Melancólica Balada.

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La victima número doce, fue Neito Monoma. Un joven de cabellera rubia y lisa, con unos ojos de color gris y pupilas blancas.

Un 12 de Agosto, cantó una balada de canciones.

🌙

Sentado, frente a un lago. Admiraba su reflejo, acoplado con la intensidad de la luna. Rozó la yema de sus dedos con la guitarra, junto a su lado.

Sonrió, en el momento en qué, a su mente apareció la imagen de un rostro.

El rostro tan perfecto de Kendou.

Cada recuerdo con Kendou, hacía aparición en su cabeza. Cada gesto de ella, hacia él.

Su sonrisa, su tierna voz, e incluso los regaños que recibía de ésta.

Una carcajada escapó de su boca. Eran hermosos los momentos que compartían de niños en aquel barrio.

La rayuela, las escondidas, el elástico. Cada juego cobraba color, cuando Itsuka estaba allí. Todo era divertido con ella.

Esos tiernos momentos; los abrazos, las sacudidas de cabello, las lagrimas que compartieron.  Y también, cómo olvidar, el primer beso que tuvieron.

Su mente vagó, reviviendo el momento. Recordando el sabor de fresa que tenían aquellos labios, ese aliento que lo derretía y su boca entreabierta, que le causaba escalofrío. 

Suspiró con pesadez, al recordar eso. Era un lindo momento, puesto que, había sido su primer beso con la persona de la que estaba enamorado.

Pero, todo se arruinó en el momento en qué, ella se mudó. No volvieron a contactarse desde entonces, y estaba seguro de qué, Kendou no lo recordaba.

Se atrevió a caminar por las calles de la ciudad, con la única compañía de la luna y su fiel guitarra.

Buscaba inspiración y distraerse con algo, sabía que su mente recapitularía aquel suceso, una y otra vez. Y en verdad, deseaba dejarlo en el pasado.

—Pasado pisado.

Un coro, lo sacó de su ensoñación. Alzó la mirada, hacia la dirección de donde provenía la música. Solo para encontrarse con un casamiento.

'¿Quién se casaría a la medianoche?'

— ¿Acaso se cree Cenicienta?— rió con burla, sin apartar la mirada de aquella iglesia.

Sus ojos se abrieron y su guitarra impactó en el suelo, cuando observó la pareja comprometida. Una dulce mujer de cabellera anaranjada, caminaba al compás de la música. Y un hombre de cabello grisáceo, la esperaba firmemente en el altar.

Reconoció a ambos a simple vista. No por nada, fueron mejores amigos en el pasado.

Los comprometidos eran; Itsuka y Tetsutetsu. Sus amigos de la infancia.

Sus ojos burlones pasaron a ser, unos ojos aguados. Sin previo aviso, comenzó a llorar.

Miraba atento la ceremonia, rogando que alguien, irrumpiese esto. Que alguien se oponga.

Él no podría, no debería arruinar algo tan intimo y especial para dos de sus ex-mejores amigos, era algo egoísta de su parte. Él los quería ambos, y siempre pondría primero a las personas queridas para él, antes que a sí mismo.

Más, esperaba el 'No' de parte de alguno. Nunca se presentó, ambos se besaron tan fugazmente, en una noche de luna llena.

La gente aplaudía felizmente, y él solo sonreía, bañado de lagrimas.

Miró el rostro tan sonriente de su ex-enamorada, la felicidad estaba presente en ella. Su cerebro estaba bloqueado, los recuerdos comenzaron a invadirlo.

Con la poca fuerza que tenía, regresó a aquel lago. Volviendo a sentarse en la misma posición y en el mismo lugar, solo que sus ojos ardían con intensidad. Y de éstos, bajaban lágrimas negras.

Negras, corrompidas por la pureza y la maldad de un amor correspondido. 

La invitación jamás llegó, la coincidencia estaba de su lado. Queriendo romperlo, encontrando la inspiración que él necesitaba.

¿Ella me amo, alguna vez?— Le preguntó a la luna. Más, no recibió una respuesta. Ésta lo había ignorado.

No volvió a decir palabra, los sollozos ahogados en su garganta lo aturdían. Solo podía tocar unos acordes en su guitarra.

La música no lograba consolarlo, de ella, solo salían sentimientos ocultos.

Frustración, enojo, rencor y desamor.

De aquellos tristes acordes, empezó a sonar una balada. Llena de tristeza y sentimientos encontrados.

Las emociones salían de estas notas. Causando una tenue y armónica melodía.

La melodía abría la herida, perforaba el alma del cantante. Ésta, no cicatrizaba, no cerraba.

No podía cantar, los versos se atoraban en su garganta. La única protagonista esa noche, fue la guitarra.

Hacía innecesaria la actuación de un soprano, la principal era ella.

La música estaba bañada de recuerdos. El vestido tan blanco, como la nieve, los zapatos de cristal. Resaltando la belleza de la chica.

Su cabello recogido en un rodete, con un velo blanco hacia atrás. Los pasos al compás, tan suaves, como si estuviese bailando un bals.

Representaba la dulzura de su amor.

El traje tan desarreglado de su amigo, los nervios que salían a flote, sus piernas temblando. El cabello de éste, peinado. Y su rostro, con una nerviosa mueca.

Representando la inocencia de dicho amor.

Pues, ellos eran el uno para el otro. Era un amor rejuvenecido, tan precioso. Con él, como egoísta, la persona envidiosa de este inocente acto.

Sonrió con burla, aún con la negrura en sus mejillas. Puesto que, las lagrimas no cesaban. 

El dolor no se iba. Su sonrisa era una rota, burlándose de sí mismo. De lo patético que se veía en ese momento, lo cobarde que fue, al huir de allí.

Él tenía un amor propio hacia sí mismo, sabía que, acercarse y felicitar. Era algo suicida para él.

Significaba quebrarse allí mismo, recibiendo miradas de lastima e incomprensión. Porque, nadie comprendería lo que significa ser excluido de la boda de tu ex-enamorada y tu mejor amigo.

Nadie entendería lo que él estaba sufriendo.

Lo que, sus canciones buscaban expresar. Ese amor no correspondido, ese dolor y traición en su garganta. La codicia de su alma, por querer estar en ese altar.

La luna lo consolaría, las estrellas serían espectadoras de su acto. Y el lago, solo reflejaría su rostro tan roto y su corazón tan quebrado.

— ¿El desamor es tan doloroso, eh?

Se preguntó a sí mismo, sin dejar de tocar. Porque, la única capaz de soportar alma tan destrozada, era ella.

Esa guitarra tan fiel, que había obtenido, gracias a Kendou. Y en verdad, lo agradecía.

Le había obsequiado, algo que sería capaz de limpiar sus propias penas. Sus oscuras lagrimas y capaz de, reparar su corazón.

— Gracias por todo, Itsuka.

Ese 12 de Agosto, él entendió lo doloroso que era el desamor. La música no podía consolarlo, solo alimentar dicho dolor.  

Esa noche de luna llena, tocó una hermosa melodía. Aquella melancólica balada.




August | Boku No Hero Academia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora