Capitulo 3

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Sonó el fuerte estruendo de la campana, que está vez no solo significa el fin de un día escolar sino de todo un año, los tres amigos habían acordado encontrarse en el patio de la escuela para dirigirse a sus casas, pero Reiner no había llegado, cosa que empezó a desesperar a Annie quien no tenía mucha paciencia.
- oye Bertholdt, ¿cuándo se supone que llegará el cavernícola rubio? - dijo la chica bastante disgustada.
- ¡claro! lo había olvidado, Ymir y Reiner fueron castigados por el maestro Collins por discutir en clase – Berth dijo tocándose nerviosamente el cuello avergonzado.
- ¿y van a tardar mucho? - dijo la rubia poniendo los ojos en blanco
- sí, me dijo que estarían ahí unas 2 o tal vez 3 horas, según su comportamiento –
Annie dejó salir un suspiro de cansancio.
- bueno, Bertholdt – la chica se levantó del suelo donde había estado sentada - lo mejor será que nosotros nos vayamos, además Reiner puede irse solo- dijo mientras limpiaba su uniforme de deportes
- sí, está bien Annie- dijo el moreno ligeramente sonrojado ambos se fueron.

 - bueno, Bertholdt – la chica se levantó del suelo donde había estado sentada - lo mejor será que nosotros nos vayamos, además Reiner puede irse solo- dijo mientras limpiaba su uniforme de deportes - sí, está bien Annie- dijo el moreno ligerament...

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la rubia no era una persona de muchas palabras al igual que Bertholdt, así que fue un viaje bastante tranquilo y callado, finalmente llegaron a la casa del más alto, se detuvieron ahí un instante
- hasta luego, berth- dijo la chica
- oye Annie... ¿quieres que te acompañe a tu casa? no tengo nada que hacer en lo que llega Reiner- dijo el pelinegro tímido
- pues…. ¿Qué tal si mejor paso a tu casa un rato? total yo tampoco tengo nada que hacer y Reiner no podrá molestar si no está- su voz sonó extrañamente animada
- ¿e.… enserio? – Berthold trató de ocultar una sonrisa 
- a mí me parece una buena idea, claro si tú me invitas a pasar- dijo la ojiazul 
- etto.... claro que sí, pasa, pasa- dijo el chico nerviosamente
Ambos muchachos pasaron, él la invitó a comer algo, ella aceptó de inmediato, “era linda, fuerte y excepcionalmente talentosa en los deportes, pero era humana, así la mayoría de las veces se viera como un ángel, uno serio y distante, pero un ángel, al fin y al cabo, y también tenía necesidades”, o así lo pensó Bertholdt. 
El moreno se dispuso a preparar alguno de sus buenos pero rápidos platillos, cabe mencionar que a Berth se le daba bastante bien la cocina, comieron juntos mientras daban una tranquila charla, después de esto ambos decidieron ver una película, se sentaron en el sofá, pero este no era muy grandes cosa que hizo que quedarán juntos.
Eligieron juntos la película que verían, y se sentaron a disfrutar tranquilamente de ella, pero justamente a la mitad de esta el pelinegro comenzó a sentir algo en su brazo, volteo a ver, él estaba sorprendido era aquella pequeña rubia que se había recargado en su brazo pues no podía alcanzar hasta su hombro, no completamente, cuando ella se percató de su mirada, tomó su brazo, lo alzó y se acercó más a él mientras hacía que el pelinegro la abrazará con el brazo que había levantado.
- eres muy alto…así que de esta forma estaré más cómoda, espero no te moleste- dijo Annie en voz baja.
Él estaba encantado.
- no hay problema, está bien - dijo el pelinegro
Continuaron viendo la película, pero en algún punto el pelinegro decidió voltear a ver a su amiga quien ya se había quedado dormida, él simplemente se quedó contemplándola, se veía hermosa dormida y relajada.
Era un bello momento para él, verla dormida entre sus brazos, incluso olvidó la película y también quedó dormido.
Después de lo que parecieron cien horas de castigo, Reiner por fin llegaba a la casa, sus planes de asustar a su amigo se vieron arruinados cuando lo primero que vio al cruzar la puerta fue a los dos chicos dormidos en el sillón, se veían tranquilos.
El rubio sonrió satisfecho, sin duda sus amigos estaban destinados, hacían una hermosa pareja y parecían estar completamente cómodos.
“Seguro han estado juntos en vidas pasadas” fue lo que pasó por la mente de Reiner, agarró su teléfono y sacó una foto de sus chicos, no podía perder la oportunidad de fastidiarlos luego.
Luego se limitó a caminar hacía su habitación, no quería arruinar la armonía de la sala.

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