Desde el cementerio el rastro era lo suficientemente claro y lo siguieron a toda velocidad, llegando rápidamente al claro y a las chozas de los leñadores, ahora abandonadas. En ese punto el rastro se volvía confuso y no había señales evidentes de Naruto a la vista. Entonces, después de buscar un poco por allí, Shikamaru gritó:
—Aquí estuvieron unos cuantos caballos, mi señor. Yo diría que quince o veinte.
Sasuke permaneció en silencio durante un momento, con el rostro mortalmente pálido. Naruto había elegido bien el momento. A esas alturas el doncel y Kurama estarían bien lejos. Apretó los dedos alrededor de la tela del kimono y contuvo el grito de rabia y desesperación que brotaba de su corazón. Imprimiéndole a su voz un tono equilibrado, se volvió hacia Shikamaru.
—Los seguiremos.
El rastro no fue difícil de encontrar, los fugitivos no se habían esforzado en ocultar su camino. Además, viajaban rápido. Sasuke forzó a su caballo al máximo, decidido a acortar distancias. La partida había cabalgado hacia el sur y tomado dirección oeste. Eso sólo podía significar una cosa. Rechinó los dientes. Una vez que llegaran a su destino, Naruto estaría perdido para él. Una vez más su rostro se entrometió en sus pensamientos. Que hábilmente lo había engañado, utilizando su belleza y su ingenio para engatusarlo, haciéndole creer que realmente le tenía cariño, sólo para terminar traicionándolo completamente. Salvo que ese no era el final, juró. Todavía no. No hasta que capturara a los fugitivos. Mataría a Kurama con sus propias manos y luego... desconsolado, suprimió un gemido pues la pena había adquirido toda la agudeza de un dolor físico, uno más profundo que cualquier estocada de espada. Sin embargo aún ahora, con toda la evidencia que tenía frente a él, no podía convencerse de que Naruto fuera capaz de semejante traición. ¿Podría ser que Suigetsu tuviera razón? ¿Podrían habérselo llevado por la fuerza? Cómo deseaba poder creer eso, creer que era inocente, porque ahora sabía que la alternativa significaría la muerte del doncel.Los fugitivos cabalgaron hasta que el sol hubo descendido en el horizonte, antes de detenerse para que los caballos descansaran un poco. Kurama desmontó y levantó a Naruto de su montura. Cansado hasta los huesos e indispuesto por el miedo, en ese momento, no se resistió, sabiendo que estaba perdido.
Sasuke estaba en una reunión al norte, y permanecería allí al menos un día más. Regresaría y se encontraría con que su esposo no estaba. Peor aún, pensaría que se había ido por propia voluntad. Su dolor y su furia serían ciertamente grandes, pero no tanto como la desolación que el doncel sentía en el corazón.
Durante todo el largo viaje había buscado una forma de escapar, pero no se le había presentado ninguna oportunidad. Le mantenían en medio de los jinetes y su caballo era guiado. Además, con las muñecas atadas, le hubiera sido imposible intentar algo. Incluso ahora que se habían detenido, Kurama seguía sin correr ningún riesgo. Por órdenes del pelirrojo, Naruto fue llevado a un lado y atado firmemente a un árbol. Las ataduras no estaban cruelmente apretadas, pero cuando probó, vio que eran lo suficientemente seguras como para descartar cualquier esperanza de escape. Kurama supervisaba los procedimientos con ojo avizor.
—Lo siento, Naruto. Lo hago por vuestro propio bien.
—No —respondió.
—Lo hacéis por el vuestro propio.
—Desearía que esto no hubiera sido necesario.
Después de que Kurama se fue a hablar con sus hombres, Naruto luchó nuevamente contra la soga, pero no cedió ni una pizca. Lágrimas ardientes empaparon sus párpados y se hundió en la desesperación. Ahora sabía que nunca volvería a ver a Sasuke.Al ver una reveladora nube de polvo un poco más adelante, Sasuke experimentó una sensación de salvaje satisfacción. Cuando la nube se disipó, la sensación se intensificó. Los fugitivos se habían detenido. A pesar de todo no esperaban ser perseguidos. Sasuke tiró de las riendas y levantó la mano para que sus hombres se detuvieran. Luego dio la orden de desmontar.
—Nos acercaremos tanto como podamos. Luego golpearemos rápidamente y será a matar. No toméis prisioneros salvo uno.
Hizo una pausa, y sacó a Diente de Dragón de la vaina.
—Debéis traerme a mi esposo... vivo e ileso.
Obedeciendo su orden, la hueste vikinga avanzó furtivamente hasta que estuvieron a unos cuarenta y cinco metros de su presa. Entonces se lanzaron sobre los sorprendidos fugitivos, atacándolos abiertamente. Sasuke emprendió el avance con Diente de Dragón en el puño, cortando y fustigando a sus desventurados adversarios. Muchos cayeron antes de tener tiempo de desenfundar la espada. A su alrededor podía oír los gritos, maldiciones y gemidos de dolor en el tumulto resultante. A pesar de haber sido sorprendidos y de verse superados en número, los restantes hombres de Kurama lucharon con desesperado valor, decididos a vender sus vidas a un alto precio. Rodeado por todos lados por el tropel de la batalla, Sasuke tenía sólo un objetivo inmediato: encontrar a Kurama y cortar al miserable pelirrojo en pedacitos. Mientras iba en busca de su objetivo, mutiló a otros tres hombres por el camino, y de su espada chorreaba sangre. Un momento después su júbilo se convirtió en furia impotente al ver a su presa trabada en combate mortal a unos dieciocho metros de distancia y con media docena de otras parejas luchando en medio. La ira de Sasuke se volvió incandescente cuando vio quién tomaba parte en esa lucha mortal.
—¡Hidan!
El hombre no dio señales de haber escuchado su furioso grito. Incluso desde su posición actual, Sasuke podía ver el temerario brillo de júbilo asesino en el rostro del guerrero, el salvaje placer con el que emprendía el ataque, forzando a su oponente a retroceder paso a paso. Incluso en medio de su frustración y su furia, Sasuke no podía menos que admirar el absoluto descaro de este hombre que de ese modo se atrevía a robarle a su señor el derecho a enfrentarse a su oponente.
Rechinando los dientes, se abrió paso hacia delante, decidido a no perder a este enemigo ante Hidan. Sin embargo, cuando mataba a un hombre, aparecía otro para ocupar su lugar. Maldiciendo, siguió luchando.
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Desafiando a mi vikingo
RandomHermoso y valiente, el delicado doncel Naruto es un premio tan grande como la tierra que el conquistador Uchiha ahora controla. El kage Sasuke del Reino de Fuego ha tomado su hogar, y ahora le tomará a él; como su prometido a la fuerza. Sasuke es un...