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Mi día ayer fue horrible no podía ser peor. Conocía Cameron Carter. Si ese chico tan atractivo guapo hermoso lindo con cuerpo perfecto... peor idiota. Un idiota irritante molesto quejica, hipócrita e insensible que me acosa desde ayer.

Soy quejica peor esa soy yo y no pienso cambiar no quiero.

Me levanto con ayuda del despertador después de una horrible noche como la de ayer. Como todas las noches he vuelto a llorar y despertarme cada hora por horrible pesadillas. Cada vez duermo menos y lo paso peor. No sé porque lloro pero las pasó perras.

Me levanto mareada, estoy muy cansada. Cuando me incorporo empiezo a verlo todo como si se moviese no he vuelto a dormir bien. Tengo que hacer algo.

Saco unas pastillas de mi mesilla de noche y me las tomo ni yo sé para qué son pero mi madre dicen que me viene bien. Desde que las empecé tomar he dejado de tener tantas pesadilla pero los efectos están dejando de funcionar cada vez tengo más pesadillas aunque hemos intensificado la dosis nada sirve solo recuerdo imágenes y gritos de un chico que te atormentan todas las noches.

Cojo el vaso de agua de la encima de la mesilla saco una pastilla y me la trago con ayuda del agua. Me paso al manso por la cara y me estiro los brazos.

Quito la sabana de mi almohada que está llena de rímel corrido y la tiro en el cesto de la ropa sucia. Al igual que mi pijama y la ropa interior. Camino como un zombi hasta la ducha y me doy una dicha completa de pelo y cuerpo para despertarme un poco y quitar el sudor de la noche que tengo.

Me meto en la ducha modelo el agua hasta que esté caliente y dejo que me moje Mi maquillaje de ayer desaparece al igual que el sudor. Agarro la esponja y dejo que caiga sobre ella un chorro de champú de vainilla y me jabono con ella. Mientras pienso en todo.

Espero que no venga Cameron o si bien que pase de mí. Porqué es un completo idiota.

Salgo de la ducha con una toalla enrollada al cuerpo encogida del frio que hace fuera del agua. Camino dando pequeños y rápidos pasos hacía el armario y selecciono la ropa. Abro el armario y saco de uno de los estantes un sujetador de tirantes anchos negros, unas bragas negras, un pantalón corto vaquero de tiro alto un poco roto que me llega hasta los muslos, una camisera de hombro suelta con negra con el dibujo de una calavera blanca en el centro un cinturón negro. Unas medias de rejilla y unas botas militares negras de cordones.

Me visto me pino ligeramente y me seco el pelo haciendo que me quede como siempre ligeras y pequeñas undulaciones o el intento que sale. Me aplico una pequeña capa de maquillaje que consiste en rímel y la ralla interior del ojo negra y salgo lista. Agarro la mochila antes de bajar las escaleras y desayunar aviso a mi hermano para que se despierte.

-Álvaro despierta ¡ya!- como siempre aporreo su puerta con los puños, dando grito y pegando patadas a puerta con las botas hasta que se oigo un grito significando que se acaba de despertar.

-Ya va pesada- me grita desde dentro y sonrió feliz.

Música para mis oídos.

Ahora ya lista bajo a desayunar, agarro la mochila bajo las escaleras y la dejo cerca de la puerta.

Abro el armario y busco algo para desayunar. Pero... no quiero las palabras de ayer que me dijo Cameron me molestaron, me molestó tanto que ahora estoy molesta y no quiero. Cojo una taza y la relleno de leche y cojo un donuts. La leche la mete al microondas y la deja calentarse un minuto. Al terminar la saco y cojo el donuts y con asco lo unto y me lo pienso antes de darlo un bocado.

¿De verdad estoy gorda? Me pregunto mirando el donuts.

«Si lo estás» me dice la conciencia.

PrimaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora