POKÉMON: ENTRENADORA DE LUCARIOS 01

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Los líderes de gimnasio son los mejores entrenadores de su ciudad, son los protectores de las medallas y los encargados de poner a prueba a otros entrenadores, luchando contra ellos con todo lo que tienen. El entrenamiento de algunos líderes puede ser muy riguroso, incluso peligroso y a veces extraño. Todo eso depende de cada uno y el de Corelia es uno de los más peculiares. Cada mañana, la muchacha se levanta muy temprano, sale a correr junto con sus Lucarios, recorren varios kilómetros en terreno montañoso con el objetivo de fortalecer sus piernas. Luego entrenan sus puños golpeando las rocas y árboles del lugar, hasta aproximadamente el medio día. De regreso, la entrenadora y sus pokémon se alimentan adecuadamente, Corelia los guarda en sus respectivas pokéball antes de tomar una ducha y descansar, en espera de ser retada en el gimnasio. Ese día no hubo retadores, el cielo se torna oscuro y es hora de cerrar el gimnasio. Cuando no hay nada que hacer, como en esta ocasión, Corelia libera de su pokéball a su Lucario favorito, el de mayor nivel, y juntos tienen una sesión especial de entrenamiento. Para evitar que su abuelo pueda verlos, cierra con llave la puerta de su habitación, rápidamente se baja el ajustado short negro, luego la ropa interior y se arrodilla frente a su pokémon. La líder le acaricia entre las patas traseras hasta conseguir que el pene se asome por entre el pelaje, lo toma y masturba para que crezca, lo lame un poco, le chupa el glande, succiona con un poco de fuerza, lo va engullendo lentamente, hasta sentir un cosquilleo en la nariz por el roce del pelaje. La mamada es sólo el calentamiento, el entrenamiento realmente comienza cuando Corelia se acuesta boca abajo en su cama y Lucario la monta. El pene del pokémon ingresa en la vagina de su dueña, haciendo que suelte un gemido, usa sus patas delanteras para aferrarse a las caderas de su entrenadora antes de aparearse con ella. Corelia siente un gran placer al sentir el miembro entrando y saliendo de su cuerpo, arquea un poco la espalda y empina el culo para facilitarle el trabajo, jadea mientras le indica que lo está haciendo bien. Lucario incrementa un poco el ritmo, la práctica le ha permitido conocer los gustos y ritmos de su entrenadora. La primera corrida llega a los veinte minutos, pero es sólo el comienzo. Lucario la penetra con más fuerza, ella deja de jadear y comienza a gemir, sintiendo el peludo cuerpo chocando contra sus nalgas. El pokémon se sube en su dueña y aprovecha el peso de su cuerpo, disminuye la velocidad de las embestidas a cambio de aumentar el poder con el que la folla. Corelia se aferra con fuerza de la sábana, hunde la cara en el colchón mientras su cuerpo es recorrido por el placer representado en un delicioso escalofrío. Esta vez es la líder de gimnasio quien alcanza el orgasmo, cosa que no impide que el entrenamiento continúe. Lucario sigue apareandose con ella, gruñendo mientras mete y saca el pene de la vagina de su hermosa ama. Corelia pone de su parte, moviendo el culo de arriba a abajo, al ritmo de las penetraciones. Por momentos lo mueve de lado a lado y en círculos, buscando que su pokémon disfrute tanto o más que ella. La cama se sacude, la madera cruje y los resortes del colchón rechinan. Su Lucario tiene bastante fuerza y ella lo sabe mejor que nadie. Mientras yace en la cama, con un pokémon montándola, se pregunta si las otras líderes de gimnasio harán lo mismo con sus pokémon. Pensar que es la única la hace sentir sucia, pero de una manera morbosa y placentera. ¿Y si su abuelo se enterara o la viera? ¿Qué diría él? ¿O qué pensarían los retadores? Sus pensamientos se disuelven cuando Lucario, dando una violenta estocada, eyacula nuevamente dentro de ella. Corelia suspira al sentir otra descarga de semen en su interior. Cuando Lucario retira el miembro, la entrenadora voltea a verlo, preguntándose si ya está cansado o satisfecho. Pero al ver y sentir que coloca el pene entre sus nalgas, se da cuenta de lo que pretende. Antes de que el pokémon logre introducirlo en su ano, ella lo agarra para detenerlo, sacude el dedo índice de la otra mano y, sonriendo pícaramente, le dice que el entrenamiento ha terminado, aunque lo alienta prometiéndole que en el siguiente entrenamiento podrá seguir dónde se quedó. Así es como la líder de gimnasio Corelia entrena a su mejor pokémon, así es como refuerza sus lazos con él y espera que algún día pueda lograr que sus Lucarios alcancen la mega evolución.

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