5...La Búsqueda

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Che Bombay...

¿Mmmm?

¿Alguna vez pensaste en cómo sería tu futuro?

¿Lo de la casa grande con muchos hijos?

Bueno, sí, eso es lo que algunos responden pero...

No me hagas esos ojitos, yo tampoco me imagino así... ¿Y vos Tigre?

¿Yo? ¡! ¡La vida perfecta sería en una casa con muchas chicas!

¿Un burdel?

No se puede hablar nada serio con vos...

Siento el viento en mi rostro y y aunque intento tranquilizarme, no lo consigo. Con Gustavo siempre compartimos sueños y esperanzas a pesar de los días duros que nos tocaron vivir. La realidad es que nunca culpamos a nadie por eso, pero la endemoniada muerte siempre estuvo cerca nuestro...

Sé que si le dijeron a mi tía que no respiraba, significa que aunque esté vivo lo van a ocultar. Por lo tanto, entrar por la puerta del frente de la clínica, ya no es una opción. Me subo por el tapial y bajo en lo que parece ser el área de rehabilitación. Me mantengo cerca del suelo y lejos de las luces, llego a un pequeño vestíbulo y me cubro con una bata blanca para cruzar hacia el área de traumatología.

—¿No tenés idea de quién será?

—No, y sería mejor no hacer demasiadas preguntas.

Comentan un par de médicos mientras fuman en el área abierta. El joven, el que formula la pregunta, es quien atendió a mi hermanito cuando tenía fiebre. Me quedo a observar, simulando que estoy hablando por teléfono hasta que ambos doctores entran por donde vinieron. Yo camino detrás de ellos evitando ver hacia las cámaras de los pasillos. 

—Necesito verlo, así que me avisan cuando esté desocupado... 

Oigo una voz y la reconozco de inmediato, me oculto en una habitación y espero que sus pasos lleguen hasta la puerta. Abro enseguida y la traigo hacia dentro, para atraparla y bloquear su boca. 

—No voy a hacerte daño. Necesito que hagas silencio.

La enfermera asiente, bajo con suavidad mi mano de su rostro y siento su respiración agitada en mi pecho.

—¿Qué hacés acá? Pensé que vos y tu hermanito ya se habían ido a casa.

—No vengo por mi hermanito, estoy buscando a mi primo. 

Me observa con detenimiento de pies a cabeza, específicamente la bata que llevo puesta y dice con una voz seductora...

—Sos muy joven para ser doctora...

—No tengo tiempo para bromas, decime si viste a alguien entrar a la clínica con dos heridas de bala en el pecho hace 40 minutos. 

—No sé de qué estás...

—No tengo tiempo para jueguitos princesa.

La amenazo con el cuchillo y su rostro se transforma. 

—Entiendo, tranquila, te digo todo lo que sé, pero bajalo por favor.

Hago caso a sus palabras y aguardo aún con el arma blanca en mis manos. 

—Llegaron con un joven en ese estado, lo atendieron en emergencias.

—¿Dónde está ahora? 

—No lo sé. Todo pasó muy rápido y cuando salió de cirugía me obligaron a retirarme. 

Guardo el cuchillo y me coloco la capucha para volver a salir. En el momento en que estoy por abrir la puerta recuerdo las cámaras en los pasillos y se me ocurre una idea, pero antes de irme...

—Una última pregunta y prometo que no volveré a molestarte. 

—L-lo que sea.

—¿Sabés si... Sobrevivió a la operación?

La Bombay, hija de la delincuencia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora