Capítulo 28

9.1K 763 55
                                    

Más tarde le contó a Tsunade lo de Kurama. La mujer mayor le escuchó en silencio horrorizada.
—Kurama nunca debió venir. Dios quiera que los vikingos no se enteren.
—Dios quiera que Kurama tenga más sentido común que liderar una revuelta. Él y sus hombres serán masacrados.
—Bastante cierto —Tsunade hizo una pausa—. ¿Qué vas a hacer ahora?
—Nada.
Naruto suspiró. Si hablaba, traicionaría a su gente. Si guardaba silencio, traicionaría a su esposo. Dividido entre dos lealtades, temía el momento en que tuviera que ver a Sasuke otra vez, actuando ahora en parte, haciendo como que todo iba bien, sabiendo que era una mentira. Sasuke era perceptivo e intuitivo, y, si la actuación no era convincente, sabría inmediatamente que algo andaba mal. Era su esposo y le había dado en cierta medida su confianza. El conocimiento de que lo había traicionado era como un cuchillo en su corazón. Naruto nunca había imaginado que eso podría herirle tan profundamente.




Si Sasuke notó que algo andaba mal en su conducta, no dijo nada. De todas formas, con el clima cálido sus días estaban ciertamente ocupados. Bajo su gobierno, Konoha empezó a mostrar de nuevo signos de su anterior prosperidad. Los edificios estaban restaurados en un estado adecuado de reparación, las vallas arregladas, las tierras bien atendidas. Los cultivos madurando en los campos y la primera cosecha de heno ya estaba segada. Bajo el cuidado adecuado, las ovejas jóvenes crecían fuertes y los nuevos terneros pastaban al lado de sus madres en los pastizales. Incluso la cosecha de frutas sería buena debido a que las ramas del huerto estaban cargadas. El aire estaba lleno con el zumbido de las abejas moviéndose entre las flores y las colmenas. Más allá de todo esto, el bosque se extendida como un ondulante dosel de un verde continuo.
El buen tiempo atrajo a Naruto al exterior, fuera de las puertas, y el rubio y Tsunade hicieron mucho de su trabajo bajo la luz del sol antes de que abrieran las puertas de las estancias de los donceles y las mujeres. Varias veces salieron a recoger plantas. Sasuke no hacía objeciones a estas pequeñas excursiones, aunque cada vez había uno de sus hombres no muy lejos. Para Naruto era un saludable recuerdo del orden de las cosas, sin embargo, no dio ningún signo de que encontrara la presencia de los guardias fastidiosa, y hubiese sido inútil protestar. En cambio, le prestó su total atención a la tarea, volviendo al fin con Tsunade para preparar los bálsamos y medicinas por los cuales fueron reconocidos.
Nunca, ni con palabras ni con miradas, dio indicio de que el bosque guardaba más trasfondo que sus flores y plantas curativas. Sin embargo, el conocimiento del engaño pesaba duramente sobre él y Naruto encontró más difícil dormir. Yacía despierto en la sofocante oscuridad, devanándose la mente, escuchando el sonido de la respiración de Sasuke, con su piel húmeda por el sudor de su cercanía, parte de él queriendo que Sasuke le tomara y otra temiendo que lo hiciera, con los nervios a flor de piel por su presencia. Por toda clase de razones la cama era demasiado caliente y, finalmente, después de dar vueltas, dormitaba por una hora o dos y después se despertaba sin haber descansado.




Invariablemente Naruto despertaba temprano con el sol y, una mañana, incapaz de permanecer más tiempo en el calor sofocante del cuarto, dejó a Sasuke durmiendo y se vistió silenciosamente. Después se deslizó de la cámara y dejó la casa, dirigiéndose a la desprotegida puerta posterior. Estaba siempre atrancada, pero esto representaba un pequeño obstáculo. Desde allí la vía estaba libre hasta el bosque. El lugar que buscaba no estaba lejos, pero sí apartado y allí el río corría sobre un afloramiento rocoso hacia una amplia charca debajo. El pensamiento de la fría y limpia agua era más que atractivo y, a esa hora, podía tener la certeza de no ser molestado.
El temprano aire de la mañana era limpio y fresco, olía a tierra húmeda por el rocío todavía en la hierba, y mojaba el dobladillo de su kimono y empapaba sus zapatos. Naruto sonrió, abriéndose paso infaliblemente a través de los arboles hasta el río. Era estrecho y de rápida corriente, y lo siguió un rato antes de llegar a la extensión de la charca. Mirando cautelosamente alrededor para asegurarse de que estaba solo, se quitó la ropa y se sumergió en el agua clara. Estaba lo suficientemente fría al principio como para hacerle jadear, pero su frescura era deliciosa después del calor de dentro de la casa, y, tomando aire, se sumergió.


Desafiando a mi vikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora