Adjunta la foto de Carmela.
Mis manos comienzan a temblar del miedo y pavor que provoca el mensaje. Ella no. Ella es una persona inocente. Ella no puede pagar por nosotros. Jimena me agarra la mano para que salga del trance y la mira.
—¿Qué paso? —pregunta intranquila.
—Tengo que llamar a Carmela —digo.
Busco en el teléfono el número de Carmela, pero se hace tan difícil buscar con mis manos temblorosas. Jimena me quita el teléfono y busca entre mis contactos. Al tocar mis mejillas están húmedas por llorar. Me pasa el teléfono donde ya se encuentra marcando, lo coloco en mi oreja.
—Dime Camila —contesta.
—¿Dónde estás? —pregunto.
—Estoy saliendo del supermercado, esperando mi taxi que me lleve de regreso a la casa. ¿Por qué? —interroga.
—Quédate ahí, paso por ti en unos minutos —pido.
—¿Qué pasa Camila? —pregunta preocupada.
—Por favor, no te subas con nadie que no sea yo o Sebastián— respondo.
—Está bien, aquí te espero —finalmente sede.
Cuelgo, marco el numero de Sebastián. Salgo de la sala de reuniones para ir directo a los elevadores. Al tercer todo responde Sebastián. Le explico lo que me llego al finalizar la junta. Me pide que me quede en la empresa que el va por Carmela, pero me niego rotundamente.
—Terca —dice antes de colgar.
—Camila espera —dice Jimena. —Te acompaño, no te voy a dejar sola —pide.
Hago un asentamiento de cabeza. El ascensor se abre y entro seguida de Jimena que presiona el botón del primer piso. Me doy mentalmente, no le avise a los guardaespaldas.
—No le avise a los de seguridad —digo.
—Le dije a Carmencita que le avisarán, deben de estar esperándonos —hace una pausa— tienes que estar tranquila. No sé que fue lo que te llego, pero esta haciendo lo que quieren que es desestabilizarte —me agarra la mano para que la mire, por mis mejillas bajan las lagrimas que intento contener, pero no puedo.
—No sé, quien puede ser. Ni siquiera dejan pista de la persona que está detrás de todo esto —siento como mi voz se quiebra.
El ascensor se abre en el área de recepción y salgo a toda prisa hacia la salida principal. Al llegar ya la Lincoln está esperando por mí. Subo junto con Jimena a la parte de atrás y arranca. Le digo hacia donde tiene que ir. Mis manos no dejan de moverse y sudar a pesar de que el aire acondicionado esta puesto.
—Tranquila llegaremos a tiempo. —Intenta tranquilizarme, pero es imposible hasta que no este en un lugar segura no voy a estar tranquila. Le llega a pasar algo va a hacer mi culpa, no puedo permitirlo.
—No puedo permitir que le pase algo, no me lo perdonaría nunca —sollozo.
—No es tu culpa, la persona que está detrás de todo esto, tiene que ser un psicópata, tiene que estar mal de la mente para provocar todo lo que ha hecho —expresa.
Hago un asentamiento con la cabella. Sollozo. Intento de hacer ejercicio respiratorio para intentar controlar mis nervios y mis miedos. Visualizo a lo lejos la entrada del supermercado, busco con la mirada a Carmela, pero todavía estamos muy lejos para poder distinguirla. Me limpio las mejillas para tratar de extinguir el rastro de lágrimas.
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Rendido a tus pies
Novela Juvenil¡Detente! Si uno haz leído "Jugar con Fuego", ni "Rendirte Jamás" no debes leer esta historia, no la podrás entender ya que es una continuación de ambas historias. Sinopsis Estar entre la vida y la muerte, te permite ver la vida de manera distinta...