Capítulo 4.

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Cierta castaña se encontraba paseando por la escuela, de nuevo, al día siguiente. La pobre se pasó toda la noche sin dormir por culpa de cierta persona, pensando en el por qué su actitud era tan extraña, y en el hecho de que ni siquiera le había dicho la hora a la que quería que ella estuviera allí, como si ella fuese adivina.

De repente, observó que alguien estaba detrás. No reconoció aquella figura hasta que se mostró delante de ella.

—¿Permy? — Mikan estaba algo sorprendida.

—Solo venía a darte las gracias por salvar a Natsume-kun de nuevo, nada más...— Parecía algo apenada.

—Bueno, es algo que cualquiera hubiera hecho, hehe~ — sonrió alegre sabiendo que la peliverde se sentía culpable por no haber podido hacer nada para ayudarle por segunda vez, e intentó mostrarse tranquila para animarla.

—Pero que quede claro, la próxima vez seré yo quien lo salve para conseguir que me declare su amor eterno, ¡MUAHAHAHAHAHAHAHA! — En cuanto Permy dijo una de esas frases que siempre diría ella y escuchó su risa característica, comenzó a reír.

—No creas que será tan fácil. — Aquellas palabras la sorprendieron incluso a ella.

—Eso quiere decir... ¿Qué tengo un rival en el amor? ¡Ven aquí ahora mismo, La única persona que puede estar con Natsume-kun soy yo! — Permy usó su alice mientras tenía una expresión aterradora en su rostro y Mikan comenzó a correr sin parar de reír.

Mikan y Permy se separaron y cada una fue por un camino distinto. La castaña fue precavida por una vez y no dijo nada sobre su supuesta "cita" con Natsume. Ni siquiera sabía si iba a ser una cita, pero tenía toda la pinta, aunque, nunca se sabe. Puede que intentara gastarle una broma, intentar ver otra vez su ropa interior, en fin, había muchas posibilidades.

Incluso se había arreglado para acudir a su encuentro. Llevaba dos trenzas delgadas cada una a un lado de la cabeza, unidas con un lazo blanco en la parte de atrás de su cabeza y el resto del cabello suelto, (no sé si me explico xD) un poco de maquillaje, muy sencillo y natural, una camisa de gasa color rosa pastel con una falda negra, unas medias transparentes con lacitos negros y unos botines negros. Era sencillo. Si todo salía bien, el haberse arreglado valdría la pena. Si no, avisaría a sus amigos o a sus senpais para salir a dar una vuelta, estaba todo calculado.

Lo más seguro, era que Natsume quisiera darle las gracias de nuevo, por mucho que le costara. Sabía perfectamente que se preocupaba mucho por las personas que le importaban lo más mínimo, aunque le costara horrores demostrarlo, y por eso confiaba en que solo fuera eso. Pero, por otro lado, cabía la posibilidad de que ocurrieran otras circunstancias. Parecía imposible, por lo que lo más fácil era descartarlo.

La castaña estaba sumida en sus pensamientos, por lo que no notó que alguien la acechaba de forma sigilosa mientras se dirigía al árbol de Sakura.

Recibió un golpe en la cabeza, sin posibilidad de reconocer a su agresor ni de llegar a su destino.

Un tiempo después despertó, sin poder reconocer el lugar. Estaba en una sala, sentada en una silla y atada de manos y pies. A su lado había una ventana desde la que se podía acceder a un balcón. Estaba dentro de la escuela. Intentó fijarse en algo que le permitiera situarse, pero le fue imposible, solo pudo ver pétalos de árboles de Sakura arrastrados por el viento, que estaban situados por toda la escuela. Alguien entró en la habitación.

—¿Disfrutando de las vistas, Sakura Mikan?

Ojalá pudieras sonreír.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora