Capítulo 11

123 15 4
                                    

Emily

Salgo de la discoteca soltando un suspiro y camino hacia donde está Daniel. Me agacho por detrás y le doy toquecitos con mi dedo índice en la espalda.

—Déjame –contesta un poco más tranquilo.

—Mira Daniel, yo no soy de ir detrás de las personas, así que si me vas ha decir que me vaya me voy a ir sin problema. Pero luego no me vengas pidiendo disculpas.

—Sé que me he pasado –suelta un largo suspiro– pero por favor, necesito estar solo.

—Sé como te sientes –me siento a su lado, paso un brazo por sus hombros y levanto su barbilla con la otra mano para que me mire– y no, no voy ha dejarte solo. No voy ha decirte nada más porque sé que lo único que necesitas ahora mismo es silencio, pero puedes tenerlo en compañía, con alguien con quien desahogarte.

—Gracias –sonríe un poco y vuelve a agachar la cabeza– ¿podemos ir a otro sitio más tranquilo?

—Claro –sonrío– conozco un sitio así.

Nos levantamos y lo guío a un sitio un poco lejos, pero que vale la pena.

[...]

Llegamos a lo alto de una montaña, donde vengo con Cloe siempre que estoy mal. Un sitio que me transmite una paz y harmonía que ningún otro lugar.

—Ya podría estar más cerca –Daniel bufa sentándose en el suelo.

Paso de sus quejas y me tumbo a su lado para mirar las nubes y unas que otras estrellas.

—No es el típico sitio con miles de estrellas y que está iluminado, al revés, esta oscuro y hay muy pocas, pero me encanta –sonrío sin apartar la mirada del cielo– me encanta que solo se escuche cómo el viento traviesa los árboles. Y que pueda pensar tranquila, sin ningún ruido de fondo que me moleste.

 Y que pueda pensar tranquila, sin ningún ruido de fondo que me moleste

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Daniel se tumba a mi lado y contempla el cielo al igual que yo.

—Lo siento por haberte echado la culpa de todo, se que no la tienes –gira la cabeza para mirarme.

—No pasa nada Daniel, es el impulso del momento –encojo los hombros girando la cabeza para también mirarle y me doy cuenta de que esta demasiado cerca.

—Puedes llamarme Dani –sonríe de lado.

—Me gusta Daniel.

—No me gusta que me llamen así –ríe, y no puedo evitar bajar la mirada a las curvas que se forman en sus labios cuando lo hace.

—Tendrás que acostumbrarte... Daniel –levanto la mirada de nuevo a sus ojos y sonrío divertida.

Daniel

Su mirada iluminada por las pocas estrellas que hay en el cielo es lo más bonito que he visto desde hacía tiempo.

Sonrío a la misma vez que ella, sin apartar la mirada de sus ojos.

Mil sentimientos antónimos y sólo uno que nos une. | GemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora