Capítulo 8.

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Al día siguiente, Mikan se acercó a la habitación de Natsume para dejar al gato a su cuidado. Siendo sincera, le había cogido mucho cariño, por lo que le pediría a Natsume que la dejara cuidar de él de vez en cuando.

La castaña quedó algo desconcertada cuando llegó a la habitación del pelinegro y la puerta estaba abierta. Ella sabía que Natsume no sería tan descuidado, por lo que optó por cerrar la puerta para que nadie sospechara de que no estaba cerrada con llave y se marchó.

Volvió a su habitación, preparó una cantidad de comida y agua suficiente como para que el gatito aguantara hasta que ella volviera, y dejó su juguete a su alcance. Le daba pena dejarlo solo, ya que aún era muy pequeño, pero no tenía otra opción, ya que no permitirían que lo llevara a clase.

Aunque Ruka-pyon siempre llevaba a su conejo...

La castaña cambió de opinión y cogió al gato, posándolo en su espalda y dejando sus patitas delanteras en su hombro. Se aseguró de que no caería y cogió su mochila, dirigiéndose a clase.

Sorprendentemente, no le dijeron nada sobre la supuesta prohibición de llevar animales a clase. Los profesores ni se inmutaron.

Cuando acabaron las clases, Permy, algo extrañada, se acercó a Mikan.

-Oye, ¿no se supone que el gato debe estar ya con Natsume-kun? -

-Sí, esta mañana fui a buscarlo a su habitación, pero no estaba y además la puerta estaba abierta... - Aquello también preocupó a la peliverde.

-S-seguramente debe haber alguna explicación... - Las dos rieron con nerviosismo.

-No os preocupéis por ese baka, seguro que está bien. - Hotaru intentó animarlas a su manera. -Es como un gato, aparece y desaparece cuando quiere. -

Al final del día, la castaña volvió a su habitación. Seguía preocupada por Natsume, ya que ese tipo de circunstancias no se solían dar, y si se daban, significaba que algo iba mal. Recientemente, había notado cambios en su comportamiento, y aquello era positivo, por lo que estaba muy feliz de ver cómo se relacionaba más a menudo con los demás. Habían estado en peligro dos veces en muy poco tiempo y por culpa de la misma persona, por lo que no se sabía con certeza qué iba a pasar de ahora en adelante, ni cuál sería su próximo movimiento.

Poco antes de llegar a su habitación, encontró a Persona. Supo que algo estaba tramando al instante.

De repente, apareció otro gato negro. Este observó a Mikan, y rápidamente se acercó a ella, dando golpecitos con sus patas en sus piernas para que lo cogiera. No supo por qué, pero antes de darse cuenta, ya tenía al extraño gato entre sus brazos. Estaba temblando.

Antes de que Persona se percatara de su presencia, había comenzado a correr. En poco tiempo llegó a su habitación. El gato se bajó de sus brazos y se acercó a la comida que Mikan había dejado para el pequeño. Mikan dejó al pequeño en el suelo y este se acercó a la comida. El grande observó la comida con desconfianza, pero observó al pequeño comer, y después comió él también.

-Qué gato más raro... - Mikan seguía algo extrañada, ¿por qué perseguiría Persona a un gato?

La castaña entró en el baño para darse una ducha, que finalmente no fue una ducha. Llenó la bañera de agua caliente y se tumbó en esta para relajarse un buen rato. Aquellos pensamientos no abandonaban su cabeza. No sabía por qué estaba preocupada por Natsume, él siempre la trataba mal y se burlaba de ella, pero últimamente estaba diferente, y aquello la asustaba. No estaba acostumbrada a ese comportamiento tan extraño en él. Aquello le hacía pensar que él estaba tramando algo. Y precisamente, los momentos que pasaba a solas en su habitación eran perfectos para aclarar sus pensamientos.

Mientras, cierto pelinegro se despertaba bastante aturdido, en una cama que no era la suya, en una habitación que no era la suya. Aquella cama era demasiado pequeña, y la habitación también. Estaba acostumbrado a los lujos, pero aquello era demasiado raro.

Un pensamiento vino a su cabeza. Escuchó el sonido de una puerta. Después, un grito.

Observó a cierta castaña, con el cabello húmedo y recién vestida, con un pijama bastante adorable. El rubor en sus mejillas era bastante considerable.

El gato grande había desparecido. El pequeño se acercó a Natsume sentándose delante de la cama mientras lo observaba, posiblemente pensando "¿quién es este humano?"

-Maldita Anna... -

Ojalá pudieras sonreír.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora