I: El Imperio de Cristal

31 2 6
                                    

Se quedaron completamente boquiabiertas cuando entraron por la gran entrada principal de pilares blancos. Sus bruñidas superficies brillaban como un arcoíris que lame el suelo a su alrededor dejando un rastro de colores líquidos. Más arriba de los pilares y de las figuras pomposas, en donde todo es puro y sedoso, serpientes largas y finas, borrosas, que se extendían hasta donde la vista alcanzaba, reptando entre las nubes en un frenesí luminiscente que predecía un día inolvidable. Fue lo primero que vieron, dos días atrás ya entrada la noche. Las auroras boreales del Imperio de Cristal.

Las hermanas se habían recostado en la carreta junto con Millie. Agotadas de andar por horas, se subieron a la carreta de Gardenbeat y convencieron a Millie de acompañarlas. Haciendo caso omiso de las quejas de Dina Rumble y sus constantes regaños. Ya podian saborear el castigo que les esperaría al acampar, pero no era algo que realmente importara. Dina cumplía sus amenazas la mitad de las veces y, aún cumpliéndolas, el castigo no era intolerable. No importaba porque Millie sentía un profundo cariño por las potrancas y nada podría quitarle el placer de su compañía. Se habían convertido en parte esencial de la manada y para ella.

Viendo en retrospectiva parecía que no había pasado mucho tiempo pero sin duda esas dos potrancas risueñas ya formaban parte de la manada desde hacia meses. Meses en los cuales ella las cuidó y procuró como parte de su familia. Un concepto al que deseaba seguir aferrándose.

Millie era una poni terrestre casi adulta. Su cuerpo era alto y generoso. Algo ciertamente normal entre nómadas. Sus muslos eran fuertes y su cuerpo más esbelto, pero su altura junto con su pelaje castaño claro, que parecía miel bajo la luz, la hacía resaltar entre los demás. Su crin azul crema le daba un aspecto un tanto pálido, pero sus mejillas claras se coloreaban con sangre de una forma encantadora que la hacia única. Su apariencia era para ella algo problemático, pues distinguía con facilidad entre ponis comunes cuando ella siempre prefirió no llamar la atención. Siempre discreta. Un mantra que le enseñó su padre.

La razón de sus notorias características se debían a su sangre mestiza. Su padre era un poni de sangre antigua. Él podía casi duplicar en tamaño a cualquier poni y fácilmente intimidarlos con su aspecto pero no era ese tipo de poni. No alardeaba de sus cualidades ni procuraba mostrarlas a menos que fuese necesario. Pero todos sabían de su verdadera fuerza. No importaba su modo de vida, todos le temían. Temor que, como si no pudiera ser de otra forma, cayó sobre los hombros de Millie. No era algo que realmente le afectase, no en ésa época.

Dormir junto a ella se había vuelto cosa de todas las noches, incluso en los descansos del mediodía. Su cuerpo era lo suficientemente grande como para cubrirlas a las dos. Jamás les dijo de su sangre mestiza. Para las hermanas, y para los demás de la manada, sólo era una poni que tuvo la desdicha, o fortuna, de nacer con un aspecto demasiado distinguido. Aventajaba por varios centímetros a los ponis machos, lo que la hacía intimidante para cualquiera y hería su orgullo semental. Seguramente era la razón de su poca popularidad amorosa. Algo que dejó de importar en cuanto las potrancas entraron a su vida. Para Millie, las hermanas tenían cualidades de las que ella carecía y por eso las envidió y celó durante algunas semanas. Ella ya tenía casi un año con los nómadas cuando las hermanas se unieron. No tardaron ni una semana para ganarse algunas amistades y ser apreciadas por todos. En el tiempo que Millie llevaba, sólo podía decir que Dina Rumble era su mejor "conocida". Pero su recelo y antipatía no fue rival para el encanto que brilla natural y cálido como una mañana de primavera. La menor tuvo una obsesión que se le antojo molesta con ella desde el primer día. Siempre se acercaba a ella y procuraba pegarse a su cuerpo como si se tratase de su madre, algo que copió de la misma forma la hermana mayor. Ellas no recordaban mucho, sólo algunas cosas. Sus nombres y su parentesco era de lo poco que recordaban cuando las encontraron en un pueblo que recién había pasado por alguna especie de catástrofe. Debido a su insistencia, Dina le encomendó la tarea de cuidarlas, por lo menos en lo que recuperaban su memoria y pudieran regresar a casa, pero jamás lo recordaron y conforme los meses pasaron Millie deseó con mayor ahínco que ese momento jamás llegase.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 23, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Skylines, Lago de la PrimaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora