—Cuéntame sobre el trato en el que estás trabajando. Debe ser algo
grande para permanecer célibe por un año.
Él dejó pasar de largo el comentario, pero le lanzó una mirada de
advertencia.
—Quiero involucrar a Dreamscape en una oferta para construir cerca a
una zona ribereña.
Una ceja se arqueó.
—Escuché que querían construir un spa junto con algunos restaurantes.
Todos están hablando de eso. Las personas solían estar asustadas de estar
cerca del río.
Él se inclinó hacia adelante con entusiasmo.
—El área está cambiando. Han fortalecido la seguridad, y a los bares y
tiendas que ya están allí les está yendo bien. Esto abrirá el área a
residentes y el turismo. ¿Puedes imaginar caminos iluminados por todo el
largo del río, con bares afuera? ¿Y un spa que da hacia las montañas
mientras te hacen un masaje? Ese es el futuro.
—También escuché que sólo querían a las compañías más grandes en
Manhattan para ofrecer el proyecto.
El cuerpo de él se tensó con una necesidad casi física. Su sueño estaba
justo delante de él y no dejaría que nada se interpusiera en su camino.
Sus palabras salieron como un mantra.
—Voy a obtener ese contrato.
Ella pestañeó, luego lentamente asintió como si la creencia de él en si
mismo se lo asegurara.
—¿ Dreamscape puede manejar ese trabajo?
Él tomó un sorbo de su vino.
—La junta piensa que es demasiado ambicioso, pero voy a probarles que
se equivocan. Si tengo éxito, Dreamscape subirá a la cima.
—¿Es por el dinero?
Negó con su cabeza.
—No me importa el dinero. Quiero dejar mi marca, y sé cómo acercarme a
ello. Nada demasiado citadino. Nada para competir con las montañas, si
no una estructura que alabe a la naturaleza y se mezcle, en vez de que
pelee contra ella.
—Suena como si hubieras pensado en esto mucho tiempo.
Empapó el último trozo de pan en la salsa que sobraba, luego lo lanzó a su
boca.
—Sabía que la ciudad tomaría esta decisión pronto, y quería estar
preparado. He pensando en diseños junto al río por años. Ahora estoy
listo.
—¿Cómo vas a conseguirlo?
Darien se concentró en su plato. Gracioso, ella parecía capaz de notar
cuando él mentía. Desde la infancia.
—Ya tengo a uno de los socios a bordo. Richard Drysell está construyendo