13... La Propuesta

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Francesca está dormida, abrazada a mi cuerpo, y respirando a un ritmo melodioso y tranquilo. Puedo sentir que el resto de la casa también apagó sus luces. Sé que Hollow no está porque debía marcharse con urgencia, y en este momento, espero con toda el alma que nunca pueda regresar. . . Llevo mi mano a la cabeza que empieza a dolerme de sólo pensar en el problema en que me estoy metiendo. Al mismo tiempo siento una caricia en mi rostro y con un movimiento sutil me deposita un beso en la sien.

—¿En qué estás pensando, mi amor?—El susurro me provoca una agradable sensación, me inclino para ver mejor su rostro y apreciar la belleza de su cuerpo desnudo debajo de la fina sábana de algodón egipcio. 

—¿Cuando no pienso en vos?—Me gano una brillante sonrisa de su parte y un rubor que trata de ocultar subiendo más la sábana.

—Te hablo en serio, idiota.—Me dice entre risitas, y yo no puedo evitar acercarme para regalarle un beso que nos deja sin aliento. Al terminar, ella pone un brazo entre nosotras para marcar distancia, como si esperara que ahora yo sea sincera con mis palabras. 

—Son cosas de trabajo, princesa.—Respondo y me gano un gruñido de su parte antes de girar y darme la espalda. 

Siento en mi cuerpo el frío en su ausencia y trato de disuadirlo abrazándola por detrás para apoyar mi cabeza en la suya. Ella se deja abrazar y cierra sus brazos en los míos.

—Pensé que podríamos cambiar nuestra relación desde ahora. 

—Creeme que yo también lo quiero. 

—Pero todavía no confiás en mí.—Susurra con la voz temblorosa, cierra más mi abrazo, si es posible, y continúa.—No quiero volver a perderte. No quiero que me dejes ni por un segundo. Te quiero así en mis brazos para siempre.

—Cualquiera diría que la "novia comprometida" me está proponiendo matrimonio.—Sonrío de placer al pensar en la posibilidad de estar parada en lugar de Hollow esperando a mi majestuosa novia en el altar.

—¿Y si es así?... ¿Te casarías conmigo?—Ella se vuelve hacia mí justo en el momento en que mis lágrimas caen sin remedio sobre mis mejillas.—Oh no... mi amor, no llores por favor—Me pide mientras su rostro se humedece con sus propias gotas de pena. 

—Te quiero demasiado.—Le contesto, y siento cómo tantos años de dolor y sufrimientos ocultos en mi corazón comienzan a acuchillarme tratando de abrirse paso en mi pecho. Levanto con manos temblorosas las suyas para besar dulcemente todos y cada uno de sus nudillos. 

—M-mi amor... yo t-también—Dice entre sollozos y suelta sus manos para darme un abrazo que nos deja sin aire, como tratando de olvidar la realidad y viajar juntas a un lugar donde sólo nosotras existimos...—Te quiero en mi vida, te necesito...

Sin embargo, cuando la culpa se abre paso en mi mente, suelto su abrazo y en mi estómago se forma un nudo de rabia. 

—Perdón yo... E-esto nunca debió pasar.—Me levanto para vestirme de inmediato.

—N-no, esperá Daya.—Dice Francesca bajando torpemente de la cama en un intento de alcanzarme.—No te vayas ahora, hablemos.

—No podemos hablar. No hay nada que hablar.—Termino y veo su rostro para darme cuenta de la gravedad de lo que dije. Pero si doy marcha atrás ahora sé que mi única opción será llevármela conmigo al otro lado del mundo, donde nadie pueda encontrarnos. Y no quiero darle esa vida. "Ella no lo merece", pienso antes de abrir la puerta.

—Si me dejás ahora, voy a contarle todo a Hollow.—Quedé con la manija de la puerta en la mano sin poder avanzar.—Te lo juro Daya.—Reafirma en un intento desesperado por detenerme. La miro y en sus ojos puedo encontrar un vacío infinito, los restos de una vida en la que nunca se le ha dado oportunidad de elegir. 

—Si le contás lo nuestro a Hollow, esta será la última vez que verás mi rostro.—Cierro la puerta detrás mío, sin darle tiempo a responder, y me marcho de la mansión incapaz de mirar atrás.





La Bombay, hija de la delincuencia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora