Capitulo 7

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Las muchachas se encontraban en una colina que pertenecía a un lindo y verdoso valle alejado del campo. Habían caminado por treinta minutos y ya se vislumbraba el sol en el horizonte. Eran las 7.50 am.

En el valle se apreciaban gigantes colinas, establos enumerados, cercas, vacas, chanchos, caballos, gallinas, pollitos, arbustos y largos rios. Todo era muy verdoso y lindo.

-¿Por qué no nos quisieron hospedarnos aquí? ¡Es más hermoso que ese horrible campo seco! -exclamó una de las chicas a sí misma.

-Concuerdo contigo -le susurró otra.

-CALLAOS, PERRAS. -Gritó la Sargento, ocasionando un sigiloso eco en el valle-. ¡Cómo vosotras sois cuarenta y cinco pequeñajas, quiero que hagáis tres hileras de quince personas cada una! -ordenó.

Las chicas se dividieron en tres hileras y quinces de ellas en cada una, tal y como ordenó la Sargento. Una vez hecha esta acción, la Sargento se desplazó hacia la fila derecha.

-Vosotras iréis a ordeñar a las vacas que veis más allá -dijo y apuntó a unos metros, donde, en efecto, se encontraban quince vacas-. Luego traeréis los baldes llenos de leche aquí mismo. ¿ENTENDIDO? 

"¡Si Sargento!" -gritaron todas.

Luego se desplazó a la fila de la izquierda con paso firme y dijo:

-Vosotras sembrareis maíz y cortaréis los que ya están cosechados. También sembrareis papas, tomates, zanahorias, arroz, trigo, frijoles, frutas, entre otras semillas que encontréis en los sacos. Os repartiréis cada una, eso ya no es trabajo mío.

"¡Si Sargento!" -dijeron al unísono.

-Y vosotras -dijo dirigiéndose hacia la hilera del medio, donde se encontraban Lucían y Ángela-. Iréis en busca de agua al río y también traeréis el agua aquí mismo. Iréis en busca de huevos al granero y los llenareis en canastas.

"¡Si Sargento!" -gritaron.

-TODO LO QUE SACAREIS HOY DE SUS TAREAS, LO TRAERÉIS AQUÍ.

"¡SI SARGENTO!" -gritaron todas las chicas.

La Sargento se dirigió a un establo que se encontraba a unos pasos de distancia y salió de él con un gran saco lleno.

-¡Vengáis a buscar sus overoles de trabajo!

Todas hicieron caso omiso y se dirigieron hacia el gordo saco, sacando sus overoles de trabajo. Eran de un color azul marino oscuro y no eran tan pequeños que digamos.

-Esto me quedara como una bolsa -reclamó Diana mirando con cara de repulsión hacia el sucio overol.

-¡Pues es todo lo que hay! -se limitó a decir la Sargento-. ¡Pongáis esos sucios overoles encima de vuestra ropa de barbies y a trabajar rameras!

Cuando todas las chicas empezaron a ponerse los overoles, Diana volvió a reclamar:

-¡No usare esto!

La Sargento miro hacia Diana con una mirada asesina y penetrante. Caminó hacia ella con los brazos cruzados y grito:

-VAIS A PONERTE ESE SUCIO OVEROL O VAIS A SUFRIR UN GRAN CASTIGO.

-Prefiero el maldito castigo a usar este asqueroso overol -susurró Diana con cautela.

-Muy bien, iréis a bañar a los chanchos -Dijo la Sargento con la ceja arqueada.

-¡Pero los chanchos ni se bañan! No iré a...

-USTED DIJO QUE PREFERÍA EL CASTIGO QUE A USAR ESTE OVEROL -gritó sosteniendo el overol en sus manos-. ASÍ QUE IRÉIS A BAÑAR A LOS CHANCHOS EN EL ESTABLO NÚMERO 7

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⏰ Última actualización: Aug 04, 2017 ⏰

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