Este vestigio de una seducción inconsciente,
Este derrame resignado de vocablos casi inconexos,
Este lento morir que resulta de dedicarme a ti
Es una oda fehaciente a las arrugas de tu boca,
A las rendijas de tus ojos
Y a la forma de tu barbilla.Permíteme demostrarte, con este resentimiento respetuoso que me caracteriza,
Tu vertiginosa capacidad de dar un nuevo sentido a hacerme perder la cabeza,
De la que haces gala cada vez que te consideras retoño de la intensidad,
Porque, aunque no confío en que lo sepas,
Una vez te declaré tan intensa que me estremeces sin tocarme.No sé si sentir que quienes ignoren nuestros brutales choques
No pueden apreciar del todo la belleza dolorosa en estas palabras,
O si desear que tus enloquecedores labios almendrados
No se materialicen jamás en la mente de ningún náufrago que, ingenuo como yo, confíe en su funesta guía para alcanzar tu costa.No puedo despedirme sin reprocharte que llenes todos mis folios en blanco,
Que ilumines todas mis noches lóbregas
Y que encarnes todas mis pajas mentales.Porque este lamento crónico pero solitario,
Esta amalgama de sentimientos encontrados,
Este poema que probablemente nunca leerás
Es cuanto sale a la luz si doy rienda suelta a mis líneas más oscuras.Pero creo que estoy aprendiendo a vivir con ello.