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Deidara, cuanto te extraño, se que tú me estas esperando allí afuera, hay tantas cosas sobre ti que todos ignoran y si le hubiese dicho a mis padres quien eras lo mas seguro es que nos hubiesen separado, y yo no soportaría verte sufrir, ya lo has echo tanto, se que te prometí que jamas le diría a nadie sobre ti, pero ahora lo que mas deseo es salir de aquí para huir a tu lado, quisiera que nos fuéramos lejos, donde nadie jamás nos juzgue o desee separarnos, yo no puedo concebir mi vida sin ti, te necesitó.

Estos eran los pensamientos de Itachi, ese domingo en la mañana, hoy no tendría terapia con aquel viejo doctor,era como su día libre, para ellos, los internados en este hospital, este era el día en que si se habían portado bien, podrían salir a dar un recorrido por el jardín, no era muy grande pero era mejor que estar encerrados en aquel lugar, Itachi no había pegado un ojo la noche anterior sus pensamientos siempre terminaban en un mismo lugar, o mas bien una persona Deidara, deseaba abrazarlo, ya había pasado mucho tiempo aquí encerrado,y estaba ansioso por salir a verlo, los guardias dejaban el portón de aquel lugar abierto pues sabían que ningún enfermo trataría de escapar, en primer lugar porque muchos de ellos ni siquiera lograban entender que sucedía en su entorno y en segunda por que para la mayoría la triste realidad era que nadie los esperaba allí afuera, sus familias los habían ingresado allí como algo que en casa no puede estar, para Itachi el caso era algo similar, su familia lo consideraba peligroso, no porque fuera agresivo sino porque ellos al ser personas muy conocidas, famosas en el ámbito de los negocios el dejar ver al hijo loco, al que alucina a alguien que no existe representa un gran peligro, así que podría decirse que Itachi tampoco tenia a donde ir, por lo que no pensaría en escapar.

Pero esa mañana era diferente, apenas hace unos días Deidara había venido a verlo aunque solo fuera a lo lejos lo que le dejaba claro que al igual que él también lo echaba de menos, así que al pasar cerca de aquella reja abierta la idea de escapar se le antojo sumamente tentadora, podría huir e ir a verlo, sabía que al darse cuenta de su fuga, llamarían a su familia y que cuando lo encontraran lo volverían a llevar a aquel lugar, que le pondrían mas vigilancia pero la ausencia de Dei en su vida era mucho peor, aunque ahora que estaba contando todo al doctor tal vez podría ser libre pronto, pero también cabía la posibilidad de que no le creyese y que dictaminara que en realidad estaba loco y lo encerrarían entonces para siempre sin posibilidad de salir, en cambio si escapaba y lo atrapaban siempre podía tratar de convencer nuevamente al doctor de que Deidara en verdad existía, ese era su debate aquella mañana de domingo.

Cuando los cuidadores comenzaron a meter a los pacientes para lo que era la hora de la merienda lago de un largo día en el jardín Itachi había decidido escapar así que con mucha cautela se acerco a la reja y girando hacia ambos lados asegurándose de que nadie lo viera echo a correr colina abajo, corrió hasta que sus pies no pudieron mas, una ves estuvo bastante alejado se giro para ver si nadie lo perseguía, para su suerte parecía que su fuga había resultado como lo deseaba, comenzó a caminar hacia aquel lugar que conocía muy bien, aunque iba despacio pues el sol aun estaba en lo alto del firmamento y sabia que Deidara jamas saldría mientras fuera de día, cuando estuvo cerca del lugar se sentó a esperar que oscureciera en un pequeño parque cercano, su estómago rugió y pensó que  tal vez debió esperar a la merienda pero también sabia que una vez los hubieran metido ya no tendría oportunidad de huir, sonrió al pensar que tal vez a estas alturas en el hospital estarían como locos buscándolo por todos lados, se pregunto si ya habrían avisado a sus padres o aun no, también imagino la cara de su padre al saber que había huido.

La noche por fin había caído así que a paso veloz se encamino hacia aquella casa que tan bien conocía, con cuidado paso a las afueras de la mansión que fuera su hogar, y giro hacia una de las esquinas y allí en medio de aquel árido terreno seguía aquella vieja casa, seguía tal y como la recordaba, sabia que no habría nadie más, así que con paso seguro camino por aquella tierra vacía hasta estar frente al destartalado hogar, suspiro profundamente y toco despacio la puerta, no obtuvo respuesta, así que repitió el toque otras dos veces seguidas y luego espero un momento y dio un toque largo, ese era el llamado que ellos habían utilizado desde hace años, la puerta no tardo ni un segundo en ser abierta y ante el apareció aquel chico que tanto extrañaba.

– Itachi.— La sorpresa se podía leer en el rostro de Deidara, pero se repuso de ella rápidamente y en un abrazo efusivo tomo a Itachi y sin esperar o pedir permiso le dio un beso lleno de amor.

Ambos entraron en aquella vieja vivienda, y se abrazaron, se llenaron de besos sin decir nada las palabras sobraban sus miradas lo decían todo, ambos se extrañaban, no podían estar solos sabían que tal vez estos momentos acabarían al amanecer así que no había necesidad  de que Itachi dijera nada, Deidara sabia muy bien que solo era una noche la que lo tendría,así que sin hacer preguntas se entregaron el uno al otro, se demostraron cuanto se extrañaban y se llenaron de besos y caricias, no pensaban en el mañana sólo en ese momento, hicieron el amor como muchas veces antes lo habían echo, y después ya fatigados ambos renovaron sus votos de amarse siempre sin importar que sucediese, y así abrazados descansaron en brazos de morfeo deseando que aquella noche fuese eterna para no separse nunca.

EL AZUL MAS PROFUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora