Por Ti Me Vuelvo Demonio. •TaeHwi•

Prólogo.

-Escondete aquí y no hagas ruido, no salgas hasta que yo venga por ti. ¿Entendido?

-Sí Padre.

-Debes estar tranquilo mi ángelito, todo estará bien mientras estés conmigo.
Sentí el abrazo cálido de Padre y el beso que dejo en mi cabeza.
Después cerro la puerta del pequeño armario de mi habitación.

Los gritos se apagaron y el escándalo se tranquilizó por un momento.

-Mi señor, los demonios lograron derribar las barricadas y a los ángeles que las resguardaban, hemos perdido en total al menos a un cuarto de nuestro ejército.
Una voz agitada se escucho en medio del silencio y me hizo dar un salto.

-Vallan e impidan que entren, aun no encuentro a Jaeyoon y aún debo ponerlo a salvo, hasta entonces hagan hasta lo imposible por que no entren.

-¡Sí señor!

Después solo hubo silencio.

Tenía miedo, pero debía ser valiente.
Padre me había prometido que todo estaría bien y yo le creía.

No sabía cuanto tiempo había pasado pero mis piernas estaban adormecidas...
No, no, no. Padre dijo que no saliera, así que debía obedecer aunque mis piernas estuvieran adormecidas.

Estaba tarareando la canción que Padre nos cantaba a Jaeyoon y a mí para dormir, cuando se escucho la puerta de mi habitación abrirse.

Se escucharon unos pasos.
Después nada.
Silencio.

-¿Padre?
Abrí despacio la puerta de mi armario, pero no se veía nada.
Salí despacio sin hacer ruido.

-¿Padre? ¿Jae... Jaeyoon eres tú?

La puerta de mi armario fue cerrada fuertemente haciéndome gritar del susto.

Detrás de mi había un... un...

-Demonio, soy un demonio. ¿Nunca habías visto uno?
Negué con mis ojos totalmente abiertos y con el corazón latiendome muy fuerte.

-Me llamo Taeyang soy hijo de Belcebú y príncipe del infierno.
¿Tú cómo te llamas?

¡Tenía cuernos negros!

-¡Y tú a las blancas y no me asusto!

Quería correr pero el pánico me tenía congelado.

-Aunque corras muy rápido yo te alcanzaría, tengo solo seis mil años pero soy muy rápido.

-¡Oye, también tengo seis mil, me llamo Hwiyoung!
Sonreí pues en el cielo no había niños y mi único hermano Jaeyoon era mayor y casi nunca jugaba conmigo.

-Seguro que no eres tan rápido como yo, angelito.

-Soy mucho más rápido que tú, además puedo saltar charcos enormes y cuando tomo soda puedo eructar más fuerte.

-Ja, no te creo, además seguro que no puedes hacer esto.
En un momento sus ojos se hicieron bizcos, haciendome reír tan fuerte que mi pancita dolió.

-¡Claro que puedo!
Y lo intente, y lo intente de nuevo hasta que mis ojos se hicieron bizcos también.
Entonces fue el quien río tanto hasta que casi se orina en los pantalones.

-¡Hwiyoung!

El grito de Padre nos asusto a ambos.

-Debo irme angelito tierno, nos veremos pronto.

-Promete que vendrás a jugar, quiero mostrarte que tan lejos puedo escupir.

-Vendré pronto.

Y así fue como conseguí a mi primer amigo.
Quien diría que años después se convertiría en mi primer amor.
Y que por él yo sería demonio.