Capítulo 2.

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Una mujer lanzó un grito desgarrador que provocó que su garganta se resintiera; Barnaby dejó caer la joven al piso, ella no hizo ni el menor intento por salir corriendo, no tenía la fuerza suficiente para hacerlo. Barnaby limpió con su antebrazo la poca sangre que quedó en sus labios, miró a la joven que, tras un rato, se arrastró mientras cubría la herida en su cuello, Barnaby carcajeó al ver el débil intento de la chica por querer huir.




—Ustedes los humanos no están hechos para resistir, son demasiado frágiles. Agradezco haber tenido la suerte de dejar esa vida atrás—habló el vampiro.

—Déjeme ir—suplicó la joven—. No quiero morir, por favor.


Pero Barnaby no flaqueó ante la insistente súplica, en su lugar volvió a tomar a la joven entre sus brazos, hundió su cara en la misma herida de antes y mordió hasta poco antes de escuchar como el corazón se detenía.


—Dulce sangre corre por tus venas, y magnífico deleite entregas a mi ser—habló el vampiro.

—Y-yo lo siento, no debí estar aquí—dijo Alessia, la sirvienta, a espaldas de Barnaby—. Lo siento—volvió a decir. Apenas quiso dar la vuelta un agarre en su antebrazo la detuvo—. Señor...

El vampiro suspiró.

—Tu sabes que te guardo respeto, no tanto, pero si el suficiente como para detenerme a pensar que estaría rompiendo mi palabra si llegase a matarte. Le prometí a Olive que estarías bien—dijo, irritado.

—No volverá a pasar—juró la sirvienta mientras mantenía su vista lejos de los ojos de Barnaby. Sabía que si echaba un vistazo tendría pesadillas como la última vez.

—Ya lo sé—dijo.


Soltó a Alessia y con un movimiento de manos le indicó que se retirara.



...



Ethan abrió el sarcófago sigilosamente, echó un vistazo al exterior como si hubiese olvidado el aspecto de la habitación donde se encontraba, luego, tras cerciorarse de que nada raro lo estaba esperando allá afuera, salió por completo. Sacudió su ropa y respiró profundamente tratando de percibir un olor familiar, sin embargo el ambiente olía diferente, más intenso.

Luego, cuando estuvo a punto de subir las escaleras, pensó que echar un vistazo a los demás sarcófagos era una mejor idea, y así lo hizo.

Caminó hasta llegar al más cercano y observó el material.


—Gabrielle—pasó sus dedos sobre el nombre grabado en el sarcófago—. Humphrey, Lucius, Olive.


Ethan se detuvo frente a Olive, aquel nombre llamó extrañamente su atención, y, por un momento, sintió la necesidad de sacar el sarcófago y averiguar en que estado se encontraba el cuerpo después de quien sabe cuantos años ahí dentro.


—Adelante—susurró Barnaby de pronto.

—Pensé que nunca ibas a hablar—dijo Ethan.

— ¿Quieres echarle un vistazo? Adelante, aunque debo advertirte hijo, no luce muy bien—dijo.


Ethan tomó la palabra de su padre, sacó el sarcófago de su agujero y acarició la fría madera con su mano izquierda, luego con ambas manos la abrió, encontrándose a una pequeña niña con un aspecto asqueroso, su ropa desgarrada, su piel llena de rasguños y en su pecho había un pequeño oso de peluche, que, al igual que ella, estaba desgastado por el pasar de los años.



Tras los ojos de Ethan GreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora