Run » Yoonmin

40. Jimin.

Han pasado tres meses. En esos tres meses, Yoongi y yo nos distanciamos bastante. Seguíamos compartiendo habitación pero no intercambiábamos más que simples palabras y siempre que estábamos en la habitación, él estaba con su laptop escribiendo y yo simplemente jugaba con mi móvil.

Era una mierda el como estábamos ahora... pero ésto pasa cuando te relacionas con alguien, más con uno de tus amigos. Lección aprendida: no salir más con un amigo. 

Y lo peor, por mí parte, es que aún... luego de tres meses; seguía enamorado de Min Yoongi. A pesar de todo lo que pasamos, a pesar de que sea una basura conmigo, seguía causándome cosquillas en la panza. Según Jungkook era hambre.

Suspiré mientras me sentaba en mi cama, aquel día había sido horripilante. Habíamos ido a inglés—porque el manager y Namjoon querían que aprendiéramos de una vez—, luego de eso tuvimos practicas por seis horas, un descanso de media hora para luego seguir con las practicas. 

Ignorando a mi compañero de habitación, agarré ropa para irme directamente a la ducha. Luego de quince minutos salí en pijama. Pude ver como Holly, el perro de Yoongi, estaba en mi cama. 

—Holly, bájate—escuché que dijo el mayor. El perro solamente lo miró ladeando la cabeza.

—No te preocupes, no me molesta—respondí mientras me acostaba en mi cama y empezaba a acariciar al perro, viendo como movía la cola felizmente por aquellos mimos. No pude evitar sonreír.

—Es increíble—escuché que dijo, levanté un poco la cabeza para ver los ojos oscuros de Yoongi observándome—. Los perros, los bebes, todo el mundo te quiere. Que envidia.

«Menos tú.»

Bajé los hombros mientras seguía acariciando la cabeza de Holly. Vi como Yoongi hizo una media sonrisa para luego seguir con su laptop. Suspiré acomodándome mejor en la cama y sin darme cuenta, me quedé dormido.

Me despertó la maldita alarma de mi celular, me estiré en la cama observando como Holly estaba acostado en mis pies, sonreí por aquello mientras me refregaba los ojos.

—Buenos días—escuché la voz de Yoongi. Ladeé un poco la cabeza y lo vi sentado en su cama con su laptop entre las piernas, con una taza de café en su mesa de luz. Tenía el cabello húmedo e iba vestido completamente de negro. Cualquiera pensaría que está listo para ir a un funeral, pero así era el estilo de Yoongi.

—Buen día—saludé también—. ¿Hace cuánto estás despierto?

—Hace una hora—dijo para luego suspirar y volver a fijar la vista en la laptop mientras tecleaba con rapidez. 

Salí de mi cama, buscando mis ropas y me di una ducha rápida. Cuando salí, observé que Yoongi ya no estaba en la habitación. Me calcé con mis zapatillas, me puse una gorra negra y agarré mi mochila para salir de mi habitación, llegando hasta el salón donde se encontraba la mayoría. 

Cuando Taehyung me vio, me pasó una taza de café. Le sonreí agradecido y lo tomé sin rechistar. 

El camino a la agencia fue silencioso. Se ve que ninguno quería hablar. 

Apenas llegamos, fuimos a «nuestra clase de inglés». Me senté atrás de todo junto con Taehyung mientras suspiraba irritado. Se supone que la escuela ya había terminado para nosotros y sin embargo, ahí nos encontrábamos. 

Hoseok se sentó junto con Yoongi en la otra punta, mientras Jungkook se sentaba frente a Taehyung y de mí. Mientras que Seokjin y Namjoon delante de todo. 

Namjoon no tenía obligado a venir a las clases—ya que era el más avanzado tenía el inglés—, pero aún así venía con nosotros para ayudarnos con la pronunciación o si no entendíamos algo.

Y ahí pasaba de nuevo... las dos horas más aburridas de mí vida. 

Me encontraba en un pequeño descanso, comiendo una barrita de cereal que me había dado Hoseok. Suspiré mientras caminaba por la compañía hasta que llegué a la sala de practicas. 

Y lo que vi me dejó hecho de piedra. 

Observé como Jungkook besaba los labios de Yoongi y como éste tenía sus manos en la cintura de éste. Pestañeé varias veces para entender si aquello que veía era un sueño o una realidad.

Por mala suerte era la última.

¿Pero qué...? ¿Qué estaba pasando? ¿Qué significaba esto?

Sin poder detenerme, sin poder evitarlo, entré a la sala. 

—¿Qué mierda están haciendo?—pregunté. Escuché como mi voz salió quebrada y me odie mucho por aquello. 

«No seas débil ahora, Jimin».

Vi como Jungkook se separaba rápidamente de Yoongi con una cara de asustado mientras que Yoongi fruncía el ceño.

—Jimin...

—¿Ustedes dos están juntos?—pregunté.

Vi como Jungkook iba a contestar pero Yoongi lo interrumpió.

—Sí. Jungkook y yo somos novios.

Ok. Eso dolió.

—¿Tú estás bien con esto?—le pregunté al menor—. ¿Esto... te hace feliz?

Vi como asintió. Me tragué el nudo de la garganta. 

—¿Cuándo me lo ibas a contar, Jungkook? 

—Yo...

—No veíamos la necesidad de contarte algo que no te debe interesar—dijo Yoongi interrumpiéndolo de nuevo. 

—Claro que me interesa, es mi mejor amigo—dije mientras apretaba los puños a mi lado y suspiré, intentando calmarme—. Si ustedes... están felices juntos, yo los apoyo. 

—¿En... serio?—susurró Jungkook. Asentí—. ¿No estás enojado?

—Pues, esperaba que me contaras pero entiendo porque no lo hiciste, está bien—dije mientras me agachaba de hombros. Pero no, no estaba bien. Sabía que no podía volver a verlos besarse, eso me rompería definitivamente.

«Ahí tienes una razón para olvidarte de Yoongi: está con tú mejor amigo.»

Jungkook tuvo que irse porque una de las estilistas lo estaba buscando para elegir el próximo color de pelo para el comeback. Me quedé en silencio con Yoongi.

Me acerqué lentamente a él.

—Escúchame bien—dije—. Más te vale que lo cuides, más te vale que ésto no sea una apuesta, porque lo llegas a lastimar el mínimo de lo que me lastimaste a mi... y te la corto, ¿entendiste o lo quieres más claro?

—¿Eso es una amenaza, rubio?—vi como sus ojos oscuros me miraban directamente a los míos y como soltó aquel último apodo con desagrado.

—Es un aviso, Suga—dije. Vi como tensaba la mandíbula. Odiaba que le llamaran Suga, a no ser que sea frente a las cámaras o con los fans. 

Sin decir nada más, salí de aquella sala de practicas mientras me dirigía directamente al baño, encerrándome en uno de los cubículos. Permitiéndome llorar por última vez por él.