Capítulo Dieciocho

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Llorar nunca era una buena opción, sin embargo, era lo único que podía hacer mientras mi vida se caía a pedazos alrededor de mi sin más

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Llorar nunca era una buena opción, sin embargo, era lo único que podía hacer mientras mi vida se caía a pedazos alrededor de mi sin más. ¿Qué había pasado? ¿Cómo era posible olvidar cinco meses de mi vida? ¿Qué estaba mal? ¿Por qué todo en mí dolía?

Esas eran preguntas que jamás tendrían realmente una repuesta, al menos en ese momento...

Para mi aun era ayer, y el ayer mío era en una discoteca bailando hasta el cansancio con Laura, mi mejor amiga. Sabía que sonaba loco,

sin embargo, en mi cabeza no existía otro momento que no fuese el que estaba declarando, aún así, un doctor y mi hermano me aseguraban que no, que eso no había sucedido en el ayer de ellos y mucho menos en el mío, aseguraron que mis recuerdos eran del pasado y me encontraba atrapada en un lapso que ya había sucedido hacía mucho....

En ese momento iba a volverme loca, estaba segurísima de ello y para completar mis males, a mi mente seguía llegando la imagen de unos ojos azules llenos de dolor y ansiedad.

Ojos azules.

Mariposa azul.

Cielo azul.

¿De donde venía todo eso?

Tenía que ver a mis padres, y si, sucedía algo malo conmigo, porque por primera vez en la vida quería verlos, deseaba que me gritaran y me humillaran, necesitaba saber que todo estaba igual para no perder la cordera, pero entonces... Blake se había negado a llevarme a casa, había dicho que primero necesitábamos hablar, que aún seguía confundida y no era sano para mi ir a verlos sabiendo como eran ellos de perversos conmigo.

Así que como no me quedaba otra opción y seguía demasiado entumecida, simplemente me dejé llevar por mi hermano, no sabía a donde íbamos, lo único importante era que nos estábamos moviendo y eso me ayudaba a no entrar en pánico.

Quizás algunas personas pensarían que estaba exagerando, pero... ¿Se imaginan despertar después de un accidente y no recordar nada? ¿Se imaginan despertar con un dolor en el alma y no saber a qué se debe? ¿Se imaginan despertar desolada y no saber a quien llorarle?

Si, imaginarlo era fácil, vivirlo era ya otra cosa...

Me iba a volver loca, y Blake lo confirmó cuando me dijo que solo debía descansar y dejar de hablar sola, aseguró que yo misma podría ayudarme a recuperar y que todo era cuestión de tiempo, sin embargo, algo dentro de mi me decía que el tiempo no tenía nada que ver en aquel asunto.

Después de haber abandonado el hospital, él condujo hasta una gran casa con fachada suave, el lugar era casi como una finca, las personas más cercanas a nosotros estaban algunos kilómetros al sur y todo a nuestro alrededor era un denso y resplandeciente bosque. El lugar era perfecto para distraer la mente y pasearse por los bellos jardines, el silencio era tan suave que incluso encontré una pizca de calma dentro de mi fuerte caos.

El arte de amar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora