Naruto miró con aversión el kimono de oro y cada fibra de su ser se rebeló.
—¿Cómo puedo hacer esto, Oba-chan? ¿Cómo puedo casarme con ese...con ese teme?
—Creo que no tienes otra opción.
—Debe haber alguna manera de librarme de esto.
Naruto se paseó de un lado a otro, devanándose los sesos por encontrar la manera de impedir el desastre que se cernía sobre la mañana. Los ojos marrones de Tsunade reflejaban resignación.
—No hay ninguna.
Algo en el tono hizo que Naruto se parase, dejara de pasearse y la mirara con fijeza. Su corazón empezó a latir con un poco más de fuerza y se acordó de una conversación anterior.
—¿Era esto lo que viste en las runas? —Al ver que Tsunade permanecía en silencio, Naruto tragó saliva—. ¿Lo era? ¡Respóndeme!
—Sí.
—No puede ser verdad. No puede ser. —Los ojos de Naruto se llenaron de lágrimas—. No me casaré con el vikingo. Él no va a tomarme como ha tomado estas tierras. Debo conseguir de alguna manera marcharme, esta noche, e ir a algún sitio donde no me encuentre.
—No hay donde huir, mi niño. Los Uchihas están en todas partes y también los renegados de los reinos vencidos —respondió Tsunade—. Para un doncel es demasiado peligroso estar fuera sin protección. Incluso si te escapases, Sasuke enviaría hombres y perros, te encontraría. Creo que entonces sí descubrirías todo el peso de su ira.
Naruto tragó saliva. Eso era verdad. Temía pensar lo que Sasuke podría hacer si él lo intentaba y, sin embargo, la alternativa parecía casi tan mala en todos los sentidos.
—¡No puedo rendirme! ¿Me casaré con un enemigo de mi pueblo? ¿Un Uchiha?
—No tienes más opción que someterte. Si no, él usará la fuerza.
Eso fue un eco tan preciso de lo que había dicho Sasuke que Naruto se estremeció.
—Sí y no contra mí, contra aquellos a los que yo debería proteger.
—¿Ha dicho él eso?
—Tal cual. Me hizo saber que cualquier desobediencia por mi parte daría lugar a que otros cargaran con el peso de su ira.
—Es inteligente y taimado.
—Tú lo has dicho.
—Creo que, en esta ocasión, tienen realmente intención de quedarse —continuó Tsunade—, no sólo para saquear y matar. Ellos quieren la tierra.
—Nuestra tierra. Tierra a la que no tienen derecho, esa por la que mataron mi pueblo para conseguirla.
—Sí, y matarán a más para conservarla, si tienen que hacerlo.
Naruto sintió una repentina punzada de culpa. Kurama había estado dispuesto a dar su vida por y para él, pero el rubio lo había tomado a la ligera. Kurama se había merecido algo mejor. Lo más probable es que hubiera muerto a consecuencia de sus heridas y yaciera en una tumba sin marcar en el bosque. Lágrimas calientes escocieron sus párpados mientras los recuerdos regresaban inesperadamente. Se habría casado con Kurama y habría intentado ser un buen esposo tal como le dictaba su deber. Ahora el pelirojo era un fugitivo y Naruto, el premio de un conquistador.
En su mente podía ver la cara de Sasuke de nuevo, con esos penetrantes ojos negros y la sonrisa burlona. El sólo pensamiento fue suficiente para avivar el fuego de su ira. ¿De veras tenía la arrogancia de pensar que se entregaría a él? Entonces recordó lo grande y fuerte que era. Podría tomarle cuando quisiera. Se le ocurrió que ya podría haberlo hecho, sin embargo, se había refrenado. ¿Acaso pensaba que por hacer del rubio su esposo iba a ganarse su gratitud? ¿Que se sometería dócil y mansamente en su cama? Naruto apretó los puños. Antes lo vería en el infierno, junto con toda su maldita raza.
—No te atormentes, mi niño. —La voz de Tsunade rompió el hilo de sus pensamientos
—. No te servirá de nada.
—No pude ofrecerle mi corazón a Kurama, Oba-chan. Sin embargo, él defendió Konoha con su vida.
—Era un buen hombre. Sólo el tiempo dirá si Sasuke es otro.
