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Maratón 1/2
Mila

— ¿Mila? —No reaccione ante su ruido.

Simplemente me quedé mirando como al agua de la lluvia recorría el vidrio de mi ventana hasta perderse de vista.

Sentí como mi cama se hundía detrás de mí y sus brazos me confortaban, su cuerpo pegado al mío como las aves madre protegen a sus pichones dándoles su calor para cubrirlos de cualquier tormento.

Me sentía tan pequeña, tan débil bajo sus brazos, depositó un beso delicado en mi frente y suspire, las lágrimas volvían a salir de mis ojos viajando, al igual que las gotas de lluvia en el vidrio, al frío final de mi rostro, perdiéndose así en mi cama, aquel lugar donde cada vez más se llenaba de mis lágrimas de dolor.

—Harry me contó todo. —fueron sus palabras, tan suaves y delicadas. No tenía enojo, ni ninguna intención de hacerme ver mis errores, de los cuales, me encontraba pagando. — ¿Por qué Internet? ¿Por qué jamás me dijiste lo que sucedía en tu colegio?

—Por qué jamás lo entenderías... —Susurre y di un gran suspiro, mi pecho cargaba con tanto dolor que me costaba hasta respirar. —Soy una idiota...

—No lo eres... Solo se aprovechó de tu forma de ser... —Acarició mi mejilla limpiando mis lágrimas.

—Nadie me ama mama... Nadie nunca me ha amado... Creí que él lo hacía. —susurre intentando contener mi llanto para poder hablar. — No merezco vivir... No lo merezco...

—No digas eso Mila, no vuelvas a repetirlo. —Se aferró más a mi cuerpo y no lo pude soportar más, rompí en llanto.

Me ahogaba en mi propio dolor el cual parecía eterno, como una enfermedad sin cura alguna. Creí que lloraría hasta que mis pulmones ya no recibieran más aire. Hasta que mis ojos se cerraran, hasta que mi vista se volviese negra, hasta que la muerte llegara a mi y me librará de aquel dolor.

(...)

Caminé por los pasillos del colegio, con la vista de todos clavada en mi, los murmullos y las risas no tardaban en llegar a mis oídos.

El pasillo hasta mi salón parecía eterno, parecía tan distante, tan solo quería llegar y esconderme de todos, ir a la oscuridad que solo los bancos de la parte de atrás podían proporcionarme en aquel momento.

Estaba tan cerca de llegar a la puerta cuando caí al suelo de cara, mi cuerpo tembló al oír sus risas.

— ¿A Dónde vas Mila? —fije mi mirada en el suelo mientras la voz de Charlotte resonaba en mis oídos como si del diablo en persona se tratase.

— ¿A caso tu mamá te dejó venir al colegio? —Sheila piso mi mano y un grito de dolor salio de mis labios. — ¿O acaso te escápaste? —las lágrimas no tardaban en salir.

No tenía fuerzas para hablar, para pelear, para defenderme, no tenía fuerzas para seguir viviendo.

Sheila me tomó con fuerza de la mandíbula y me hizo mirar a Charlotte quien sacaba una paleta de su boca y sonreía victoriosa.

— ¿Te sentiste una reina en mi fiesta Mila? Me enteré que Niall te estaba engañando. —Sonrió con maldad. — Que feo debe ser que ningún hombre te haya amado aún porque... Tú papá te abandono, Niall te engaña con tal de acostarse contigo. —No podía detener mis lágrimas, todo mi dolor esparcido en palabras frías de la persona que más odiaba. Ahora todo el mundo sabía mi miserable vida —No me es sorpresa, A NADIE le es sorpresa. —mi cuerpo temblaba moví mi mano libre al pie de Sheila y ella lo saco y piso ambas a la vez.

— ¡AHHHHH! —grité nuevamente, el taco aguja de sus zapatos me estaba perforando la piel.

—Creo que tu cuento de hadas acabó Mila. Esto es la vida real princesa y las perdedoras solo tienen un destino, estar solas toda su vida. —Sheila me soltó con fuerza y dejo de pisarme.

Todas a mi alrededor reían. Cada vez mi mundo se volvía más negro, tan negro como la oscuridad que me aterraba de pequeña en mi habitación.

—Eres patética. —Sheila me escupió y todas comenzaron a irse entre risas y sonrisas llenas de satisfacción.

Cualquiera quedaría sorprendido u horrorizado al ver que todos lo que habían visto aquella escena aún me estaban observando y no hician nada por ayudarme.

Para mi eso ya no era sorpresa.

A duras penas me levante y corrí a los baños de la escuela, el único lugar donde podría estar segura...

(...)

Salí del colegio y comencé a caminar rumbo a mi casa, el día estaba nublado, cada vez el cielo se tornaba más y más oscuro, y los relámpagos anunciaban la llegada de la tormenta.

Pase por el estanque de los patos, aquel lugar donde había sido feliz junto a Niall...

Pude verme, allí, entre sus brazos, con una sonrisa, sintiendo lo que jamás sentí por parte de otra persona, creyendo que por fin lo había hallado, amor de verdad.

Que triste es saber que solo fue un engaño, un hermoso y doloroso engaño.

Volví mi vista al camino y continúe, paso a paso hasta llegar a mi casa, estaba tan cerca, los vecinos me miraban como si fuese un extraterrestre, e incluso algunos me miraban con odio.

Y es que era entendible, mi llanto y los gritos de Harry a las 12 de la noche hechando a la persona a quien me había entregado en cuerpo y alma, no eran agradables de oír.

—Mila... —Levante mi rostro y lo vi, en la esquina de la cuadra, a la misma distancia que yo de mi casa.

Comencé a correr hacia mi casa rápidamente, el me imito hacia mi dirección. Llegué a la puerta de mi casa y comencé a buscar mis llaves rápidamente.

— ¡Mila! —comencé a abrir la cerradura, peleando por colocar la llave correctamente. — ¡MILA ESPERA! —abrí la puerta y la cerré con fuerza antes de que el llegara.

Mi corazón latía con tanta fuerza, caí al suelo, oyendo sus golpes.

—¡Mila por favor! —Mi cuerpo temblaba como si tuviese el peor frío del mundo y tan solo era el dolor que todo me causaba. —¡Por favor! ¡Ábreme! ¡Mila! ¡Hablemos! —los golpes aceleraba tanto mi corazón como aumentaban mi dolor.

Incluso... Llegué a pensar que en verdad le importaba, por eso estaba allí. Pedí internamente que golpeara la puerta una vez más, solo una vez más.

Un golpe más y abriría la puerta, no me importaría lo que hizo, no me importaria nada, tan solo lo abrazaría con todas mis fuerzas, por que sus brazos eran mi salvavidas y lo necesitaba, necesitaba aquel salvavidas o terminaría hundida.

Espere con todo mi dolor y mis esperanzas aquel último golpe.

Y no lo hizo...

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Daddy Please! © |njh|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora