Capitulo 08 | Rafael Mendoza

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Comienzo por respirar con dificultar por sentir las manos de Sebastián sobre mi cuerpo. No puedo fallarle. Necesito superar mi miedo. Su mano se adentra mas debajo de la falda hasta tocar la tela de mi ropa interior.

Lo beso con más intensidad para no pensar en nada, no quiero que llegue nada a mi mente. Solo quiero que sea él y yo en estas cuatro paredes. No quiero defraudarlo. Su otra mano me aprieta contra su cuerpo.

Mi corazón comienza a acelerarse más de la cuenta. Intento quitarme la mano, pensar por los dos, pero ignora mi tacto. Me aprisiona más a su pecho. Intento seguir besando de una manera des controlada, pero mi respiración no me lo permite.

Me separo de manera brusca para levantarme de sus piernas y respirar con dificultad. No puedo por más que lo intento. El pantalón de Sebastián esta abultado por la erección. Se levanta y me agarra las mejillas que están húmedas.

—Perdón— murmura.

—No, perdóname tu a mí por no poder corresponderte. Es que al sentir las manos de alguien tocarme, simplemente no lo soporto— explico.

—No importa.

Me acomodo en la silla, tapo mi cara con las manos. No soporto no poder corresponderle. Escucho sus pasos alejarse y abrir una puerta. Lo busco con la mirada para verlo frente a la pequeña nevera, saca una botella de agua y me la pasa.

—Bebe un poco. No pasa nada Camila, paso a paso que llegamos a tierra firme —se coloca frente a mí en cuclillas.

—Tengo miedo, que te busque a otra al no poder darte lo que necesitas— confieso. Bebo un poco de agua.

—No pienses en eso, no voy a buscar a nadie. Ahora mismo mi prioridad eres tú —acaricia mi mejilla.

—No voy a llorar, mejor dame trabajo para que adelantes y podamos irnos —pido.

—Si quiere nos vamos, me llevo el trabajo para la casa —sugiere.

—No, tengo que aprender a salir. Necesito volver a mi rutina, pero el pánico muchas veces puede más y no puedo permitir que me gane— declaro.

—Cómo quieras— se levanta, busca entre sus folders y me entrega uno.

—¿Qué tengo que hacer? —Pregunto.

—Tienes que hacer una presentación con ese informe que tengo que dar a los empleados de finanzas, si quieres utiliza mi computadora. —contesta.

—Tú tienes que usarla— replico.

—No, ahora mismo tengo que leer unos contratos de la empresa que necesitan mi firma— expresa.

Me acomode en la silla de Sebastián para abrir el programa de presentación en la computadora. Leer el informe me llevaría mínimo una hora, otra marcando los puntos a resaltar entre otros detalles. Me concentro en tanto en el documento que pierdo la noción del tiempo.

El rugir de mi estómago hace que salga de mi concentración. Al levantar la vista tengo a un Sebastián con la sonrisa en sus labios. Arrugo la frente. ¿Desde cuándo me esta mirado? Dejo el documento sobre el escritorio.

—¿Pasa algo? —cuestiono.

—No, solo me alegra que te hayas concentrado tanto en el trabajo y dejaras de pensar en otras cosas. Ya es hora del almuerzo y mi parte de leer contratos y firmarlos ya los termine si quieres podemos ir a un restaurante o a la casa —expone.

—Puedo intentar ir al restaurante, pero que sea cerca de la casa— accedo.

—Excelente decisión —hace una pausa— recogemos todo y nos vamos te parece— comenta.

Rendido a tus piesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora