Prologo

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-Abajo Sofia!-, le grite y solté su cinturón al tiempo que con mi mano doblaba su cabeza sobre sus rodillas.

Trate de recordar en qué auto íbamos, su padre insistía siempre en que cambiáramos de auto y de verdad esperaba que está fuera la Prado blindada.

La llevaba a la universidad cuando fuimos chocados, por delante y detrás, al tiempo.

-Que es lo que te sucede Esteban?-, ella gritaba con toda su actitud de mocosa malcriada y yo estaba atento a lo que pasaba a nuestro alrededor.

Un hombre bajo de la Tucson roja delante de nosotros, era alto y fornido, de piel oscura, llevaba un traje demasiado elegante para el corte de cabello que tenía, con marcas por todos lados... parecía presidiario.

-Baja la ventana-, me dijo el hombre tocando con sus nudillos el vidrio y pude ver los tatuajes en ellos... boxeador o presidiario.

-Puedo incorporarme?-, la estupida mocosa no tenía idea de lo que sucedía.

-Quédate abajo, esto está raro-, le hable como hubiera querido hacerlo siempre, poniéndola en su lugar, la mocosa había nacido en cuna de oro y se creía de una raza superior.

-Que abras hombre-, gritó con voz severa el tipo de la ventana.

De la Tucson había bajado otro hombre con apariencia similar y permanecía con el hombro recostado sobre su camioneta, pero no nos quitaba la vista de encima.

Mire por el retrovisor, la camioneta de atrás era negra y no pude distinguir de que marca era. En el asiento delantero de ella había un rubio mal encarado y otro hombre blanco de cabello negro y corto... esto estaba mal, muy mal.

-Eres idiota o que?, ya baja la ventana Esteban-, Sofia gritó histérica incorporándose en el asiento.

Como me hubiera gustado poder gritarle a la chiquilla insolente, pero seguro iría corriendo a contarle a papi que el guarda espaldas la había insultado y no podía darme el lujo de perder el empleo de esa forma, si dejaba de trabajar para la familia sería por mi propia cuenta y con buenas referencias.

-Baja de la camioneta-, habló el hombre de la ventana pero yo seguía tratando de lidiar con el cólico que tenía al lado.

-Ahhhhhh, tiene un armaaaa!!!-, Sofia grito y me voltee de inmediato a ver al hombre.

El me apuntaba con una FN Five-Seven, de nada serviría que esta fuera la Prado blindada, los proyectiles de esa arma penetrarian el blindaje... Demonios!, esa maldita arma había matado más militares que la primera guerra mundial.

Ignore al hombre y me apresuré a darle la vuelta a la llave en el suiche, la camioneta encendió y puse la reversa. Pase mi brazo sobre el espaldar del asiento de Sofía y mire atrás al tiempo que aceleraba, logre separar la camioneta de atrás unos pocos centímetros pero los hombres pisaron el acelerador bloqueándome el paso.

Mire adelante y ambos hombres apuntaban en nuestra dirección.

-Abajo!-, Sofia estaba tan alterada que hubiera querido poder darle un golpe y noquearla.

Los proyectiles impactaban en el parabrisas, uno detrás de otro y los vidrios se estaban resintiendo, saque mi arma, estábamos atrapados, pero no me rendiría sin darles una buena pelea.

Las personas de alrededor, los que se habían detenido para saber de primera mano el chisme, gritaban como locos y huían del lugar.

El hombre de la ventana se había retirado unos centímetros, lleve mi mano al control de los vidrios y baje un poco la ventana, lo suficiente para asomar el arma y darle entre los ojos... yo tenía entrenamiento militar y ellos eran unos miserables mercenarios.

ATRAPADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora