Capítulo 10.

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Nuestra querida castaña despertó al día siguiente, cómo no, llegando tarde. Se vistió a toda prisa y cogió al gato entre sus brazos, que remoloneaba y se estiraba dejándole bien claro que prefería quedarse en la habitación y explorando la cama, antes que ir con ella a clase.

Ya en el aula, se percató de que Natsume volvía a estar ausente. Vio a su compañero Ruka y no tardó en dejar al gato a su cuidado para salir a buscar al pelinegro, antes de que legara el profesor. Hotaru observó la escena, pero no quiso implicarse.

Tenía un mal presentimiento. Sabía que algo ocurría. No era normal que Natsume se saltara las clases sin una razón, y menos, al parecer, desde que ella llegó a la academia. No sabía si sería debido a ella o no, pero se alegraba de que hubiera cambiado su comportamiento y su actitud hacia las clases.

Mikan caminaba centrada en sus pensamientos, hasta que cierto rubio la agarró del brazo, obligándola a detenerse.

­—Mi­­­­kan-chan, sabes que tu clase está en la dirección contraria... ¿verdad? — Narumi intentó hablarle de forma suave, deseando no sospechar que algo ocurría, que algo la preocupaba.

¿N-narumi-sensei? Esto...no, no pasa nada, es solo que yo me sentía mal, y decidí venir a clase igualmente, pero me he arrepentido después...—Intentaba sonar lo más convincente posible, pero ya sabemos que la castaña no era muy buena con las mentiras.

—Hmmm...Está bien, pero asegúrate de justificar tu falta de asistencia, ¿entendiste? —El rubio la observó con cierta preocupación, pero no podía obligarla a decirle si tenía algún problema, debía ser ella la que se lo dijera por su propia voluntad. Observó a la castaña asentir mientras sonreía y suspiró levemente, emprendiendo su camino hacia la dura tarea de impartir clases en aquella escuela tan peculiar.

La castaña prosiguió su camino, buscando por toda la academia con cuidado de que no la viera ningún profesor. Pensó que la mejor opción era el bosque, por lo que después de buscar en la habitación del pelinegro y no encontrar nada, se dirigió al bosque. Por un momento pensó en abandonar su misión, puesto que no era asunto suyo. Posiblemente su compañero estaría saltándose las clases tranquilamente, y si ella tenía la mala suerte de encontrarlo, acabaría burlándose de ella por hacer semejante tontería al buscarlo.

Pero... ¿Y si realmente le había ocurrido algo? ¿Y si Persona lo había capturado, castigado, o algo peor?

Mientras caminaba, escuchó un par de voces que eran demasiado reconocibles para ella. Buscó un escondite improvisado detrás de unos arbustos.

Eran Natsume y Persona.

—¿Sigues sin hacerme caso? Te dije mil veces que dejaras de acercarte a esa niña, que podía poner en peligro las misiones. Te está comiendo la cabeza con su manera de actuar, de pensar, empieza a darte cuenta de que te odia, de que solo te ayuda porque le das pena. Que solo te ayuda porque es tu pareja, por obligación, no porque ella quiera. — Las palabras de Persona recaían sobre Natsume como si de afilados cuchillos se tratara. Aun así, intentó mantener la compostura.

—Tch. Sabes que solo me acerco a ella por un poco de diversión. Yo tampoco quiero estar cerca de ella, es demasiado molesta para mí. — Su contraataque solo provocó una leve risa en su compañero de conversación.

—Por favor, Natsume, deja de mentir...Todo el mundo sabe que estás enamorado hasta los huesos de ella, se te nota demasiado. Te lo dije, que está cambiando tu forma de actuar, de pensar, está provocando que ya no seas como antes, está haciendo que tu humanidad vuelva poco a poco...y no quieres eso, porque si no llevas a cabo las misiones...ya sabes lo que ocurre. — El intento de Natsume por mantener su actitud intacta se desmoronó al instante.

Ojalá pudieras sonreír.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora