Capítulo 6

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¿Sabéis esa sensación que se tiene cuando habéis mentido en algo y tenéis miedo a que os descubran? Intentáis no cagarla, aunque siempre os terminan pillando porque las mentiras son así: terminan siendo destapadas.

Por eso, el lunes que vino seguido del día que hablé con Ezra Hale en aquel bar, fui prácticamente temblando a clase. Me había maquillado (si a eso se podía denominar maquilar) con el maquillaje que me había dado Jannis, puesto un vestido negro que tenía perdido por el armario y que usé para el funeral de nuestro querido gato Chester y las botas negras de tacón. Jamás se me hubiese ocurrido ir así a clase, ni mucho menos, pero era menos probable que me descubriesen con esa ropa incómoda como el infierno a si llevaba mi típica camiseta de rallas o una de mis camisas de cuadros. Y no. Evidentemente, no llevaba mis gafas de culo de botella.

Recuerdo esa mañana como si fuera ayer, mi madre, al verme incluso peinada, se asustó y me hizo echarla el aliento por si había bebido o fumado marihuana. No estaban acostumbrados a verme de esa forma.

Llegué a la clase que me tocaba a primera hora: Química. Antes de que empezaran las clases, me acerqué a mi profesor. Tenía que hablar con él para que me ayudase a tapar mi pequeña mentira.

–Ho-hola, señor Duncan. Verás. Soy... Soy Rose Mulligan pero he querido dejar esa parte de mí atrás... Así que... Le agradecería mucho que me llamase por mi otro nombre: Ivanna.

Él me miró de arriba a abajo, como lo hicieron todos los profesores a lo largo de la mañana sorprendidos por mi cambio. Todos (y cuando digo todos, son todos) dijeron que no iba a ser difícil llamarme por otro nombre porque no parecía yo.

Normalmente, me hubiese sentado en la tercera fila, pero aquel día, me senté en la segunda y Jannis, a mi lado. Las lentillas no eran igual que las gafas y veía mucho menos.

Y el momento del terror, llegó. Creo que hasta el cielo se encapuchó y unos cuantos rayos iluminaron el cielo. Ezra entró acompañado de su amigo Michael a clase. Yo me tapé con el pelo la cara pero noté su mirada fija en mí. Esos ojos fríos como el hielo. Escuché sus pasos acercarse y su voz detrás de nosotras echar a los que estaban sentados en los sitios a mi espalda. Por un momento pensé que iba a llamarme Morsie. Por un momento pensé que me había descubierto pero entonces, pasó lo que menos me esperaba. Dio dos toques en mi espalda y cuando me giré temerosa, me dedicó una amplia sonrisa.

–No sabía que venías a nuestro instituto, Ivy.

–Eh... Bueno. No iba. Hoy es mi primer día. –Respondí completamente acojonada.

–¿Y por qué no nos cambiamos de pareja? Seguro que yo sé más de este instituto que... ¿Cómo te llamabas? –Preguntó mirando a mi amiga. Ella estiró su brazo para que le diera la mano.

–Jannis Mikaelson.

Después de saludarse, se levantó de su sitio y se puso al lado de Michael, el amigo íntimo de Ezra y del que nadie entendía que fuese su amigo. Michael era el típico pardillo gafotas y despistado. Vamos, como lo era yo antes de que Jannis llegase a mi vida pero al ser amigo de Ezra desde la infancia, nadie se metía con él y pobre de aquel que lo hiciera. Y del que lo hizo, como Samuel Parker. Desde ese día, ya no es el mismo. Va asustado a todas partes por culpa de Ezra Hale. En cierto modo, me alegré porque Samuel era un Ezra de menor edad y gracias a ello, no volvió a meterse con nadie.

El capitán del equipo de fútbol, intentaba tener toda clase de contacto conmigo: me hacía preguntas sobre mi supuesta vida en Nueva York a lo que yo contestaba basándome en las películas que había visto, me preguntaba que había dicho el profesor y me proponía ir a estudiar a su casa. Le di negativas a diestro y siniestro pero él seguía insistiendo.

Mi Pequeña VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora