POKÉMON: LA SUCIA MAY

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Tres horas. Tres malditas horas subiendo aquella montaña. Quizás no se la pudiera llamar así, quizás era una "colina muy grande", pero para May, aquello era una montaña infernal. La joven adolescente, con 16 años cumplidos hace unos meses, se encontraba en la región de Morioh. Era una pequeña región, no tenía nada de característico: Ninguna eminencia pokémon, ninguna asociación malvada que maltratara a los pokémon, ningúna Liga Pokémon... Bueno, no todo era aburrido allí. Los concursos pokémon tenían su gracia. Quizás no fueran los eventos más prestigiosos, si los comparas con los de otras regiones, pero para May, ningún concurso es digno de menospreciar. Aunque estaba acostumbrada a viajar a solas, llevaba dos años viajando en un grupo de cuatro personas, todos coordinadores pokémon. Compartía aventuras junto con tres jóvenes: Ishida, de 17 años, el mayor del grupo, aunque no precisamente el más maduro, aunque solía ejercer de líder cuando la situación lo requería, Hayato, un jóven de 16 años, el más serio y responsable del grupo, aunque necesitaba siempre la ayuda de los demás, y Takuma, de 16 años también, un chico sincero, honesto, aunque ello le causara problemas. Los tres chicos eran excelentes coordinadores, por lo que a veces tenían que competir entre ellos en el escenario. El grupo llevaba tres horas escalando aquella montaña, para dirigirse hacia el Pueblo Duwang. Duwang era un pequeño pueblo con nada interesante: Ningún concurso, ningún gimnasio, ningún museo... nada. Era un pueblo de paso que vivía del dinero que los entrenadores y coordinadores dejaban en la estancia en la posada que había, el edificio más grande de todo el pueblo. Prácticamente, toda la población se dedicaba a la ganadería y a la agricultura, consiguiendo la comida que vendría a la posada para que esta se la sirviera a los que descansaran en ella. Había sido así durante más de tres décadas, y, aunque con altibajos, el negocio jamás había ido realmente mal. Cuando por fin comenzaron a ver los tejados de las cabañas del pueblo, la joven chica no pudo evitar gritar de alegría. -¡Por fin!- Dijo, como si su cansancio hubiera desaparecido de golpe -¡Estoy harta de esta montaña, y de todas sus rocas, y los árboles, y todo! -Pues parece...-Contestaba Ishida, entre bocanada y bocanada de aire- que no has... andado... para nada... con esa... energía... que tienes... -Vamos, vamos Ishida- Replicaba un acalorado Takuma -Parece que tengas 60 años, siempre quejándote por todo, chico. Mientras Ishida contestaba ofendido a Takuma, May subió lo poco que quedaba de montaña corriendo, para ver el pueblo -¡Eh, May! -Gritaba Hayato, ignorando la discusión de los otros dos también- ¿Ves la posada que dice el folleto? -¡Si, está allí! ¡Es la cabaña más grande, ya la verás cuando llegues!- Señalaba May, a gritos. Los tres chicos llegaron arriba, y pudieron comprobar el pueblo. Apenas había 7 u 8 casas, alguna gente fuera (la mayoría en el campo o con los animales), una fuente en medio y la posada, cerca de la fuente. Se notaba que la posada era el centro del pueblo, y su acceso era fácil para todos los que llegaban. Eran las nueve y media de la noche, así que decidieron ir directamente a la posada. Pagando una habitación para cuatro, el servicio de cena y comida estaba incluido. Por desgracia para May, la cena no resultó abundante, aunque más que suficiente para que los otros tres chicos dieran por satisfechos sus estómagos. Una vez en la habitación, May se dirigió a la ducha, mientras los chicos se encargaban de preparar las camas. La habitación estaba dispuesta de la siguiente manera: Nada más entrar, tenías en el medio de la habitación una gran mesa redonda. En cada esquina, una cama. Una ventana entre las dos camas más lejanas permitía la entrada del Sol. La pared izquierda tenía un mueble para dejar las cosas, y la pared derecha tenía una puerta, que llevaba al baño. éste era algo pequeño, tan solo un inodoro, un lavabo, y una ducha que ocupaba el resto de la sala. Al salir de la ducha, May agarró una toalla del baño y se secó allí. Se había llevado la ropa interior y el pijama para cambiarse, ya que, obviamente, no iba a hacerlo delante de tres hombres. Tras estar completamente seca, se visitó. Sus pechos habían crecido en tamaño, haciendo a la chica bastante agradable a la vista, al igual que su trasero, respingón, con una cintura que acompañaba. Al salir del baño, vio que los tres chicos estaban ya con sus pijamas, tumbados en sus respectivas camas. Había sido un viaje muy cansado, así que decidieron acostarse pronto. May también estaba agotada, así que se tumbó en su cama, sin siquiera arroparse con las sábanas, y se quedó dormida. Al fin y al cabo, todos estarían agotados. ...O no todos. Al fin y al cabo, ¿qué te puedes esperar? Tres varones, adolescentes, compartiendo aventuras con una chica, adolescente también. Si los chicos eran un cubo de hormonas, el hecho de tener a un par de tetas cerca, solo les alteraba más. Takuma fue el primero en levantarse. Ni corto ni perezoso, y con una erección notable en su pijama, se acercó hasta la cama de May, mientras los otros dos chicos le miraban -¿Vas a estar ya molestándola, Takuma?- Preguntó Ishida -Bueno, ella está dormida, ¿no? No creo que la moleste... -Joder, Takuma, tienes razón -Dijo Hayato mientras se levantaba, también con una erección entre sus piernas -Llevo cuatro días sin masturbarme, me duelen ya las pelotas, así que no creo que pase nada Mientras Hayato se dirigía a la cama de May, Takuma ya había empezado por donde a él le gusta: Los pies. Se agachó, para ponerse a la altura de estos, y empezó a lamerlos. Era su fetiche, y era algo que le encantaba. Mientras Hayato levantaba la camisa de May, para comenzar a besar el vientre de la chica, Ishida se había levantado, erecto también, para dirigirse al otro lado de la cama. Levantó un poco más la camisa, dejando los pechos de May, con su sujetador blanco, a la vista. -Sois unos críos. Los hombres nos dirigimos a donde está lo bueno- Dijo Ishida, mientras retiraba las copas del sujetador para dejar los pechos de May al aire -¿Veis? Redonditos, suaves, blanditos... -Describía los pechos de la jóven mientras se dedicaba, con su mano izquierda, a sobar la teta izquierda de May Así, los tres chicos se habían posicionado de la siguiente manera: Ishida estaba a la izquierda de May, que dormía boca arriba, Hayato estaba en la derecha, lamiendo el vientre de la chica, mientras que Takuma estaba en la zona de abajo, lamiendo sus tan deseados pies de May. Hayato dejó de atacar al vientre de la chica para subir hasta su cara. ¿Su fetiche? Lamer el cuerpo de su pareja. Comenzó a lamer la mejilla izquierda de May. Al mismo tiempo, Ishida había sido el primero en sacar su miembro afuera. A pesar de ser el mayor, sus 15cm le convertían en el hombre con el pene más corto de todos, aunque lo compensaba siendo el que lo tenía más ancho que ninguno. Colocó su miembro encima de la teta izquierda de May, colocando su glande justo al lado del pezón, y comenzó a mover su cintura hacia adelante y atrás, para frotar su miembro. Por su parte, Takuma había dejado ya sus queridos pies, y estaba bajando el pantalón de May, dejando sus bragas blancas a la vista. Colocó su lengua encima de dichas bragas, y comenzó a lamer el sexo de la chica. May estaba profundamente dormida, pero el placer de sentir su vagina siendo lamida, aún por fuera de la ropa interior, hizo que abriera los ojos lentamente. Con unos parpadeos, para despertarse del todo, pilló a los tres chicos en acción, y resopló en signo de molestia -¿En serio?- Dijo, aún con voz de sueño, y algo molesta- ¿No os podíais esperar a mañana por la mañana? -Oh, May, ¿te hemos despertado?- Dijo Ishida, todavía frotando su miembro contra el seno de la chica- Entiéndenos, llevamos casi una semana sin masturbarnos -Además- Añadió Hayato, dejando de lamer a la chica, aunque todavía con su cara cerca de la de ella- No es como si no te gustase, ¿verdad? Dicho esto, Hayato comenzó a darle un beso francés a May. Ambas lenguas, fuera de sus respectivas bocas, se entrelazaban, buscando la una a la otra, mientras los dos jóvenes, con los ojos entrecerrados, se miraban fijamente, con pasión. Porque no sólo había cambiado físicamente May a lo largo de los años. No. Ella se había convertido en una auténtica puta. Había probado los placeres del sexo, y se había convertido en una adicta a éstos. En los dos años con los que había viajado con los chicos, May ha perdido la cuenta del número de veces con los que ha tenido sexo con ellos. Ya sea con uno solo, con dos, o con tres, los jóvenes descargaban sus placeres sexuales con ella, y ella hacía lo mismo con ellos. Curiosos e insaciables, los cuatro habían dado desenfreno a su lujuria. En lugares públicos, forzado, o incluso disfrazados, probaban los placeres del sexo entre ellos. Mientras se besaba con Hayato, May llevó su mano derecha a los pantalones del chico, los cuales logró bajar, dejando su miembro al aire. Hayato poseía la polla más larga del grupo, con unos increíble 18.2cm, sorprendentes para su edad. May no dudó en agarrarla con su mano y comenzar a pajearle, fuertemente, provocando que Hayato suspirara de placer, mientras cortaba el beso para colocarse, situando su cintura a la altura de la cabeza de May, mientras su miembro apuntaba a la cara de ella. A su vez, May colocó su mano izquierda sobre el grueso miembro de Ishida, masturbándole a él también, mientras él se daba placer con su seno. Mientras tanto, Takuma se las había arreglado para quitarle la ropa interior a May. Ella se había abierto de piernas, mientras él se colocaba de rodillas en la cama. Colocó su miembro encima de la vagina de ella, y la frotó con él. Takuma poseía un miembro de 16.6cm, en la media, pero él tenía las venas más marcadas que sus dos compañeros. Esto hacía que su miembro fuera el ideal para penetrar la vagina de May, ya que acariciaba sus paredes vaginales de tal manera que ninguno de los otros dos podía. Siguieron en estas posturas durante un par de minutos. May aceleró el ritmo de sus manos, al igual que Takuma hizo lo propio con los movimientos de su pene. Con pocos segundos de intervalo entre ellos, los tres chicos se vinieron sobre May. El primero fue Ishida, que se descargó sobre los pechos de May. Hayato hizo lo propio en la cara de la chica, mientras que Takuma eyaculó sobre el vientre de ella. May recogió un poco del semen de los tres chicos con su mano derecha, y se lo metió en la boca, saboreándolo, para, por último, tragarlo, y sonreír. La encantaba. Era una máquina de engullir semen. -Bueno- Dijo ella, limpiándose el semen de los chicos con un pañuelo que cogió -¿Estáis ya por satisfechos? Pero May miró a su alrededor, para contemplar tres pollas duras y erectas, apuntando hacia el cielo. No, no lo estaban. Ella suspiró agotada, aunque en el fondo, ella deseaba que siguieran más. Miró al reloj: La una y media de la madrugada

-Chicos, es muy tarde ya, ¿uno rapidito en la posición de siempre, y ya?- Preguntó ella Con tan solo preguntarlo, los tres afirmaron con la cabeza a la vez, y se prepararon. Takuma estaba tumbado en la cama de May, bocarriba, mientras la chica se sentaba sobre su pene. Lentamente, la polla de Takuma, con sus venas bien marcadas, entró en la vagina húmeda de May, llegando a meter la mitad de su miembro. May se apoyó con las rodillas y las manos en la cama. Esta posición permitía a Ishida atacar su ano, donde introdujo su glande. Hayato estaba agarrando su largo miembro con su mano derecha, apuntando a la cara de May. Ella abrió la boca, agarrando el miembro con su mano derecha, y se lo iba a introducir, cuando de repente, miró a Takuma, que estaba bajo él, y le increpó -Eh, te habrás puesto el condón, ¿no? -Ah... Lo siento May, no nos quedan -¿Cómo? ¡Ni se te ocurra correrte dentro! -Vamos, vamos- Dijo Hayato, que tenía prisa, ya que veía a sus compañeros con sus miembros dentro de la chica, y él no estaba recibiendo placer -¿No cogimos las píldoras para ese caso? -...Está bien- Dijo May, aún refunfuñando. La chica sacó su lengua y comenzó a lamer la larga y dura polla de Hayato, que se derretía en suspiros de placer. Sin embargo, ella se detuvo, gritando de dolor. Ishida había clavado su grueso miembro por completo dentro del ano de May, y estaba taladrándola con fuerza y velocidad -¡P-Para, bestia!- Se quejaba May -¿Qué? ¡Pero si sabemos que te gusta! -Contestó Ishida, agarrándola de la cintura -Además, ¿no querías acabarlo rápidamente? Ishida tenía razón en ambas cosas. May quería acabar rápido para dormir, y la encantaba ser taladrada por duras pollas, así que le dejó hacer. Takuma, animado, comenzó a clavar también su miembro profundamente en la húmeda vagina de May, introduciéndolo por completo. May se estaba deshaciendo de placer. Puso los ojos en blanco, con la lengua fuera, jadeando. "Ahegao", como se conoce normalmente. Además, el olor de la rica polla de Hayato la excitaba todavía más, y no dudó en metérsela hasta la garganta, succionando, rápidamente, mientras apretaba con sus carnosos labios la larga y dura polla, cuyo propietario colocó sus manos en la nuca de May, y movía la cintura, para, literalmente, follarla la boca. Así, los tres jóvenes estaban follando salvajemente. May se corrió durante la salvaje follada de los tres chicos. Durante su corrida, su vagina se contraía, además de, obviamente, ponerse más húmeda todavía, si cabe. Eso hico que el miembro de Takuma se pudiera clavar mejor. El chico, sintiendo un gran placer, eyaculó dentro de ella, al instante. A su vez, con el placer del orgasmo, el ano de May también se contrajo, envolviendo por completo la gruesa verga de Ishida, que también eyaculó. Hayato seguía a su ritmo, y en unos dos minutos, llenó la garganta de May de su semen, el cual la chica engulló. Los cuatro jóvenes estaban jadeando, cansados, pero llenos de placer. Los tres chicos tenían miembros flácidos, ya descargados. Sin dirigirla ninguna palabra, los chicos se fueron a sus respectivas camas, como hacían siempre, como si May fuera un objeto para su uso y placer. Agotados y satisfechos, no tardaron demasiado en caer dormidos... A excepción de May. La acción la había desvelado, y además, el rico olor de pollas y semen la excitaba. A pesar de haber eyaculado hace unos instantes, ese aroma era capaz de volverla a poner a tope. Mientras aspiraba fuerte, para conseguir su adorado aroma, se masturbó duramente, durante diez minutos, para eyacular. Completamente agotada, cerró los ojos, cayendo profundamente dormida.

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