Capítulo 7.

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Al día siguiente, nuestra querida Mikan, como siempre, llegaba tarde a clase. La pobre corría todo lo que sus piernas podían, pero aun así no pudo evitar lo inevitable. Lo bueno de la situación, es que no tenía clase con Jinno-sensei, sino con Narumi-sensei. Le había cogido mucho cariño a Mikan, y dejaba pasar por alto algunas cosas como el hecho de que la castaña llegara tarde.

Mikan, entró sigilosamente en la clase, y avanzó rápidamente hacia su asiento, al lado de Natsume. Quisiera sentarse en otro sitio, pero no había más, por lo que debía soportar a cierta persona insoportable durante la mayoría de los días, aunque tenía a Ruka-Pyon para pararle los pies de vez en cuando.

—Al entrar en clase, lo mínimo que puedes decir, aunque llegues tarde, es "buenos días", Mikan-chan. — Narumi pasaba por alto su impuntualidad demasiadas veces, pero no debía dejar que descuidara su educación. — ¿Y bien?

Mikan sintió escalofríos. Se dio la vuelta antes de sentarse, y obedeció.

—B-Buenos días...— Se escucharon risitas en toda la clase y la castaña se sentó, avergonzada.

—Así me gusta, ahora sigamos con la clase. —

Las clases transcurrieron rápido, y llegó la hora de salir.

Mikan estaba algo pensativa, pues después de todo lo que pasó con Natsume, pensaba que el pelinegro cambiaría un poco se actitud, pero seguía como siempre e incluso la ignoraba a veces. Simplemente, no lo entendía.

De repente, Permy llegó corriendo hacia la castaña y su grupo de amigos, entre los que estaban Hotaru, Nonoko-chan y Anna-chan. Traía algo en brazos.

—¡Sakura-san! — Permy llamó la atención de Natsume, que miró al grupo disimuladamente.

—¿Permy? ¿Ocurre algo? — La castaña miró a la peliverde algo extrañada.

—Necesito tu ayuda. — Rápidamente la arrastró hasta un banco, donde se sentaron.

—¿De qué se trata? — Momentos después, llegaron las demás. Natsume casualmente pasaba por aquel lugar con Ruka.

—Esto. — Traía una mantita. La abrió con cuidado, y de esta asomaron unas orejitas negras. Era un gatito, casi recién nacido.

—¡Kawaiiiiii! — Todas menos Hotaru gritaron al unísono.

—No sé cómo alimentarlo...— Mikan se sorprendió.

—¿No se supone que tu alice puede ayudarte? —

—Cuando lo vi solo se me ocurrió pedirte ayuda, está muy débil, debemos hacer algo pronto...—

—No te preocupes. Anna-chan, ¿puedes traer leche? Nosotras podemos comprar un biberón.

—Está bien, traeré la leche lo más rápido posible. Usaré mi alice para que tenga más nutrientes. — Anna-chan se levantó del banco y se dirigió a su habitación lo más pronto posible.

—Sakura-san, tú cuida de él, yo iré a comprar un biberón. No quiero quedarme sin hacer nada. — La peliverde dejó la mantita con cuidado en los brazos de la castaña y se alejó rápidamente.

—Mikan, yo tengo cosas más importantes que hacer, dejo que te encargues de eso. — Antes de que pudiera decir nada, Hotaru ya se había ido. Lo más extraño era que Mikan ya estaba costumbrada, por lo que suspiró y prefirió no pensar en ello.

Poco tiempo después, Ruka y Natsume se acercaron.

—Sakura, ¿tienes un gato? — Se acercó y se sentó a su lado. Natsume se sentó en el lado opuesto, por lo que la castaña quedó en medio de los dos.

—Permy lo encontró, se supone que yo tengo que cuidarlo, hehe. — La castaña sonrió, y en ese momento, las orejitas del gato volvieron a asomar por la manta. Mikan apartó un poco la manta, y el gatito comenzó a clavar sus uñas en el uniforme de Mikan para escalar un poco. Ella lo cogió en brazos dejando la manta en su regazo, y este comenzó a maullar suavemente mientras se acurrucaba. La morena acarició su cabecita con cariño y dejó de maullar, comenzando a ronronear.

—Me sorprende el hecho de que no huya de ti. — El comentario de Natsume se hizo presente.

—Pues parece que está a gusto conmigo. — La castaña lo miró de reojo y le sacó la lengua en un gesto infantil.

—En cuanto lo alimentes se irá. — El pelinegro desvió la mirada. —Los gatos son muy desconfiados. —

—No si los educas bien y los tratas con cariño. —

—Nunca sabes cuándo puede traicionarte. Es un gato, y además negro. ¿No eres supersticiosa? La gente dice siempre que no te acerques a ellos, deberías hacer caso, Lunares. — A Mikan le dio la sensación de que no solo estaban hablando sobre el gato.

—Pero yo siempre me acercaré. No pienso abandonar a un gato solo porque sea negro. — Ruka también notó la tensión.

Permy y Anna-chan acudieron al rescate, justo a tiempo.

Prepararon el biberón en poco tiempo, y Mikan lo acercó al gatito que seguía entre sus brazos. Bebió toda la leche en poco tiempo, y se quedó dormido. Todos respiraron aliviados al ver que estaba un poco mejor.

—¿Qué hacemos con él? — Ruka fue el primero en preguntar.

—Hmmm...Natsume, ¿por qué no te lo quedas tú? — La castaña observó a Natsume, haciendo pucheros.

—¿Crees que tengo cara de cuidar gatos, Lunares? —

—Pero... — Bajó la vista, mirando al gato que dormía plácidamente en sus brazos.

—Tch, lo que sea. — Aquellas palabras provocaron que una gran sonrisa apareciera en los labios de Mikan.

—¡Yay! — El gato despertó, y Mikan lo dejó sobre el regazo de Natsume. Este lo miró sin saber qué hacer.

—Vamos, acarícialo. — Ruka lo animó, y Mikan no tardó en coger una de sus manos para posarla sobre la cabeza del gato, el cual comenzó a moverla levemente para que este lo acariciara. Los tres acabaron riendo.

Permy y Anna-chan se fueron, y Ruka, Natsume y Mikan se quedaron un poco más jugando con el gato. El pelinegro dejó que Mikan se llevara al gato con ella a su habitación para que durmieran juntos, ya que los gatos pequeños necesitan mucha atención y Natsume no es que fuera a brindarle mucha que digamos, y de paso buscar algún objeto que pudiera servirle para jugar.

Lo que no sabían, era que al día siguiente, Mikan iba a tener más compañía.

Ojalá pudieras sonreír.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora