Capítulo XXII

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No había sido de manera intencional, simplemente había sucedido de forma tan casual que se cuestionó si había sido coincidencia o contaba con una extraña suerte que le hizo encontrarse con algo como eso en medio de su paseo nocturno.

Fuese lo que fuese, Kirishima se hallaba dividido entre un sentimiento de asombro y otro de que, en el fondo, de alguna forma u otra, se lo había estado esperando.

Luego del shock inicial, del cual le costó lo suyo salir, teniendo que parpadear varias veces y tallarse los ojos, considerando incluso la idea de tener que usar su Quirk para hacer dicha acción (ya que continuaba pensando que lo que veía no era cierto), el pelirrojo no supo si reír de orgullo o darse un manotazo en toda la cara, porque debía admitir que no creyó que Bakugou fuese así de idiota.

Lo recordaba de forma tan clara que se sentía como si hace apenas unas horas lo hubiesen estado platicando, siendo que ya habían pasado varias semanas desde la última vez que habían hablado sobre el tema del plan de Katsuki, que viese por dónde se viese, al menos para él y para Kaminari, saldría beneficioso para la terquedad hecha persona que era Bakugou. Ambos sabían que su amigo podría estar pudriéndose de celos y ganas de atención, y tan solo atinaría a decir cuánto odiaba a Midoriya, con la excusa de que era un inútil de mierda o algún otro apodo ofensivo con el que solía llamarle cada que le veía o siquiera se hablaba de él.

Inútil o no, le fue imposible no dejar escapar una sonrisa en el momento en el que le vio irse en contra de aquel mismo inútil, y aunque la distancia no le permitía ver demasiado bien, sería capaz de reconocer a ambas cabelleras en dónde sea que estuviese.

Claro que podría haber dejado las cosas así y seguir adelante en su camino, tal vez preguntándose a sí mismo si debía hablarle del tema o no a Bakugou, ya que algo le decía que no había dejado olvidado ese plan tan bobo que se le había ocurrido y que parecía todavía estar siguiendo. Si tenía en cuenta el comportamiento que tenía antes y el que había estado teniendo respecto a Izuku, no era difícil sacar conclusiones por sí mismo, sin embargo, tampoco lo era saber que dicho objetivo que tenía Katsuki no contaba con demasiados finales que salieran bien, ni para él ni para Midoriya.

Para cuando volvió a entrar a los dormitorios de la escuela, se prometió que definitivamente hablaría de eso con Bakugou. Pero por supuesto que no tan pronto; si lo que había visto era cierto, no quería pensar en lo que estaría ocurriendo en esa habitación, por mucho que siguiera sorprendiéndole.

No contó con que fuese Kaminari el que, con una sonrisa de oreja a oreja, pasara por su lado alegando que iría en busca de Katsuki para tomar revancha desde la última vez que habían jugado vídeojuegos. Preocupado, Kirishima le siguió todo el camino sin tener la menor idea de cómo hacerle cambiar de opinión con algún argumento que no le hiciese decir algo que no fuese demasiado comprometedor y que provocase que Denki se imaginara cosas raras, que probablemente sí estaban sucediendo.

— ¡Agh, mi estómago, demonios! —se quejó cuando ya habían llegado a la planta del cuarto del rubio, agarrándose la barriga con exageración—. ¡Ka-Kaminari, si das otro paso, moriré de dolor! ¡Ayúdame, a-ayúdame!

No recibió más que una mirada extraña de parte de su amigo, que segundos después se convirtió en una carcajada por tan mala actuación de su parte. Y así, sin apiadarse de su falso dolor de estómago, Kaminari gritó a todo pulmón en medio del pasillo.

Tan pronto como oyó los sonidos que vinieron dentro del interior de la habitación, Eijirou confirmó sus sospechas. Eso junto con que probablemente Katsuki saldría a matarlos.

— ¿No oyes algo raro? Creo que está viendo porno... No, espera, suena diferente, como una pelea...

Kirishima no sabía a ciencia cierta lo que estaba ocurriendo adentro, pero no le costó sentir las ganas de asesinar que venían desde el interior, más específicamente dirigida hacia ellos, por lo que, si planeaba seguir con una vida sana y salvar de paso al idiota de Kaminari, no había más remedio que usar su arma secreta, esa que al rubio del rayo no le gustaba.

Explotando CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora