Capitulo 5

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Capitulo 5

—Los Yankees, por supuesto. Es el único equipo que gana. Ese es el único

equipo que importa.

Ella respiró hondo e infló el vientre. Había aprendido en clase de yoga. ¿Se

podría casar con un fan de los Yankees? ¿Podía renunciar a todas sus

costumbres y ética? ¿Podría soportar estar casada con un hombre que

pensaba que Dios y la monogamia era algo femenino?

—¿Serena? ¿Estás bien?

Lo silenció con una mano y pasó, buscando desesperadamente por

respuestas. Si ella se fuera ahora, no habría otra opción que vender la

casa. ¿Podría vivir con ella misma, sabiendo que era tan egoísta cómo para

hacer un sacrificio por su familia? ¿Tenía una opción?

—¿serena?

Giró sobre su talón. La impaciencia tallada en las líneas de su rostro. Este

hombre no tiene tolerancia con los arrebatos emocionales. Tan caliente

como se veía, sería un gran dolor en el culo, tal como había ido creciendo.

Probablemente el programaba sus días por minuto. Probablemente no

sabía lo que significaba la palabra impulsivo. ¿Podrían vivir en la misma

casa un año? ¿Se rasgarían en partes el uno al otro antes de que los 365

días pasaran? ¿Y si los Yankees llegaban a la Serie Mundial este año?

Tendría que lidiar con su pésima arrogancia y sonrisas condescendientes.

Oh, Dios...

Cruzó los brazos en frente de su pecho.

—No me digas, eres fan de los Mets.

Se estremeció al oír su tono.

—Me niego a hablar de beisbol contigo. No podrás usar nada de los

Yankees cuando estés conmigo. ¿Entiendes?

—No te preocupes, que me la pondré cuando no andes cerca.

El silencio se estableció en el cuarto. Se arriesgó a mirar en su dirección.

La miró, como si de su cabello hubieran brotado las serpientes de

Medusa.

—¿Estás bromeando?

Tocó su cabeza con tentativa.

—No.

—¿Ni siquiera estoy autorizado a usar mi gorra de los Yankees?

—Así es.

—Estás demente —dijo.

—Palos y piedras . Dime ahora, antes de perder más tiempo.

Entonces hizo algo que ella no había visto desde que el matón del barrio se

cayó de su bicicleta y estalló en tontas lágrimas femeninas.

Darien rió. No era un atisbo de diversión, o una sonrisa alrededor de

sus labios. Esta fue una no-tiene carcajada, profunda y masculino. El

sonido llenó la habitación y bombeó con vitalidad. serena luchó con su

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora