con lo que la vida les ofrece.
Él aprende a cocinar, tú a utilizar el espejo. Así descubres un millón de historias sobre el mundo que te rodea y sobre el mundo que rodeaba a tus antepasados. Las imágenes que surgen en el cristal son tan realistas que quieres acercar tu mano y tocarlas. Y también te desvela un secreto sobre el anillo de alabastro que siempre lleva con él: es igual de mágico que el espejo.
-Con él puedes viajar -te explica. -Si guardas en el interior una hoja, el hueso de una fruta o incluso un pedazo de raíz de un árbol, te lleva al lugar original donde se encuentre la planta original, esté donde esté. Increíble, ¿No crees?
De nuevo sientes la necesidad imperiosa de abandonar los muros y comprobar con tus propios ojos que Padre se confundía; que no hay razón para tener miedo.
Springtrap también te descubre las películas y te enseña un centenar de canciones a diario, algunas solo compuestas por música y otras en idiomas que desconoces. El espejo es capaz de cantar en mil lenguas. Pero lo que más adora Springtrap son las flores del jardín; puede pasar horas observándolas y estudiando cómo los abejorros vuelan a su alrededor, atraídos por su néctar.
Con el tiempo te cuesta creer que una vez trataras de cazarlo o que lo encerraras en el sótano; que fueras incapaz de hablarle con delicadeza o pedirle cualquier cosa por favor. Su nombre suena diferente, lo sientes diferente, porque él es ahora diferente para ti. Desconoces cuándo has empezado a madrugar más para aprovechar cada segundo del día con él, o a estudiar en secreto todos los libros de botánica de tu padre para contarle más secretos sobre las flores que tanto admira, o a desear que el frío os dé un respiro para que podáis pasear por el jardín cuando anochece. Pero ahora, sencillamente, quieres ser mejor. Por él. Y demostrarle que también puede aprender de ti, que tu pequeño mundo guardaba secretos que ahora quieres compartir con él.
El primer beso tiene lugar sobre la alfombra del salón, frente a la chimenea, donde el fuego devora los troncos sin preocuparse ya de si la luna está nueva o llena. Mientras Springtrap lee, tú le miras con tanta intensidad que acaba escuchando tu silencio, y entonces, cuando lo hace, no puedes contenerte y te acercas a él con precaución. Una precaución muy similar a la que debías guardar el primer día que le conociste cuando le acercaste la manzana en su celda. Y él, con la misma soltura con la que te la robó, te entrega su beso. Es un beso torpe, el primero que has dado nunca, pero el instinto te pide que te dejes llevar y tú obedeces.
Los que le siguen van siendo cada vez más intensos, más valientes y arriesgados, más perfectos solo porque son vuestros. Besos hambrientos, salvajes..., besos que se transforman en caricias, que se transforman en abrazos, en pieles desnudas, en respiraciones entrecortadas, en suspiros y gruñidos y más besos y más abrazos, y en sonrisas que prometen primaveras cuando fuera solo hay inviernos.
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Garden; Goldentrap
CasualeSiempre quisiste salir, Golden, pero... ¿No sabes que la curiosidad mató al gato?