Naruto se detuvo en seco.
—Sasuke es un Uchiha, un vikingo, un saqueador, un...teme. ¿Cómo puede ser un buen hombre?
—No lo sé, pero me parece que él no es como ese otro, Hidan.
Naruto sabía que eso era cierto. Había una veta de crueldad en el hombre que no había encontrado en Sasuke o en su compañero de ojos violeta.
—Hidan es malvado —respondió el rubio—. Malvado y cruel.
—Él te desea, eso está claro.
—Antes me corto la garganta.
—Como esposo de Sasuke estarás fuera de su alcance. Éste tiene influencia con Itachi, y también su favor ya que le ha concedido el presente de la tierra.
—Tierra robada.
—Pero, ¿quién queda ahora para hacer que la devuelvan?
Naruto suspiró, conocedor de la respuesta. Durante años, los gobernantes de los distintos se habían visto envueltos en disputas mezquinas, Danzo al norte y Orochimaru en el sur, cada uno compitiendo por el poder. El reino estaba mal preparado para resistir la invasión, una situación que los vikingos habían explotado al máximo. Ahora Danzo y Orochimaru estaban muertos y, dado que El Viento, La Arena y Konoha habían caído, no había nada que detuviera al ejército invasor. Todo el territorio era prácticamente suyo. Nunca cederían, ni regresarían a sus frías costas del norte. Itachi y sus hermanos tomarían lo que les diera la gana y recompensarían a sus leales con tierras y siervos para trabajarlas. La horda vikinga estaba allí para quedarse.
—No hay escapatoria, ¿verdad? —dijo al fin.
—No.
—Prefiero estar muerto.
—Entonces, ¿quién protegería a tu gente de la venganza de los Uchihas? — demandó Tsunade.
—No va a haber ninguna diferencia para ellos si vivo o muero.
—Va a haber una diferencia total. Como esposo de Sasuke tendrás una gran influencia.
—No tendría ninguna repercusión.
—Entonces no eres el inteligente doncel por el que te tengo.
Naruto clavó los ojos en ella, pero la mirada de Tsunade se mantuvo firme.
—Sasuke está claramente encandilado. Debes usar tu poder sobre él.
—¿Encandilado? —Naruto soltó una carcajada falsa—. No lo creo.
—He visto la forma en que te mira.
—Me mira con lujuria, eso es todo.
—Entonces, ¿por qué te toma como esposo? Podría haberte tenido el día en que los vikingos tomaron este lugar y después mantenerte como amante o pasarte a sus hombres para que se divirtieran. En cambio, te ofrece un lugar de honor a su lado.
—¿Honor? ¿A eso lo llamas un honor?
—En su opinión, sí. Al actuar así, él te pone fuera del alcance de todos los demás, fuera de peligro. Considera la alternativa.
Naruto se sumió en un silencio confuso y furioso. En vista de esto, la mujer mayor presionó su postura.
—Esta situación no la has elegido ni provocado, pero puedes darle la vuelta y sacar ventaja. Tienes belleza e ingenio. Úsalos.
—Sobrestimas mis poderes, Oba-chan. Sasuke hará lo que quiera.
—Un doncel hermoso puede hacer que un hombre haga lo que él quiera. Uno inteligente puede hacerle pensar que una fue idea suya.
A pesar de sí mismo, Naruto sonrió.
—Realmente, eres astuta.
—Una mujer, o doncel en tu caso, debe ser astuto para sobrevivir. Tú vas a sobrevivir porque eres fuerte. Sí, y también valiente. Harás lo que debe hacerse.
Naruto sabía que ella tenía razón. Ahora que Menna estaba muerto y Kurama fugitivo, su lugar era proteger a su gente en la medida en que su poder se lo permitiera. En este momento no creía que eso equivaliera a mucho.
—¿Y para eso, quieres decir que, debo casarme con Sasuke por la mañana?
—No hay otra opción —respondió Tsunade.
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Desafiando a mi vikingo
De TodoHermoso y valiente, el delicado doncel Naruto es un premio tan grande como la tierra que el conquistador Uchiha ahora controla. El kage Sasuke del Reino de Fuego ha tomado su hogar, y ahora le tomará a él; como su prometido a la fuerza. Sasuke es un...