El ascensor subía demasiado lento para su gusto. Su impaciencia se agitaba con el movimiento de su pierna en un vaivén que se consideraría violento, su pie golpeaba el suelo a un ritmo desconforme, y sus ojos se clavaban en los números del ascensor, esperando llegar al piso quince de inmediato.
Se cruzó con varios chicos del staff a los cuales ignoró amablemente con un saludo; apenas el número quince se iluminó y las puertas de metal se abrieron con tanta ligereza como se acostumbraba, YoonGi salió corriendo llevando consigo el libro en su zurda para no perderlo, siendo conducido a la sala por la interrumpida melodía de un piano algo desafinado.
Dio tantas vueltas, buscando entre sus memorias y guiándose por el piano el camino hacia el estudio de grabación, ensordeciendo de repente cuando la seca melodía fue más meliflua hasta acabar repentinamente, dejando un montón de acordes colgando en el aire como castigo por su mala coordinación. Silencio. No lo aguantaba, no se podía ubicar entre tanto silencio y poca claridad. El sol parecía no existir en aquel piso.
Como si fuese una salvación, la voz de Taehyung, grave y risueña, se escuchó lejana pero clara, un susurro a la noche que se perdía entre las estrellas que llevaban el canto a la luna. Suspiros raspaban el micrófono y el piano acunó las letras como si ésta fuese su madre, dándole un sentimiento menos amorfo.
El piano calmaba el agobio de YoonGi, retomando una calmada caminata mientras tomaba las palabras que Taehyung cantaba para llegar a destino.
Él no estaba llorando, ninguno lo hacía.
Lastimero como sonaba, Taehyung elevó su tono escasamente, cantando con miedo y con pecado. Una parte las notas del piano siguieron solas, afrontando un tiempo escaso antes de que Taehyung volviera a tararear grave y con temblores, como si antes hubiese llorado.
Se acercó a la ventana transparente que cubría toda una pared, y lo vio allí dentro: cantando con los ojos cerrados, vistiendo una camisa blanca abierta con su camiseta abajo, un gorro café sobre sus cabellos castaños, y los labios secos de tantas verdades.
Un último repaso de los labios sobre el micrófono, y la tonada finalizó, dejando el inmarcesible tono agraviado de exactamente cinco teclas, finalizando completamente.
YoonGi lo escuchó. YoonGi lo miró. YoonGi le sonrió. YoonGi le temió. YoonGi lo enamoró.
Para que al final Kim Taehyung enamorara a Min YoonGi.
La triste melancolía de noches interminables estaba difuminada sobre el iris de Taehyung, la ebriedad de la música se notaba en sus labios y el movimiento de su garganta junto a su nuez de Adán.
Extendía su mano para alcanzar el celeste del cielo, pero los rayos de Sol llegaban con violencia, y sin saberlo, ya era de mañana. Y seguía abandonado.
Taehyung no recuerda nada más después de la melodía de piano tan tosco que él mismo creó, sólo recuerda la amargura sobre sus labios, el sol escabulléndose por una ventana, y la mirada asombrada de YoonGi.
La puerta fue abierta abruptamente, dejando a YoonGi entrar con la misma euforia. Taehyung abandonó el piano con miedo, acariciando las teclas blancas como una despedida silenciosa que fue efímera.
—Taehyung—espetó YoonGi, temiendo las reacciones del nombrado. Se acercó con cautela a siguiente puerta que dividía el cuarto de grabación y el estudio que afinaba las notas a base de editados.
Ambos se encontraron frente a frente sin ninguna interrupción trasparente, mirándose dudosos. Taehyung no le quiso mirar más, estaba lo suficientemente decidido como para retractarse ahora. Bajó la mirada hasta las manos de YoonGi, en donde se hallaba su último cuaderno que contenía sus calcomanías favoritas. Supuso que su mayor había leído todo sus párrafos y se burló de sus dibujos, o algo similar.
