¿Frank Garnes?

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Veinte a veinte, más de cinco horas de juego continuo y ninguno se cansaba. Willy había entrado en confianza y ahora jugaba, se defendía e insultaba a sTaXx que no se molestaba, al contrario, se estaba divirtiendo.

En el momento menos preciso el marcador dio a veintiuno a veinte a favor de sTaXx quien lanzó un divertido grito de victoria acompañado de su particular risa.

-VAMOS- y quien sabe por qué, saltó a las cajas de la esquina de la habitación.

Willy lo veía desde atrás del sofá sorprendido pero no asustado.

De pronto sTaXx regresó con una bolsa de grande de confeti que comenzó a intentar romper. Tras varios intentos la bolsa explotó y los papelillos volaron por todo el sótano.

-QUIÉN ES EL PUTO AMO? YO SEÑORES, FRANK GARNES, FRANK GARNES, NADIE LE GANA, VEINTICINCO AÑOS INVICTO, GAMER DE PROFESIÓN, WOOOJUU-

Entonces la nube de los papelillos cayeron y sTaXx dejó de saltar y gritar como un verdadero niño y vio la cara de Willy.

-¿Frank Garnes?-

El rostro de sTaXx se tiñó de rojo, bajó la mirada y tomó la mascada que estaba en el suelo bajo algunos papelillos, no se molestó en atarla a su nuca simplemente se la puso sobre la cabeza y salió disparado sin decir nada.

Willy se quedó mirando en silencio la puerta por la que su secuestrador había salido y que momentos antes se había puesto a victorear como loco rompiendo todas las impresiones que Willy tenía de él.

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Alex volvía a casa hecho un desastre, como siempre. Dejó su abrigo en el perchero y se desplomó en el sofá. Estaba estresado y le dolía todo, necesitaba dormir un poco, pero no podía, debía prepararle algo a su novio. Al ser él el que trae el sustento al hogar sería justo que su compañero lo recibiera con un almuerzo digno para recobrar energías no? pues no. 

Igual no le importaba, sabía que su hombre también colaboraba con ese ingreso tan abundante por liberar personas de su "prisión corpórea". Lo amaba tanto y deseaba complacerlo en todo sentido. No existía descripción para el sentimiento que lo llenaba cuando sTaXx sonreía, eran tan pocas esas veces que el simple hecho de ser él quien las producía lo hacía sentir como una colegial enamorada.

Cuando todo estuvo listo y el fuerte y dulce olor del estofado llenó toda la habitación, Alex, que no tenía deseos de esforzar más su voz se dispuso a buscar a su amado. Subió al segundo piso, en la habitación que compartían, sTaXx estaba sentado quieto en el suelo, un poco ruborizado, mirando a un punto fijo en el ropero.

-sTaXx?- murmuró obteniendo un respingo de parte del mayor que lo miró -El almuerzo... está listo ya-

-¿Porqué tardaste tanto?- gruño este levantándose y sin esperar su respuesta fue a la cocina. Al menor le sorprendió esta pregunta, todos los días regresaba a la misma hora y al contrario había llegado media hora antes de lo usual.

-Acaso me extrañaste?- Alex le sirvió una porción del estofado en un plato y antes de terminar de colocar todo sTaXx ya se lo estaba tragando. En el menor seguía viva esa esperanza de que su novio le dijera que realmente lo había extrañado, era una de sus fantasías favoritas, y como la mayoría de estas nunca llegaban a ser reales.

-Yo pregunté primero- dijo con su tono de habitual odio pero al tener la boca llena su novio no pudo evitar morir de ternura.

-Quizás el autobús se retrasó otra vez- Con el tiempo había aprendido a cerrar su boca y evitar contradecirle.

En pocos segundos el plato de sTaXx estuvo vacío y al sentirse satisfecho este se levantó para salir un momento afuera, tenía un encargo para deshacerse de un líder de un mercado de productos ilegales. Nada que no le tomara más de un disparo o dos a lo máximo. Estaba por pasar por el umbral de la puerta y se detuvo en seco. Se volvió al cansado Alex que recogía todo y se disponía a limpiar la cocina para después dormir unas cuantas horas. 

Sin mucha gracia, besó su mejilla antes de pirarse de una vez, lo que dejó en estado de shock al menor cuyo rostro era adornado por un bonito sonrojo. ¿Cuando había sido la ultima vez que esos dulces labios lo acariciaron de esa manera? Quizás ya no serían necesarias esas vacaciones y, tal vez, su hombre ya estaba cambiando.

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Una columna de vapor de desprendía del agua donde su glorioso cuerpo flotaba. Samuel trataba de relajarse otra vez, respirando hondo aspirando todo ese suave aroma a jazmín que entraba desde el jardín. Hace poco más de una hora había experimentado un ataque de ira y los que lo conocen saben que a Samuel de Luque no se le debe hacer enojar. Al parecer la construcción del nidito de amor iba a costar más de lo previsto si quería tener toda esa comodidad que pedía.

Se sumergió de nuevo hasta que las tibias ondas rosaron sus orejas y sus castaños y oscuros cabellos empezaron a flotar. 

-Chiqui- dijo por milésima vez alzando los brazos por encima de su cabeza, estirando sus músculos -¿Te estarán tratando bien? ya verás que trato más especial te dará tu Samu- 

El no tan fiel sirviente entra a la habitación para llevarse la ropa de su amo, dejar toallas y otra vestimenta limpia. Aprovechaba el momento en el que su amo se ponía a fantasear para recoger la mayor información posible. Pero para su mala suerte, el señor de Luque no revelaba nada relevante.

-Mi willy, amol mío- los murmullos se hicieron inaudibles, Samuel fue vencido por la relajación y el cansancio.

Pero Tomastur se quiso confirmar este hecho y se acercó a la bañera. Efectivamente, su amo roncaba y resoplaba con las burbujas cubriéndole hasta la nariz. El sirviente ignoró la escena y se concentró en el aifon que su señor sujetaba en su mano derecha. Seguía encendido y si se acercaba más, podría distinguir un chat de whatsap.

Hizo un esfuerzo máximo para despegar el teléfono de las enjabonadas manos de Samuel ya que este se aferraba con fuerza al aparato. Cuando al fin lo despegó de dichos dedos, contempló con gracioso asombro: que no sabía leer. Pero el oficial de policía probablemente si sabría.

Tras Un PañueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora