-Creo que será lo mejor para los dos, pasaste por situaciones difíciles en ese lugar. Ni siquiera eres capaz de narrarlo Camila. ¡Quiero ayudarte! -contesta.
-Yo estoy bien, no necesito a un psicólogo- aclaro.
-No lo estas Camila, ni lo estoy. El doctor nos ayudaría a salir a delante de todo lo que tuviste que vivir en el secuestro- replico.
-No lo sé, me dejarías pensarlo por favor. -pido.
-Claro, no quiero presionarte, pero sería lo mejor que puedes hacer por ti y por tu familia. -Al terminar Sebastián me dio un beso en los labios.
Tomo entre sus brazos al pequeño y se lo llevo hacia la cama. Empezó a hacerle cosquillas con su dedo índice, Mauro comenzó a reírse. Me levanto para apreciarlos más de cerca. Sebastián puede ser buen papá, lástima que perdí a mi bebé. Al recordarlo siento mis ojos arderme.
-Ten cuidado, que te puede tirar un vómito y no sé si comió- comento.
-Está bien. ¿Para dónde vas? -pregunta.
-Me voy a bañar- respondo, mientras camino hacia el baño.
Me estoy tirando agua cuando siento una mano en mi espalda. Mi corazón comienza a latir desenfrenado. Mi instinto lo primero que hace es tirar mi mano para darle, pero es sujetada.
-Tranquila soy yo- al escucharlo mi corazón va bajando la intensidad.
-Lo siento- susurro.
-Si quieres me salgo del baño para que termines de bañar- recapacita.
-No, ya estoy por terminar. -Me saco toda la espuma del cuerpo y paso por su lado antes que me acorrale. Su mano sujeta mi antebrazo.
-No sabes cuánto te necesito Camila -susurra cerca de mi oído.
-Necesito tiempo por favor -suplico.
Sus manos rodean mi cintura, mi cuerpo se tensa al sentir su tacto. Sus besos presionan los míos con delicadeza. Le correspondo, su agarre presiona mas mi cuerpo, mi corazón comienza a acelerarse. Siento que me asfixio y mi cuerpo tiembla. Coloco mis manos en su pecho y lo separo con lentitud.
-No puedo Sebastián- sollozo.
Abro la cortina de baño para agarrar la toalla y secarme. Escucho la ducha todavía encendida. Supongo que Sebastián se está bañando. Me coloco el camisón entre sollozos. Al salir me encuentro a Mauro dormido en el medio de la cama con cojines alrededor. Los hago un lado y me acomodo a su lado. Intento limpiarme las mejillas, pero es en vano mis lagrimas siguen saliendo.
Sollozo. Acaricio la mejilla de Mauro. Escucho la regadera apagarse. Espero que me entienda. No es que lo quiera rechazar, pero no puedo evitarlo. Mi estómago se quisiera salir por mi boca de la rabia e impotencia que siento. La cama se hunde en mi lado, su mano se posa en mi cintura.
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Rendido a tus pies
Подростковая литература¡Detente! Si uno haz leído "Jugar con Fuego", ni "Rendirte Jamás" no debes leer esta historia, no la podrás entender ya que es una continuación de ambas historias. Sinopsis Estar entre la vida y la muerte, te permite ver la vida de manera distinta...