—Taehyung—volvió a hablar YoonGi, buscando recatadamente los ojos de su menor para hablar con más calma. Se encontró con un pequeño cristal líquido que bajaba por el pómulo derecho de Taehyung, deslizándose ágilmente sobre su piel.
—Lo siento, Taehyung—su voz temblaba ligeramente, mordiéndose la lengua para calmarse—, lamento haberte negado tantas veces un minuto, siquiera una mirada. Lo leí todo, lo supe todo; Taehyung, por Dios, no sabes lo arrepentido que estoy—sus lamentos se negaban a salir con claridad, el labio inferior le temblaba y se lo debía de morder para abstenerse de llorar.
No recibió ni un asentimiento, ni un reojo de parte de Taehyung, quedándose helado por una respuesta. Sin embargo callado no se quedó, quería aclarar bien las cosas antes de finalizar.
—Te puedo llegar a amar verdaderamente, como tú lo haces conmigo. Intentémoslo, por favor, me arrepiento de haberme callado todo este tiempo y te pido perdón por callarte a ti tantas veces. Te alejé por cobardía, temía que el quererte nos destrozara a ambos; pero me di cuenta que ignorarte y tratarte así fue peor. Quiero remendar todo, Taehyung, permítemelo—la mano de YoonGi, pálida y con los nudillos algo lastimados, tomaron los dedos largos de Taehyung, buscando confianza y paciencia para soportar toda la situación. Cuando elevó la mirada descubrió el rostro de Taehyung hecho un mar de mil emociones, con lágrimas y una mueca de incredulidad.
¿YoonGi todavía pensaba que él era un niño? ¿Ahora se tomaría todo enserio? Taehyung suspiró y se limpió la lágrima con la zurda, apartando de paso la mano de YoonGi; le dedicó una fuerte mirada de fastidio y volvió sobre sus pasos.
Un libro de tapa azul marino se apoyaba contra el respaldo de una silla, sin ninguna calcomanía o colores que avivaran tan opaco cuaderno. La mano izquierda de Taehyung tomó el plumón negro, ya casi sin tinta, y escribió escasas palabras. YoonGi había leído todo ya, ¿por qué no dejar que lea el final?
El delgado cuaderno fue depositado con una mirada tajante sobre las manos de YoonGi, quien lo recibió dubitativo entre las manos con el mismo silencio cortante que se repasaba sobre su yugular. Taehyung lo abandonó en la sala, dando zancadas rápidas y toscas que lo llevarían a cualquier lugar deseado.
YoonGi abrió el libro, encontrándose con muchas hojas rotas y dibujos tachados para cubrir la evidencia de una mina de carbón. Entre palabras cortadas y rayones que rompían sus labios, descubrió la otra cara de Taehyung, y lo lamentó...
»Hyung no me habló, qué suerte, creí que me insultaría.
»Hoy Hyung me sonrió, pero me engañé, la sonrisa era para HoSeok-Hyung...
»Estoy escribiendo una canción durante las noches en las que no puedo dormir, espero que Hyung me escuche y note lo que he progresado hasta ahora.
»YoonGi-Hyung me insultó, me dijo feas palabras.
» ¿Acaso le hice algo malo a alguien?
»Extraño a mi abuela.
»Suga-Hyung está llorando por mi culpa, pero también puede ser la culpa de la ignorancia.
»Ya no le sonrió a nadie, no le hablo a nadie, padezco en cama con miedo a ver a YoonGi.
»Tengo mucho miedo...
»Min YoonGi... Ya no te amo.
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Ilusiones|♱ |TaeGi| #1
FanfictionLas palabras más doloras son las que se pueden leer, aquellas que son inmarcesibles y etéreas que se pueden vislumbrar entre lágrimas; Taehyung comprobó eso al escribir palabras bellas con un corazón que poco a poco, a cada página escrita y menos ti...