Capítulo 9.

385 31 13
                                    


      La castaña no podía creer lo que estaba viendo. El pelinegro se encontraba sentado en su cama, con la mirada algo aturdida y su cabello azabache despeinado.

—¿Q-qué haces aquí? — No se movió de su sitio.

—¿Crees que estoy aquí por gusto? No sé qué habrá hecho Anna, pero me dio de comer y ahora misteriosamente me convierto en un gato. Ahora Persona casi me atrapa, y voy a tener que quedarme contigo esta noche porque ya no puedo volver, cómo no. Qué noche tan perfecta. — Una risa sarcástica escapó de sus labios, observando a la castaña.

—Claro, no solo tengo que aguantarte en clase, ahora también en mi propia habitación. — La castaña resopló y se dirigió directamente a su cama, tumbándose en ella mientras Natsume aún estaba sentado. —Ni se te ocurra hacer alguna de las tuyas o te aseguro que no saldrás vivo de aquí. —

—Tranquila Lunares, eres demasiado fea como para eso, no eres mi tipo. — Notó un ligero movimiento en la cama, y supo que el cuerpo de Mikan tembló ligeramente al escuchar sus palabras. Se había pasado. Pero lo peor, es que era todo lo contrario, aunque sus palabras se escaparon de su boca antes de que pudiera detenerlas. No quería dejar al descubierto ni una sola muestra de afecto hacia ella, pues sabía que debía mantenerse alejado, por mucho que quisiera quedarse a su lado. La pondría en peligro.

—No te preocupes, el sentimiento es mutuo. — Mikan intentó parecer lo más convincente posible, sabiendo que era imposible.

El pelinegro se tumbó a su lado, dándose la espalda el uno al otro.

—Mañana iremos a hablar con Anna para que te dé el antídoto. —

Al escuchar su tono tan serio, Natsume se arrepintió de su actitud. Pero debía hacerlo así, ella nunca lo entendería, pero era para protegerla de Persona, y de sí mismo. No hubo respuesta alguna por su parte, puesto que estuvo reflexionando durante un tiempo. Intentó elegir con cuidado sus palabras, y cuando estuvo listo, se dio la vuelta.

—Oi, Lunares...— Comenzó a hablar, pero no notó ningún tipo de reacción por parte de ella. Estaba dormida. Chasqueó la lengua y cerró los ojos.

En medio de la noche, el pelinegro comenzó a moverse inquieto mientras sudaba. La castaña no tardó en percatarse de ello, pues se despertó. Natsume estaba teniendo una pesadilla.

Mikan intentó despertarlo, pero no era capaz. Al notar que cada vez sudaba más, optó por posar una de sus manos en su frente, esperando calmarlo, y de paso, comprobar si estaba enfermo. Cabía la posibilidad de que no estuviera recuperado completamente de sus heridas y del uso excesivo de su alice.

El pelinegro despertó unos segundos después, mirando a la castaña, asustado.

—¿Natsume...? — La morena no supo qué hacer cuando sintió los brazos temblorosos del chico alrededor de su cuerpo. Solo pudo abrazarle con fuerza y acariciar su pelo con suavidad, quedando atónita ante la rapidez con la que se tranquilizó y volvió a cerrar los ojos. Supuso que se trataba de una pesadilla, y volvió a dormir sin separarse de él.

El resto de la noche transcurrió tranquila.

Al día siguiente, antes de entrar a clase, Natsume despertó a Mikan antes de tiempo para reunirse con Anna, y le costó horrores.

—N-natsume...— Anna se acercó con cuidado al pelinegro para entregarle un pequeño frasco con el antídoto, antes de que volviera a convertirse en gato. Este solo tomó el frasco y bebió todo su contenido.

—¿Estás segura de que funcionará? — La castaña les miró con algo de preocupación.

—Esperemos que sí, por su bien. — Natsume se encogió de hombros, observando a la pelirrosa alejarse de ellos a toda velocidad, posiblemente intentando salvar su vida.

—¡Oh! ¿Escuchas eso? — La castaña sonrió alegre. —

—¿Qué quieres, baka? —

—¡Anoche sobreviví a tu talento asqueroso para los motes! ¡Eso quiere decir que estoy aprendiendo! — La pobre empezó a dar saltitos por su victoria, sin percatarse de que, en uno de ellos, el aire le facilitó el trabajo al pelinegro. —

—¿Estás segura, mandarinas? — Mikan se quedó petrificada.

Intentó comenzar a andar para alejarse de él, pero este la cogió del brazo con suavidad.

—Oi, aún estoy débil, no deberías dejar solo a tu pareja y compañero de clase, deberías ayudarme, man-da-ri-nas. —

Aquel día, los dos pensaron que todas estas recientes circunstancias estaban suponiendo un paso hacia adelante en su relación. El odio podría estar dando paso a algo más interesante.

Aquel día fue una agridulce victoria para nuestra querida castaña.



LO SIENTOOOOO T^T sé que es muy corto, os prometo que intentaré hacerlos más largos y actualizar más pronto, ahora mismo estoy en segundo de Bachillerato y eso está absorbiendo mi creatividad para los fanfics T^T Espero que os guste, y muchísimas gracias a la gente que lee mis historias y las apoya, es muy bonito que te animen a seguir escribiendo, y que haya siempre alguien impaciente por leer lo que escribes, sois muy beios  <3

Ojalá pudieras sonreír.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora